El Corazón De Katsuki (Bakudeku)

La semana pasada se sintió como un año. Una semana entera dedicada al proyecto con Camie, no me quedo otra. Fue agotador, sí, pero también increíblemente estimulante. Camie es una fuerza de la naturaleza, una torbellino de energía creativa y eficiencia implacable. Trabajar con ella fue como escalar una montaña empinada, pero con una compañera de escalada tan excepcional que cada paso, cada desafío superado, se convertía en una victoria compartida. Recuerdo las largas tardes en clase, iluminadas solo por las pantallas de nuestras computadoras y el café casi interminable. Risas, debates acalorados sobre estrategias, la satisfacción de ver cómo nuestras ideas tomaban forma… Fue una experiencia inolvidable, una inmersión total en el trabajo que me dejó exhausto pero profundamente satisfecho.

Pero más allá del éxito profesional, hay algo que me ha estado dando vueltas en la cabeza desde que termino la semana. Izuku. Mi Izuku.

Durante toda la semana, no recibí ni una sola llamada, ni un solo mensaje, nada que pudiera interpretarse como una muestra de preocupación. Nada. Y eso, en sí mismo, fue… inusual. Izuku suele ser más… expresivo. Aunque no es de los que gritan sus emociones a los cuatro vientos, siempre hay pequeños detalles, pequeños gestos que revelan sus sentimientos. Un mensaje de buenos días un poco más largo de lo habitual, una llamada para saber cómo va mi día, un abrazo más fuerte al verme… Esta semana, nada de eso. Solo un silencio que, aunque no era hostil, era… inquietante.

Cuando llegué a la U.A esta tarde, lo encontré esperándome. Su sonrisa, aunque cálida como siempre, me pareció un poco… apagada. Hablamos de cosas triviales, de la cena, del clima, de cosas que normalmente nos llenan de alegría y risas. Pero esta vez, el ambiente era diferente. Había una tensión sutil, un silencio que se extendía entre nuestras palabras, como un espacio vacío que pedía ser llenado.

Fue entonces cuando lo noté. Las miradas furtivas, casi imperceptibles, que me lanzaba de reojo. La forma en que su mano rozaba la mía con una insistencia casi imperceptible, como si necesitara sentir mi presencia física para sentirse seguro. La manera en que me miraba, con una mezcla de afecto y una pizca de… ¿inseguridad? Sí, eso era. Inseguridad. Izuku siempre fue Inseguro. Y esa inseguridad, esa pequeña punzada de vulnerabilidad en su mirada, me hizo darme cuenta de la verdad. Izuku estaba celoso. Profundamente celoso.

No me lo dijo, claro. Izuku no es de expresar sus emociones de forma directa. Pero sus acciones, esos pequeños detalles que normalmente pasan desapercibidos, me revelaron la verdad. Y, aunque al principio me sentí un poco culpable, luego me invadió una oleada de ternura. Es tan adorable, tan genuinamente Izuku, con su forma torpe y silenciosa de demostrar sus sentimientos. Esa pequeña inseguridad, esa preocupación por mí, me demuestra lo mucho que le importo. Es una prueba de amor, aunque sea una un poco… tímida y silenciosa.

Mañana hablare con el, con mucho amor. Le daré un abrazo largo, un abrazo que le transmita toda la seguridad y el cariño que necesita. Él necesita saber que lo amo, que solo hay ojos para él, y que mi semana con Camie aunque intensa y productiva, no ha cambiado en lo más mínimo mis sentimientos hacia él ¡De ninguna manera! Ahora, necesito dormir. Se que lo digo todo el tiempo pero te amo demasiado izuku, no se que haría sin ti.

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