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Hija De La Luna

Hija De La Luna

Status: Terminada
Genre:Romance / Yuri / Época / Completas
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Kitty_flower

En un mundo donde las apariencias lo son todo, Adeline O'Conel, una joven albina de mirada lunar, destaca como una joya rara entre la nobleza. Huérfana de madre desde su nacimiento, fue criada por un padre bondadoso que le enseñó a ver el mundo con ternura y dignidad. Al cumplir quince años, Adeline es presentada en sociedad como una joven casadera, y pronto, su belleza singular capta la atención de la corte entera.

La reina, fascinada por su porte elegante, la declara el diamante de la época. Caballeros, duques y herederos desfilan ante ella, buscando su mano. Pero el corazón de Adeline no se agita por ellos, sino por alguien inesperado: la primera princesa del reino, una joven de 17 años con una mirada firme y un alma libre.

En una época que no perdona lo diferente, Adeline y la princesa se verán envueltas en un torbellino de emociones, secretos y miradas furtivas. ¿Podrá el amor florecer bajo la luz de una luna que, como ellas, se esconde para brillar en libertad?

NovelToon tiene autorización de Kitty_flower para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Nuestra historia

Esa misma tarde, tras el emotivo encuentro bajo el manzano, Julieta y Luney decidieron que ya no podían seguir ignorando lo que estaban sintiendo. Demasiadas coincidencias, demasiados sueños compartidos. El alma no olvida lo que el corazón alguna vez juró eterno.

—Mi padre —dijo Julieta mientras caminaban juntas de regreso a la casa—. Él siempre ha sido un apasionado de la historia de nuestra familia. Quizá pueda decirnos algo más… sobre nosotras.

Luney asintió en silencio. Algo en su interior le decía que, finalmente, estaban a punto de descubrir la verdad.

El padre de Julieta, un hombre elegante de cabello ya encanecido y voz profunda, las recibió en el salón con una copa de té caliente en la mano. Las miró con una mezcla de curiosidad y ternura.

—¿Todo bien, hijas?

—Papá —dijo Julieta, sentándose junto a él—. Necesito que me cuentes algo… sobre Juliette. La princesa heredera. Y Adeline O’Conel.

El hombre frunció el ceño, sorprendido.

—Vaya… hace años que nadie me pide esa historia. ¿Por qué quieres saber?

—Por favor —intervino Luney, con una suavidad que casi le rompió la voz—. Es importante para mí.

El padre las miró a ambas detenidamente. Y entonces asintió.

—Juliette y Adeline vivieron a principios del siglo XIX. Eran solo adolescentes cuando se conocieron, pero su conexión fue inmediata. Se enamoraron en silencio, en un tiempo en que ese amor estaba condenado desde el principio.

Hizo una pausa, como buscando las palabras adecuadas.

—Cada noche, Adeline salía del ala real del castillo por pasajes ocultos. Juliette la esperaba en una habitación secreta del ala este, en un cuarto que aún existe, aunque olvidado por todos. Ahí, compartían cartas, risas… sueños. Nadie las conocía mejor que ellas mismas.

Luney apretó los dedos sobre su falda. Su pecho se llenaba de emociones a medida que cada palabra del padre de Julieta le despertaba memorias enterradas.

—Una vez —continuó él— Juliette robó un caballo en mitad de la noche. Adeline se le unió con una capa azul y huyeron al campo. Fueron hasta la mansión de los O’Conel, una casa solariega a las afueras del reino. Se refugiaron allí por tres días. Se dice que intercambiaron votos en el jardín trasero, bajo la luna llena, frente a una anciana sirvienta que las bendijo como si fuera una sacerdotisa.

—¿Un matrimonio? —susurró Luney.

El padre asintió.

—Improvisado, pero para ellas fue más real que cualquier otro. Sellaron su promesa con un anillo de amatista. Adeline siempre decía que el púrpura representaba el misterio de su amor.

