Fiera

En las afueras de la residencia de Pedro Emilio y Teresita, se encontraba un hombre a quien se le había pagado para seguirlos, estaba informando a su jefe de lo que había visto, le envío algunas fotos y le explico que ese hombre sabía perfectamente que lo seguían, había contratado guardaespaldas, pero solo para su esposa, mientras ella saliera con él, ellos se mantendría alejados.

Unas horas después vio salir a Pedro Emilio, pero está vez solo, le envió el mensaje a su jefe y este le dijo que se mantuviera en espera de la mujer, que él se encargaba del hombre, así hizo y después de media hora, los guardaespaldas llegaron y Teresita salió y subió al auto con ellos, encendió el auto para seguirlos.

El trayecto fue largo, se detuvieron en un lugar de campo abierto, en un letrero pudo ver que se trataba de un campo de tiro, allí iban los militares y empresarios con mayor influencia a practicar disparos, lo que ponía curioso al espía, ¿por qué está mujer vendría a este lugar?

Bajó del auto con la intención de seguirla, pero fue detenido por la seguridad del lugar, tenía que tener una cita previa para poder entrar, así que se quedó afuera esperando hasta que regresara la mujer, se sentía bastante curioso al respecto, ¿tendría que ver con su jefe el hecho de que esté entrenando disparo?

No tenía respuesta para eso.

Pedro Emilio terminaba de ultimar detalles para la inauguración de la tienda, había escrito a los guardaespaldas de Teresita y todo iba bien con el entrenamiento, se sentía aliviado de que ella siguiera sus locos consejos, cada día despertaba con la ansiedad de que Luis José llegara y se la llevara contra su voluntad.

Estaba paranoico, veía gente siguiéndole por dónde fuera, en todos lados que iba recordaba como aquel hombre en el pueblo le había amenazado, pero jamás dejaría a Teresita, mucho menos permitiría que Luis José la tuviera, por más que le dolía que ella lo amaba, era tan egoísta de quererla solo para él.

\-Disculpe.

Levanta la mirada para ver un hombre con aspecto elegante, pero con mirada fría, traga saliva sintiéndose amenazado por el aura peligrosa que desprende ese hombre.

Pedro Emilio: Di... Dígame.

\-¿Es usted Pedro Emilio? (eso lo alertó)

Muy pocas personas lo conocían, solo los clientes que frecuentaban diariamente podían dar una referencia de él, pero como este hombre que ni siquiera había visto antes conocía su nombre.

Pedro Emilio: Lo ha enviado Luis José ¿cierto?

El hombre sonríe cínicamente, alza una de sus cejas y lo mira de pie a cabeza, luego mira a ambos lados y da unos pasos hasta quedar muy cerca de Pedro Emilio, este ni se mueve de lo asustado que estaba al ver cómo ese extraño lo intimida con su cercanía.

\-Si ya sabes quien me envía, sabrás por qué estoy aquí.

Pedro Emilio: dígale a ese desgraciado que dé la cara, nunca dejaré que le ponga una mano encima a mi mujer.

\-No sabes con quien te metes, no hay lugar en la ciudad en que pienses esconderte.

Pedro Emilio: no le tengo miedo a ese bastardo (dice entre dientes)

\-Yo no doy segundas advertencias, así que la próxima vez que nos veamos, no seré tan indulgente, mucho menos amable.

Se aleja dejandolo allí temblando de miedo e ira, sus puños son apretados con tanta fuerza, temía que sucediera algo como esto, pero la perspectiva no es igual a la realidad, sus miedos se estaban volviendo un martirio para él, pero esperaba poder evitar una tragedia, por el bien de su amada Teresita.