Nico y Massimo Messina son los herederos del Cártel de Sinaloa y todos los ojos están sobre ellos; los de su familia, sus socios comerciales y sus enemigos. No pueden cometer errores, menos ahora que de ellos depende el negocio familiar.
¿Qué pasaría si dejaran que sus corazones nublen su razón? ¿Qué pasaría si cedieran su control por alguien a quien aman?
Acompáñame a descubrirlos juntos.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
De vuelta a la acción
Nico
–Ya, cariño –susurra Vanity mientras trata de consolar al pequeño demonio, que no deja de llorar.
Lucho por ignorarlos mientras tomo las fotos del terreno. Tengo que enviar las imágenes y un informe al jefe de construcción para que sepa que máquinas tiene que traer.
El terreno está sorprendentemente plano y los pocos desniveles que tiene no alcanzan los ochenta centímetros. Creo que podremos instalarnos aquí rápidamente. Tendré que llamar a Massimo para que lo vea con Theo. Necesitamos que nuestro primo nos envíe los planos de las construcciones lo antes posible.
Creo que este lugar tiene potencial.
–¿Por qué tomas tantas fotos? –pregunta Vanity, creo que para distraerse del llanto de su hijo.
–Queremos utilizar este lugar para nuestros negocios.
–¿Aquí? –pregunta con escepticismo–. No hay nadie en cientos de kilómetros.
–Y eso lo hace perfecto –digo mientras arranco una flor blanca del suelo. Me acerco a Vanity y coloco la flor detrás de su oreja–. Estás preciosa.
Vanity sonríe. –Lo que tú quieres es volver a meterte en mis bragas.
Beso sus labios. –No necesito engatusarte para meterme en tus bragas, ¿no lo crees? –pregunto mientras acaricio su mejilla–. Hay mucho sol, es mejor entrar a la cabaña.
–Lo haría, pero Georgie está teniendo una mañana difícil.
Los ojos llenos de lágrimas del niño me miran antes de volver a lanzar un alarido, que resuena por todo el lugar.
–No sé qué está mal –se lamenta mi preciosa chica mirando a su hijo preocupada.
Georgie estira su mano, como si quisiera agarrar algo, antes de volver a lanzar un grito.
–Creo que ya sé lo que le pasa –digo antes de caminar a la cabaña.
–¿Qué le pasa? –pregunta Vanity a mi espalda mientras yo miro todo a mi alrededor–. ¿Qué buscas?
Me acuesto en el suelo y veo a su conejo tirado debajo del pequeño sofá. Lo tomo y le quito el polvo antes de entregárselo.
–Toma, amigo –le ofrezco.
El pequeño sonríe y luego abraza el conejo antes de meterse la oreja en su boca.
–¿Cómo supiste?
–No lo sé, solo lo supe –respondo–. Desde que le entregamos ese conejo no se ha separado de él, pensé que quizá…
Vanity me abraza, todavía sosteniendo a su hijo, y me besa. –Gracias.
Georgie ríe antes de agarrar mi mentón y sé que quizá es su forma de agradecerme.
–No lo pierdas de nuevo.
El pequeño sonríe a modo de respuesta.
–Tenemos que irnos –digo.
Vanity asiente. –Entiendo –susurra mirando a su alrededor–. Sin contar el accidente con el ratón, fue perfecto.
Sonrío y tomo su barbilla entre mis dedos. –En cambio, para mí, el accidente con el ratón fue lo mejor de este viaje.
Las mejillas de Vanity se encienden antes de sonreír. –Creo que tienes razón.
–Claro que la tengo, ese roedor desde este momento es mi mejor amigo. –Georgie me golpea con el conejo. –Y tú, pequeño demonio, eres mi segundo mejor amigo por dormir durante toda la noche.
Mi chica vuelve a sonrojarse, seguramente por los recuerdos de la noche anterior.
–Cuando volvamos a la hacienda –empieza en un susurro y sin hacer contacto visual–, ¿podremos…? Ya sabes.
–¿Podremos qué?
–Ya sabes –insiste–. ¿Podremos repetir lo que pasó acá? ¿o lo que pasó entre nosotros se queda en este lugar?
