Anna Lía nunca tuvo suerte en el amor, su vida no fue lo que esperaba, pero con su hija la historia no se repite, sino que empeora. Será que nunca serán felices?
Es una novela acerca de la violencia de género y la desaparición forzada de personas.
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La huida
Pasaron unos tres meses más o menos, Paloma y yo nos comunicábamos poco y siempre por mensaje, según ella todo estaba bien y ya habían registrado al niño con el nombre de su papá, yo prácticamente solo lo conocía por unas cuantas fotos que me mandó, pero para mí era un niño precioso.
Trate de informarme que podía hacer para sacar a mi hija de la situación de maltrato, pero las autoridades no podía hacer nada hasta que ella presentará una denuncia o él se descuidará a y cometiera un error que lo dejara al descubierto.
Era desesperante estar a la espera de que algo así pasara.
No hay plazo que no se cumpla, y al fin este día llegó. Un domingo por la mañana mientras me disponía a desayunar sonó mi celular y era un mensaje, se requiere su presencia en la fiscalía en contra de la violencia a la mujer, y una dirección. Con el alma en un hilo me dirijo hacia allá y al llegar me hicieron pasar a una sala, ahí estaba mi hija, salvajemente golpeada y con su bebé en brazos, al verme se ahogó en llanto y me relato que la tarde anterior Ulises salió a tomar con unos amigos, regresó casi de madrugada y en muy mal estado, debido a la borrachera que traía hizo mucho ruido, lo que despertó al bebé y el enfurecido comenzó a gritar que se callara, como era de esperarse, sucedió lo contrario y ya perdiendo el control quiso tomarlo para golpearlo, pero Paloma se adelantó protegiéndolo con su cuerpo, así que ella recibió la golpiza hasta que ese animal se cansó, se quedó dormido y ella aprovechó para escapar en plena madrugada con su hijo. Una pareja de vecinos que había oído el escándalo, salió a auxiliar la y la llevaron a la fiscalía. Así la encontré, las autoridades salieron a realizar el arresto y lo detuvieron por 48 horas por violencia doméstica. Quise agradecer a la pareja que auxilio a mi hija y mi nieto, pero ya se, habían retirado.
Salimos de ahí hacia el departamento, teníamos menos de dos días para escapar.
Por la tarde fuimos a recoger algunas pertenencias a la casa de Ulises y por la noche preparamos todo para salir temprano hacia el pueblo, necesitábamos desaparecer, pero el pueblo era nuestro lugar seguro. Ya estando ahí planearíamos bien donde establecemos. Nos recibieron en el pueblo con una mezcla de gusto, dolor y consideración, nos ayudaron a establecernos en la clínica mientras veíamos que hacer, pero íbamos solo de paso, ya que Ulises nos buscaría tarde o temprano ahí.
Lorenza me ofreció que nos fuéramos unos días con Doña Chonis, Mazatlán nuevamente, y recordé lo bien que me trató cuando estuve allá, así que decidimos hacerle la visita mientras aclarábamos nuestro destino.
Doña Chonis ya más mayor, nos recibió con gusto. Y yo me sentía bien en su casa. Para Paloma era una total desconocida y no estaba tan cómoda al principio, pero la buena señora se la ganó poco a poco.
Me puse en contacto con una compañera del hospital para ver si podía vender el departamento, necesitaba dinero y no estaba trabajando, tenía algunos ahorros, pero no durarían para siempre. Lorenza me informó que Ulises había llegado a buscarnos y que nos seguía el rastro, así que nos fuimos unos días a visitar a Renata a Culiacán, igualmente estuvimos solo unos días y pensé que antes de regresar a Mazatlán quería visitar Guanajuato, ahí nadie nos conocía y mientras estábamos ahí me sentí expuesta, me daba miedo que nos encontrarán y no tener a nadie quien nos apoyara, por lo tanto regresamos a Mazatlán.
Ya de vuelta en casa de Doña Chonis me sentí protegida, por tanto y después de que ella nos lo sugirió pensamos establecernos ahí. Lo de la venta del departamento no avanzaba y decidí buscar una inmobiliaria que se hiciera cargo. Así si resultó mejor, la venta se concretó en pocas semanas y yo viajé sola para firmar los papeles y sacar lo poco que quedo en él.
El futuro ya no se veía tan mal, empecé a trabajar en una clínica de maternidad y Paloma comenzó a buscar una universidad para continuar su carrera.
El bebé crecía y teníamos que buscar una guardería para dejarlo, sin esto resuelto no podría la mamá avanzar en lo de la universidad.
Doña Chonis se ofreció a cuidarlo, pero los daba pena darle más molestias, aunque ella decía que como no tenía más familia sería como cuidar de su nieto. Pero aún mi hija no tomaba una decisión.
Paloma estaba muy rara, tenía cambios muy drásticos de humor, de repente estaba triste, de repente alegre, luego enojada, más tarde melancólica. Yo creía que era parte de lo que le había pasado, ella nunca me contó lo que realmente pasó con Ulises y yo traté de darle tiempo pensando que tenía que sanar un poco primero para poder soltarse.
