Es la historia de una mujer que se niega a dejar a su pareja luego de descubrir sus mentiras, organiza la forma de conocer a su rival buscando respuesta....
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CAPITULO 15
UN NUEVO SOCIO.
Donna llegó a casa con la sensación de haber dejado atrás un gran peso. Una profunda sensación de alivio la envolvía, y su brillante sonrisa no pasó desapercibida para Billy, quien la observaba con una expresión de curiosidad desde la cocina.
—Parece que tu día fue excelente, cariño —comentó él mientras mezclaba la salsa para la cena.
—La verdad es que sí, tuve un día fantástico en el trabajo. ¿Y tú, cómo te fue? —respondió ella, acercándose a la encimera donde él estaba cocinando.
—Llegué temprano porque quería salir del trabajo y aprovechar el tiempo con ustedes. De hecho, estoy preparando tu cena favorita. . . lasaña de berenjena —dijo él con una sonrisa cargada de orgullo.
Donna sintió que su corazón se ablandaba aún más. Billy podía ser muchas cosas, pero cuando se lo proponía, sabía exactamente cómo hacerla sentir especial.
—Oh, mi amor, realmente eres el mejor. Ya puedo imaginar ese manjar —contestó mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla.
La velada transcurrió entre risas y una cena exquisita. Después de comer, pasaron el resto de la noche en el salón, acurrucados en el sofá mientras Fernanda dormía tranquilamente en los brazos de Donna. La serenidad de aquel momento era una burbuja perfecta, un respiro en medio de sus inquietudes. Por un instante, logró alejar de su mente a Frida y la verdad que tarde o temprano tendría que enfrentar. Era consciente de que regresaría a terapia y que poco a poco recolectaría la información necesaria. No era momento de pensar en ello; Aún quedaban dos semanas hasta su siguiente sesión, y en ese tiempo, todo podía cambiar.
Al día siguiente, al llegar a la editorial, Daniel la guardaba con novedades.
—Hemos incorporado a un nuevo socio —le comunicó con entusiasmo—. Su inversión de capital nos permitirá apoyar a nuevos escritores, pero él tiene una condición… quiere estar presente en la sede principal para supervisar en qué se emplea su dinero.
Donna levantó una ceja, escéptica. No era inusual que los inversores quisieran involucrarse, pero eso sonaba más a alguien buscando ejercer control. Sin embargo, dado que los propietarios ya lo habían aceptado, no había mucho que pudiera hacer. Durante toda la mañana, rumores y especulaciones sobre la llegada del nuevo inversor comenzaron a circular en la editorial.
Al mediodía, la curiosidad alcanzó su punto más alto cuando un automóvil Lamborghini negro brilloso se detuvo frente al edificio. De él emergió un hombre alto, de presencia imponente. Su cabello negro estaba cuidadosamente peinado, sus ojos marrones tenían una intensidad que intimidaba, y su elegancia innata le otorgaba un aura casi inalcanzable. Caminaba con una confianza innata, plenamente consciente de las miradas que atraía.
Un grupo de mujeres en la acera se detuvo para mirarlo, compartiendo sus comentarios entre ellas. La recepcionista, sin ocultarlo en absoluto, lo estaba evaluando a través de su mirada mientras lo conducía hacia la sala de juntas. Sin embargo, él solo le ofreció una leve sonrisa como muestra de cortesía, dejando claro su desinterés en su evidente intento de coqueteo.
Al ingresar a la sala, su voz profunda y confiada reverberó en el ambiente.
—Buenas tardes. Lamento llegar tarde. Me llamo Fabricio Montalvo. Como podrán notar por mi acento, soy originario de México, pero decidió invertir en esta editorial y colaborar con todos ustedes. Espero que podamos establecer una buena relación y que no surjan inconvenientes.
El primero en contestar fue David, el gerente general, con un tono diplomático.
—Bueno, Fabricio, cuentas con nuestro respaldo en todo momento. Aunque nuestra estructura es amplia y trabajamos con muchas personas, somos un equipo comprometido. Los resultados se evidencian al final de cada mes en nuestras ventas. Si ha revisado el balance, sabrás que, a pesar de la disminución del mercado de libros físicos frente a los digitales, mantenemos un margen de ganancias sólido.
Fabricio asintiendo, interesado.
—Eso es fantástico. Confío en que lograremos grandes proyectos juntos.
Las presentaciones continuaron, y al llegar el momento de Donna, sintió la penetrante mirada del nuevo socio posarse en ella. A diferencia de las demás mujeres presentes, que se mostraban nerviosas o coquetas, ella se mantuvo con una expresión calmada y profesional.
—Soy Donna Franklin. Editora en jefe. Bienvenido —dijo de manera cortés, sin pretender halagarlo como hicieron algunos de sus colegas.
Fabricio mantuvo su mirada durante unos segundos antes de esbozar una ligera sonrisa. Le intrigaba su confianza. Era evidente que no era fácil de impresionar.
Al terminar la reunión, Donna se dirigió a su oficina sin prestar al hombre que había captado la atención de todos. Había conocido a muchos como él: atractivos, adinerados y acostumbrados a conseguir lo que deseaban sin esfuerzo. Pero esos hombres no le interesaban. Su corazón pertenecía a otro, y aunque su relación con Billy tenía sus altibajos, lo amaba profundamente.
Lo que Donna no percibió fue que, desde el umbral de la puerta, Fabricio la observaba con una mezcla de admiración y desafío.
“Interesante”, reflexionó para sí mismo. “Vamos a ver si eres tan difícil de leer como aparentas, Donna Franklin”.
FABRICIO MONTALVO.