Tomo su rostro y la acerco por un beso lleno de promesas. –Lo que pasó en este lugar es el comienzo de algo, no el final –le aclaro–. Así que tendrás que compartir tu cama conmigo esta noche.
Sonríe. –O quizá tú puedas compartir la tuya conmigo.
–Cuando esté lista lo haré.
Sus ojos se abren. –¿No tienes una habitación?
–No todavía.
–¿Dónde has dormido todo este tiempo?
–En el suelo –respondo–. Compartir una cama contigo, aunque muy pequeña –agrego mirando hacia la habitación–, fue maravilloso.
–Pero…¿por qué no me dijiste nada? –pregunta–. No sabía, no pensé que… Georgie y yo tenemos dos habitaciones, tenemos suficiente espacio.
Rasco mi nuca. –No quería incomodarte. Créeme cuando te digo que quería dormir contigo, pero quería que dieras el primer paso.
Muerde su labio inferior. –Deberías haberme dicho algo. No es justo. Es tu casa, nosotros somos los intrusos.
Tomo su barbilla. –No lo son. Y no quiero que vuelvas a referirte así del pequeño demonio y de ti.
–Pero…
–Pero nada –la corto–. Volvamos a casa –susurro antes de besar esa deliciosa boca–. No sueltes el conejo, amigo – le digo a Georgie antes de acariciar su cabello rubio–. Nos iremos en veinte minutos –agrego antes de ir a mi habitación para ordenar mis cosas.
Coloco mi mano en mi pecho cuando mi corazón se siente demasiado grande para mi cuerpo.
¿Es esto de lo que siempre nos hablaba papá? ¿Es amor?
Un escalofrío recorre mi espalda cuando pienso que si esto es verdad me estoy enamorando de una mujer que sigue amando a su ex novio.
Estoy jodido.
Hasta yo puedo ver que esto no terminará bien.
El llanto de Georgie irrumpe con fuerza, distrayéndome del terror que ha invadido mi vida.
Camino a su encuentro, pero me detengo cuando escucho la voz de otra persona.
Vuelvo a la habitación y tomo el arma, que tenía escondida de Vanity y de Georgie, antes de volver a la sala.
Mi pecho duele cuando veo al pequeño llorando en el suelo mientras mira como su mamá está siendo atacada por un hombre el doble de su tamaño.
–¿Eres la perra que mi jefe está buscando o no? –le pregunta en un siseo–. Habla, o te disparo en la pierna –gruñe.
–Yo que tú no haría eso –digo apuntándole mientras con mi cuerpo cubro a Georgie. No creo que se atreva a lastimar al hijo de su jefe, pero no pienso arriesgarme–. Suéltala ahora mismo –ordeno.
Sonríe. –No tengo nada en tu contra –dice–, pero tengo la orden de matar a quien sea necesario para devolverle la perra a mi jefa… Así que si no quieres salir lastimado, niño, vete.
Vanity me mira, aterrada. –Vete –me pide–. Te matarán.
Ahora el que sonríe soy yo. –No tienes idea con quién estás hablando –digo.
–Tú no tienes idea con quién estás hablando –devuelve mientras sus manos sostienen el cuello de mi chica–. Tienes cinco segundos para salir corriendo o mis hombres y yo te mataremos.
–Cúbrete –le digo a Vanity antes de dispararle en la cabeza al hombre–. Ve por Georgie –le ordeno antes de salir de la cabaña.
Sonrío mientras le voy disparando a los hombres que salen de una camioneta.
Imagino que comenzaba a extrañar esto. Un hombre como yo no puede mantenerse demasiado tiempo alejado de la acción.
la niña ni siquiera puede articular una palabra...
Vanity entiende q esos besos, esas caricias y todo lo q te da Nico es solo para ti... No como Mauro, q aunque duela, solo te usaba para olvidar a Veny o George q solo lo hacía para compararse con Mauro...
Nico es diferente, el te ama con el cuerpo, con la mente, con el alma y el corazón...
si a mi me esta matando la ansiedad me imagino el pobre de Nico...
Vamos ... le abriste el parque de diversiones para q juegue, ahora ábrele las puertas de tu corazón...
Vanity dale una chance ... Este hombre es muy sincero y por si no te has dado cuenta te ama...
recién lo está procesando
que hermoso capítulo