Julieta se giró hacia Luney. Su corazón latía tan fuerte que pensó que su padre podía escucharlo.

—¿Y qué pasó con ellas? —preguntó, aunque ya temía la respuesta.

El rostro del hombre se ensombreció.

—Alguien las delató. Nadie supo quién. La reina exigió que Juliette fuera confinada a su habitación, y Adeline… ella fue ejecutada. Juliette No duró mucho. Una noche… fue encontrada sin vida en su habitación. Dijeron que fue una enfermedad repentina. Pero muchos sospechan que su corazón se quebró al ser separada de Juliette.

Luney apretó los labios para no llorar. Sintió que algo dentro de ella se abría y se desgarraba a la vez. Como si el alma, tras siglos en silencio, gritara por

Las lágrimas se desbordaron de los ojos de Luney, y Julieta solo pudo tomarle la mano.

El padre las miró, sereno.

—¿Por qué me han pedido esto ahora?

Julieta tragó saliva y miró a Luney con dulzura.

—Porque creo que estamos juntas de nuevo. Después de 300 años.

Él no respondió de inmediato. Pero sus ojos, sabios y brillosos, lo dijeron todo.

—Entonces no desperdicien esta segunda oportunidad. El mundo ha cambiado. Y el amor como el de ustedes… no merece ser silenciado otra vez.

Luney se levantó lentamente y abrazó al padre de Julieta. Era la primera vez que sentía que alguien adulto validaba lo que llevaba tan hondo en el alma.

Y mientras salían del salón, Julieta susurró al oído de Luney:

—¿Aún tienes el anillo?

Luney se detuvo. Metió la mano al bolsillo del abrigo que siempre usaba y sacó un pequeño aro de amatista que había tenido desde niña.

—Nunca supe de dónde vino. Mi madre decía que era de familia.

Julieta lo tomó entre los dedos, temblando.

—Es el mío —susurró—. El que te di bajo la luna.

Tras la intensa conversación con el padre de Julieta, las chicas decidieron tomarse un respiro. La historia de Adeline y Juliette era profunda, triste y hermosa… pero también lo era la vida que estaban viviendo ahora, en 2027.

—Quiero conocerte —dijo Julieta mientras caminaban por los jardines—. A ti. No solo a Adeline.

Luney la miró con suavidad, asintiendo.

—Y yo a ti. No solo a la princesa que me amó hace siglos.

Se sentaron en una banca de hierro forjado entre rosales blancos. El sol de la tarde se filtraba entre las hojas, y el silencio entre ellas se sentía cómodo, íntimo.

—¿Qué te gusta hacer, Luney? —preguntó Julieta con una sonrisa tímida.

—Me gusta leer, escribir historias —respondió sin dudar—. Siempre he querido ser escritora, desde pequeña. Siento que las palabras me entienden cuando nadie más lo hace.

Julieta asintió.

—¿Te gusta escribir fantasía?

—Sí, aunque… últimamente me doy cuenta de que la realidad tiene más magia de la que imaginaba.

Ambas rieron suavemente.

—¿Y tú? —preguntó Luney—. ¿Qué te gusta hacer?

—Cantar —respondió Julieta con cierta vergüenza—. Mi madre quería que estudiara leyes, pero yo amo la música. Canto en secreto, en mi habitación o cuando estoy sola. Me hace sentir libre.

Luney la miró con asombro.

—¿Me cantarías algo algún día?

—Si tú me lees una de tus historias primero —respondió Julieta, con una sonrisa cómplice.

Se quedaron en silencio por unos segundos, escuchando el canto de los pájaros y el susurro del viento entre los árboles. Por primera vez, sentían que podían empezar desde cero.

—¿Tienes hermanos? —preguntó Julieta.

—Una hermana pequeña. Katherine. Es mi tesoro. Tiene ocho años y es… tan brillante. A veces la miro y me pregunto si el universo me la dio para recordarme que aún hay inocencia en este mundo.

