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LO Difícil De Amar

LO Difícil De Amar

Status: En proceso
Genre:Amor-odio / Diferencia de edad / Mujeriego enamorado
Popularitas:1.6k
Nilai: 5
nombre de autor: F10r

Ella tiene 17, él 25.
Ella quiere vivir, él quiere estabilidad.
Ella apenas empieza, él ya está listo para formar una familia.
No tienen nada en común... excepto lo que sienten cuando se miran.

Lía no está buscando enamorarse. Oliver no puede permitirse hacerlo. Pero el destino no siempre pregunta.
Un roce de manos, una conversación a medianoche y el miedo de amar cuando no se debe…
Una historia dulce, intensa y real sobre el amor que llega en el momento menos adecuado… o tal vez, en el más perfecto.

NovelToon tiene autorización de F10r para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 17

Narrado por Oliver

Después de la comida, dejé a Lia frente a su casa. Elias iba en el asiento trasero con la ventana abajo como si estuviéramos de paseo, hablándome de un terreno que había visto y de no sé qué más que honestamente no estaba escuchando. Solo la veía a ella bajarse del coche, con su uniforme ya un poco arrugado, despidiéndose con una sonrisa que parecía no querer borrarse.

La observé caminar hacia la puerta y girarse una última vez para saludar con la mano.

Le sonreí.

Mi corazón se quedó ahí un rato más, incluso cuando ya no la veía.

—¿Nos vamos o vas a quedarte viendo la puerta? —dijo Elias, metiéndose en mis pensamientos sin aviso.

Suspiré y puse el coche en marcha.

Al llegar al apartamento, tiré las llaves sobre la mesa y me quité los zapatos. Encendí el altavoz del móvil y marqué a mis padres. La llamada conectó y enseguida escuché la voz cálida de mi madre.

—Ciao amore! Come stai?

—Sto bene mamma, tutto bene qui.

Comenzamos a hablar de cosas simples: cómo estaba la empresa, si me estaba alimentando bien, si había descansado el fin de semana. Mi padre también intervino, y por media hora estuve inmerso en italiano, como si con eso pudiera ocultar mi vida real aquí. Como si hablar otro idioma me alejara de lo que realmente estaba sintiendo.

Cuando colgué, me dejé caer en el sofá, exhalando fuerte. Elias estaba sentado en la barra de la cocina, comiendo cereal como si fuera medianoche.

Me miró.

—¿A ti te gusta Lia, verdad?

Sentí cómo el aire se me atascaba en la garganta. No supe qué decirle al instante. Me pasé la mano por el cabello y luego, sin mirarlo directamente, asentí. Lento. Con cautela. Como si eso fuera suficiente para no despertar un drama.

Él bajó la cuchara.

—Mira —dijo alzando una ceja—, te voy a ser honesto. No me importa si están juntos. De verdad no. Pero…

Aquí venía el “pero”.

—…al menos espera a que cumpla los dieciocho. Faltan cuatro meses. En diciembre. Eso no es nada. Solo aguanta.

Me quedé en silencio un momento. Luego le clavé la mirada y me dejé caer contra el respaldo del sofá, mirando el techo como si ahí estuvieran todas las respuestas.

—No sé qué hacer, Elias. No es solo la edad. Es todo… —dije finalmente—. A veces me siento estúpido por dejarme llevar por esto. Es tu hermana. Tiene 17. ¿Y yo? Tengo 25. ¿Qué carajo hago ilusionándome con una niña?

—No la llames así —interrumpió con calma—. Porque tú sabes que Lia no es una niña. Es madura, es inteligente, y si tú la ves como algo más que una cría, entonces es porque algo real hay.

No dije nada.

—Además —continuó él mientras se encogía de hombros—, ¿tú sabes cuántas veces ella se ha enamorado de idiotas que no valían la pena? Por primera vez la veo diferente. Tranquila. Sonriendo como idiota con el teléfono. Mira, si tú la haces feliz y ella te hace feliz… yo no me voy a meter. Solo cuídenlo. Y sí, dale tiempo. Espera los cuatro meses. No le arruines su momento, ni te arruines tú.

Sentí algo en el pecho, como si su permiso hubiera liberado un poco del peso que venía cargando.

—No quiero hacerle daño —confesé en voz baja.

—Entonces no lo hagas. Pero tampoco te hagas daño a ti mismo negando lo que sienten —dijo Elias, tirando la cuchara en el fregadero.

Se fue a su cuarto como si nada, mientras yo me quedé ahí sentado, sintiendo cómo se me revolvía el alma.

Sí. Estoy enamorado.

Y sí, estoy aterrado.

Pero por primera vez, no me sentía solo con ese miedo.

Elias, el hermano de Lia… estaba de nuestro lado.

[...]

Han pasado semanas.

Casi un mes completo.

Y yo me estoy pudriendo por dentro.

No sé en qué momento me convertí en este cobarde que se esconde detrás de excusas baratas para no verla. Le escribo lo justo, mensajes simples, casi siempre con un tono práctico o cortante, como si estuviéramos hablando de cualquier cosa menos de nosotros. Como si no me importara. Como si no la extrañara.

Pero me estoy engañando a mí mismo.

Estoy tratando de ahogar un sentimiento que, cada vez que cierro los ojos, se hace más grande.

Me hace falta.

Su voz.

Su risa.

Su forma de mirarme como si yo no tuviera ni una sola grieta.

Me hace falta su olor, ese dulce aroma que dejaba impregnado en mis camisas cuando me abrazaba sin pedir permiso. Me hace falta su forma de hablarme con esa mezcla entre ternura y descaro, como si no supiera que cada palabra suya me atravesaba más que cualquier verdad. Me hace falta todo de ella. Incluso sus silencios.

Y lo peor es que… yo fui quien la alejó.

Soy yo quien ha estado huyendo.

Comencé un nuevo proyecto lejos de la ciudad, algo con la empresa de un viejo socio de papá. Algo que “requiere tiempo y enfoque”, según lo que les dije a todos. Una excusa perfecta.

Una trampa.

Un escondite.

Lo hice para ocupar mi mente, para alejarme, para evitarla. Porque si me acercaba otra vez… si la veía sonreír de nuevo frente a mí… no podría detener lo que siento. No podría seguir fingiendo que esto no es real.

Amar a Lia es hermoso…

Pero también duele.

Duele porque es joven. Porque aún tiene un camino largo por recorrer. Porque yo quiero ser responsable, maduro, consciente de que las diferencias importan. Porque me prometí no arruinarle nada.

Porque tengo miedo de hacerle daño.

Y porque me estoy rompiendo lentamente por no tenerla cerca.

Anoche encontré una foto suya en el carrete de mi celular. Una que me tomó de sorpresa, un día cualquiera, con una sonrisa tonta y el cabello un poco alborotado. La vi y se me apretó el pecho. Sentí como si me hubieran golpeado en medio del estómago.

Tuve que cerrar los ojos.

Respirar hondo.

Luchar con todo mi ser para no escribirle: Te extraño.

Pero no lo hice.

Porque amar también es quedarse callado cuando más quieres gritar.

No sé cuánto más pueda seguir así.

No sé si tenga sentido seguir alejándome.

No sé si ella… todavía me espera.

Pero cada noche, antes de dormir, miro esa foto y me repito lo mismo:

"No es que no la ame… es que la amo demasiado como para arriesgar su paz."

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Lorena Espinoza
Lia y Oliver juntos son todo lo está bien🥰Los amo🫶🏻
Hermosa historia gracias F1or😉
Lorena Espinoza
Oliver😍😍😍
Eunice Velasquez
es muyyyy buena la novela
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