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Mis Mejores Errores

Mis Mejores Errores

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Reencuentro / Dejar escapar al amor / Romance entre patrón y sirvienta
Popularitas:1.8k
Nilai: 5
nombre de autor: Milagros Reko

Alison nunca fue la típica heroína de novela rosa.
Tiene las uñas largas, los labios delineados con precisión quirúrgica, y un uniforme de limpieza que usa con más estilo que cualquiera en traje.
Pero debajo de esa armadura hecha de humor ácido, intuición afilada y perfume barato, hay una mujer que carga con cicatrices que no se ven.

En un mundo de pasillos grises, jerarquías absurdas y obsesiones ajenas, Alison intenta sostener su dignidad, su deseo y su verdad.
Ama, se equivoca, tropieza, vuelve a amar, y a veces se hunde.
Pero siempre —siempre— encuentra la forma de levantarse, aunque sea con el rimel corrido.

Esta es una historia de encuentros y desencuentros.
De vínculos que salvan y otros que destruyen.
De errores que duelen… y enseñan.
Una historia sobre el amor, pero no el de los cuentos:
el de verdad, ese que a veces llega sucio, roto y mal contado.

Mis mejores errores no es una historia perfecta.
Es una historia real.
Como Alison.

NovelToon tiene autorización de Milagros Reko para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 17- " No somos nada, ni lo seremos"

Capítulo 17-No somos nada, ni lo seremos

Alison seguía con su alegría desbordante. Avanzaba por los pasillos bailando y tarareando al ritmo de sus auriculares, agitando el plumero como si fuera una batuta improvisada que dirigía una orquesta invisible. Su andar chispeante llenaba de sonrisas cada rincón por donde pasaba; era como si la rutina de la oficina, gris y automática, se iluminara un instante con sus gestos despreocupados.

Mientras descendía por la escalera del descanso, su mirada se extendió hacia la recepción. Allí, en ese espacio amplio y en apariencia tranquilo, la escena la descolocó: Sharon estaba sentada junto al ventanal, y Santiago la abrazaba con una delicadeza inesperada, casi frágil.

Alison frunció el ceño, desconcertada. El gesto de Santiago no era habitual. Algo en esa proximidad despertó en ella una incomodidad que no supo definir. Continuó bajando, sin apartar los ojos de ellos, como si la respuesta a lo que sentía pudiera encontrarse en esa imagen suspendida en el tiempo.

Como si la intensidad de su mirada lo hubiera alcanzado, Santiago giró la cabeza hacia el interior del edificio. Al verla, se quedó quieto, sorprendido. Fue apenas un segundo, pero suficiente para delatarlo. Casi de forma automática, se apartó de Sharon, creando un vacío abrupto entre ambos.

Con una sonrisa breve y cortés, se despidió de ella y se retiró.

En ese preciso momento, Matías, que había estado observando en silencio desde cierta distancia, se acercó a Alison. Su voz sonó baja, casi un murmullo que no quería ser oído por nadie más.

—Escuché algo… —dijo con cautela—. Liliana… la despidieron. Fue orden directa del CEO.

Alison parpadeó, y la pieza del rompecabezas encajó en su mente. El abrazo no había sido lo que ella había imaginado en un primer instante: no había insinuación, ni deseo oculto, ni gesto ambiguo. Era pura empatía. Un consuelo humano frente a una pérdida. Esa certeza le trajo una calma inesperada, aunque no del todo completa.

—Lo siento mucho —susurró con sincera compasión.

Matías asintió, pero Alison ya había tomado una decisión. Caminó hacia Sharon, que permanecía junto al ventanal, sumida en un silencio pesado. Se detuvo frente a ella, midiendo sus palabras, y al final se dejó guiar por la sencillez.

—Sharon… lo siento de verdad. No sé qué decirte, pero si necesitás algo, estoy acá.

Sharon levantó la vista. Sus ojos, enrojecidos por el desvelo de una noticia amarga, se suavizaron apenas. El gesto de Alison, despojado de artificio, fue suficiente para abrir una grieta mínima en la coraza de dolor. No necesitaba más.

Alison y Matías se quedaron un momento a su lado. A veces el silencio compartido tiene más fuerza que cualquier discurso elaborado.

Poco después, un grupo de amigas de Sharon apareció, rodeándola con su calor humano.

—¿Estás bien? ¿Querés que hagamos algo? —preguntaron casi al unísono, como un coro protector que se activaba ante la herida de una de las suyas.

Sharon asintió con lentitud.

—Estoy bien… solo necesito procesarlo.

La escena se desarmó de a poco, quedando Alison con la extraña sensación de haber irrumpido en un momento íntimo, y al mismo tiempo, de haber hecho lo correcto.

---

Mientras tanto, en su oficina del depósito, Santiago no lograba apartar de su mente lo que acababa de suceder. Tenía aún grabado el instante en que se había separado bruscamente de Sharon apenas divisó a Alison. Le molestaba, más de lo que quería admitir.

—¿Qué carajo me pasa? —murmuró, frotándose la frente con fastidio.

No había nada entre él y Alison. Nunca lo hubo. Y nunca lo habría. Al menos, eso era lo que quería creer. Entonces, ¿por qué ese repentino vacío en el pecho al cruzar sus ojos con los de ella?

Sacudió la cabeza, irritado. Era una incomodidad absurda, una distracción inútil que no estaba dispuesto a tolerar. Había aprendido a fuerza de golpes que no debía dejarse arrastrar por impulsos de ese tipo. Y sin embargo, ahí estaba: la huella imborrable de una mirada.

Lo que Santiago no terminaba de aceptar —aunque lo sabía en algún rincón oculto de sí mismo— era que nadie elige de quién sentir atracción o enamoramiento. No es un acto de voluntad, no es una decisión tomada con calma y reflexión. Es algo que sucede, como un relámpago inesperado que ilumina la oscuridad sin previo aviso. A veces surge de una química instantánea, casi animal; otras, de un entramado cultural y emocional que uno no advierte hasta que ya está enredado en él.

Esa atracción pasajera que había sentido en ciertos momentos hacia Sharon, confusa y efímera, lo descolocaba porque parecía responder al instinto. Pero lo que lo perturbaba aún más era el otro sentimiento, más profundo y obstinado, que había comenzado a crecer hacia Alison: un enamoramiento que no buscó, que no quería, pero que estaba ahí, latiendo en silencio. Y esa dualidad lo confundía, lo fastidiaba, lo hacía enojarse consigo mismo.

—Ridículo —se dijo en voz alta, como si necesitara escuchar su propia voz para convencerse—. No va a pasar nada.

Y sin embargo le importaba. Más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Se recostó en la silla, cerrando los ojos un instante. Era consciente de que lo que sentía no se desvanecería con simples negativas. Podría ignorarlo, esquivarlo, enterrarlo bajo capas de racionalidad, pero tarde o temprano resurgiría. Porque los sentimientos, esos que uno no elige, siempre encuentran la forma de recordarle a la mente que el corazón juega con sus propias reglas.

Santiago suspiró, agotado por la lucha interna. No sabía con claridad qué quería, pero intuía algo: si seguía resistiéndose a mirar de frente lo que sentía, tarde o temprano tendría que enfrentarse a una verdad que llevaba demasiado tiempo esquivando.

1
Milagros Reko
me gusto
Yoichi Hiruma
Quiero más, no te detengas😣
Laelia
Deseando que publique mas cap ahora mismo
Milagros Reko: ¡Muchas gracias por tu comentario! Me hace feliz saber que estás disfrutando de la novela. ¡El próximo capítulo llegará pronto!
total 1 replies
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