José Augusto pretende ser el Ceo en la empresa de su padre, pero este le puso como condición que debía casarse en un año. De lo contrario otro ocuparía ese lugar.
Así que él buscaba afanosamente una esposa.
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El nuevo compañero de trabajo
El lunes, a las nueve en punto ya estaban todos los trabajadores en la empresa.
Eso causó buena impresión en José Augusto. Según tenía entendido, con su padre los trabajadores llegaban a la hora que les daba su gana.
Katy llegó muy sumisa, no parecía la antigua mujer soberbia y déspota con todo el personal.
Al parecer, venía "con la cola entre las patas"...
Pero Graciela no creyó para nada su "buena actitud".
Casi estaba segura que solo era un ganar terreno.
Con lo poco que la había tratado ya sabía de qué pie cojeaba. Y casi podría jurar que estaba coludida con Heliodoro.
"Tengo que investigarlos a los dos hasta estar totalmente segura. No puedo emitir una resolución así a la ligera", pensó Graciela sentada en la silla giratoria de su oficina.
Los papeles se voltearon, ahora era Graciela la que mandaba a Katy.
Porque ella había llegado muy empoderada y sabía bien su trabajo, aunque tenía poca experiencia.
Katy, necesito hablar contigo y Heliodoro, por favor avísale y los veo en la sala de juntas.
Miguel, acomoda esto en el archivo, por favor. Enseguida vuelvo.
Sí, Graciela.
Vaya, ¿qué confianzas son esas?, dijo Katy a Miguel al oír cómo le había contestado.
Yo le permití tutearme, somos casi de la misma edad.
Katy ya no dijo nada.
Fue a avisarle a Heliodoro de la junta.
¿Cómo, acaba de entrar y ya quiere hacer sus juntas?, dijo Heliodoro con fastidio.
Pues así es, no sé qué querrá.
Que se espere, no tengo su tiempo. Estoy muy ocupado. No sabes la cantidad de trabajo que tengo.
No nos conviene que nos portemos así con ella, el señor Augusto podría corrernos.
No lo creo capaz, solo nos llamaría la atención, después, ¿quién iba a hacer mi trabajo?, no creo que haya otro mejor que yo.
Si tú lo dices, le contestó ella.
Diez minutos después...
José Augusto se presentó en el despacho de Heliodoro quien seguía platicando con Katy como si nada.
Al verlo entrar se paró de inmediato de su silla y Katy también.
Augusto, ¿qué haces aquí?, preguntó Heliodoro con cara de susto.
Tengo entendido que Graciela los citó en la sala de juntas porque tenía algo importante que decirles que yo mismo le dije que se los comunicara.
Sí, lo que pasa es que tenía que terminar unos asuntos pendientes.
Pasen a la sala de juntas en este mismo instante, dijo José Augusto enérgicamente.
Graciela se encontraba tranquilamente sentada dentro de la sala de juntas. Una sonrisa iluminó su rostro cuando vio entrar a Heliodoro y Katy y detrás de ellos a José Augusto. Esta junta la iba a decir Graciela, pero ahora la voy a presidir yo; dijo José Augusto en un tono que no admitía réplica, siéntense, por favor; continuó.
Tengo varios puntos que tratar con ustedes, continuó diciendo Augusto. Número uno: la señorita Graciela es mi mano derecha, mi asistente y, por lo tanto, ella tiene la facultad para decidir lo que se hace en este negocio.
Dos: Heliodoro, aunque eres mi primo eso no te da derecho de disponer del tiempo de Graciela. Si ella te avisa que hay una junta debes acudir de inmediato o, en su caso a la hora que ella lo indique. Recuerda que ella puede disponer de lo que se hace o no se hace. Graciela es mi voz, mi pensamiento y, todo; no está aquí de adorno.
Y por último: Katy, no es nada personal, pero desde este momento te irás con Sofía al almacén porque aquí tu presencia ya no es necesaria.
Pero José Augusto, no puedes hacerme esto.
Para ti soy señor Moreira.
Disculpe usted, señor Moreira.
Bueno eso es todo de mi parte, no sé si Graciela quiera comentarles algo más.
José Augusto salió de la sala de juntas y se fue directo a su despacho.
Vaya, veo que has aleccionado bastante bien a José Augusto, dijo Heliodoro con ironía en su voz.
Heliodoro, te exijo respeto no sé qué quieres decir con esas palabras. Desde hoy en adelante estará una persona contigo, quiero que le expliques todos los movimientos qué se hacen.
¿Qué es esto?, ¿por qué tienes que ponerme a un acompañante?, Heliodoro estaba visiblemente nervioso.
¿Y por qué te pones tan nervioso?, ¿acaso ocultas algo?, preguntó Graciela con satisfacción.
Katy intervino, lo que pasa es que Heliodoro está acostumbrado a que entre los dos hagamos el trabajo; no veo por qué tiene que tener otro acompañante y a mí me botes como si fuera un trapo viejo.
Bueno, esa decisión no la tomé yo, por favor, ve con Sofía. Necesito hablar con Heliodoro a solas.
Katy apretó los puños y salió de ahí iba muy molesta.
"¿Pues que se ha creído esta?, tiene muchas ínfulas, desgraciada", dijo para sus adentros.
Cuando Graciela quedó a solas con Heliodoro lo encaró.
Desde este momento no sale un solo peso sin consultarlo antes conmigo, tu acompañante me dará cada detalle de lo que pase aquí y de lo que tú hagas.
O sea, que más que acompañante es un espía o dicho peor un coyote, eso me parece indignante.
No es indignante cuando se trata del porvenir de esta empresa, no voy a permitir que se vaya al traste con todo lo que les ha costado levantar este imperio, dijo ella muy segura de sí.
Graciela, he trabajado en este "imperio" cinco años y jamás en ese tiempo el señor Gael tuvo una sola queja de mí.
Entonces, ¿por qué te preocupa que tengas un acompañante en este mismo lugar?, el que nada debe nada teme, dijo Graciela saliendo de la sala de juntas.
Heliodoro se quedó ahí muy preocupado no sabía qué pensar.
"¿Acaso habrá descubierto algo esta mujer?, debo estar muy al pendiente de todos sus movimientos", pensó.
Al día siguiente, muy temprano, Heliodoro entró a su oficina para descubrir que su acompañante ya estaba trabajando, sentado en un lugar acondicionado especialmente para él.
Buen día, soy Julio Páez, desde hoy soy tu acompañante y trabajaré a la par contigo.
Heliodoro no contestó ni siquiera le dio la mano, fue y se sentó en su lugar de trabajo.
Espero que seamos buenos compañeros, dijo Julio sin importarle la actitud de Heliodoro.
En eso entró Graciela muy guapa. Vaya, veo que ya se han presentado. Bueno, eso me parece bien y, ahora espero que trabajen en completa armonía. Heliodoro, no olvides mostrarle todo, absolutamente, todo lo que hagas, ¿de acuerdo?
Sí, ya me lo habías dicho, y ahora si me disculpas, tenemos muchas cosas que hacer.
Graciela salió muy satisfecha de la oficina de Heliodoro, que ahora sería también de Julio Páez.