—Me encantaría conocerla —dijo Julieta con dulzura—. Seguro te admira mucho.

—No sé si tanto como yo a ella —respondió Luney.

Entonces Julieta la miró, más seria.

—¿Tú crees que… esto que sentimos sea real? No solo por lo que fuimos, sino por lo que somos ahora.

Luney respiró hondo.

—No lo sé. Pero quiero averiguarlo. Quiero darte la oportunidad de que me enamores de nuevo… desde el principio.

Julieta le ofreció su mano.

—Entonces, encantada de conocerte, Luney. Tengo diecisiete años, soy pésima en matemáticas, lloro con películas tristes y le hablo a las flores cuando creo que nadie me ve.

Luney rió y le estrechó la mano.

—Encantada de conocerte, Julieta. También tengo diecisiete, soy adicta al té de jazmín, escribo cartas que nunca envío y tengo miedo del mar porque no sé nadar.

—Eso último es grave —bromeó Julieta—. Tendré que enseñarte.

—Solo si prometes no soltarme.

—Nunca.

El calor de sus manos unidas era tan real, tan distinto a los recuerdos de épocas pasadas. Esto no era una historia que les contaron. Esto era un presente que estaban construyendo paso a paso.

—¿Tienes alguna canción favorita? —preguntó Luney.

—Hay una que siempre me hace llorar. “Claire de Lune”, de Debussy.

—Oh, esa me encanta. Solía escucharla cuando no podía dormir. Me hacía sentir que no estaba sola, como si alguien, desde lejos, me dijera que todo estaría bien.

—Tal vez era yo.

Se miraron, y por un instante no hubo siglos entre ellas, ni reencarnaciones, ni nombres distintos. Solo dos chicas aprendiendo a descubrirse.

—¿Te gusta bailar? —preguntó Julieta de pronto.

—Nunca he aprendido. ¿Tú sí?

—Un poco. Mi madre insistió. Si quieres, te enseño. Pero aquí, nada de bailes formales. Solo tú, yo, y lo que la música nos diga.

Julieta sacó su teléfono y puso una pieza suave. Extendió su mano con una sonrisa encantadora.

—¿Confías en mí?

Luney dudó un segundo. Luego se levantó y tomó su mano.

—Sí.

Bailaron torpemente al principio, entre risas y tropezones, pero poco a poco sus cuerpos se sincronizaron. La música fluía entre ellas como un recuerdo dulce y nuevo a la vez. Las sombras de los rosales bailaban a su alrededor, como si también celebraran ese instante único.

—¿Sabes algo? —susurró Julieta, acercándose un poco más—. Me gustas. No como en una historia antigua, sino como ahora. Como tú.

Luney sonrió, sintiendo el corazón agitarse.

—Tú también me gustas. Aunque sea torpe al bailar.

Julieta se acercó aún más, apenas unos centímetros separaban sus labios.

—Así estás perfecta.

No se besaron aún. No lo necesitaban. Porque en ese instante, lo que compartían era más profundo que el contacto. Era el comienzo de algo suyo. No de Adeline y Juliette. De Luney y Julieta.

Y eso era aún más mágico.

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Ana Luz Guerrero
hermosa historia, hasta se erizo la piel, felicidades escritora, la reencarnación existe, bendiciones infinitas 🙏
Reyna Torres
Fascinante historia, te envuelve, te atrapa.....la amé de principio a fin

Gracias por compartir tú maravilloso don
Reyna Torres
Ésta es una de las mejores historias qué he leído, mis respetos escritora, es cautivadora
Kitty_flower: muchas gracias por su apoyo♡♡
total 1 replies
namjoon_skyi
Me engancha, sigue escrib.
Kitty_flower: gracias, eso haré
total 1 replies
eli♤♡♡
La idea es fascinante
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