Giiuseppa Lo Vasto fue una leyenda en el mundo del crimen: elegante, letal, y temida hasta por los más poderosos. Sabe de moda, de seducción y de poder. Gobernó su cartel con inteligencia y mano de hierro… pero, al final, todo ese imperio se sintió vacío. Cansada de tanta sangre y traición, decide poner fin a su vida con una sola bala, preguntándose en sus últimos segundos qué habría sido de ella si hubiera elegido otro camino.
Despierta en un nuevo cuerpo. El de Aurora Rossetti una millonaria joven de 21 años, insegura, manipulada por su supuesta mejor amiga, y destruida emocionalmente por una traición que la llevó al suicidio. Ahora Giiuseppa tiene una nueva vida, una nueva cara, y una nueva misión: reconstruir a Aurora desde las cenizas, cobrar venganza en nombre de la joven que no pudo defenderse... y vivir, por fin, con dignidad.
Pero su pasado oscuro, su astucia afilada y su instinto de supervivencia no desaparecen. Esta vez, renacerá para hacer las cosas bien.
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Juego peligroso.
Ambos se separan y conectan sus ojos. Es extraña para ella esta sensación, pero jamás fue una mujer de temer a lo desconocido.
—No te atrevas a decir que fue un error —su voz es baja y ronca, como un pequeño gruñido desgastado.
—No soy de excusar mis acciones con argumentos idiotas, Grimaldi. —Los ojos de ella lo recorren con detenimiento. Qué tiene él, no lo sabe, pero le intriga el hecho de no querer soltarlo.
—Entonces aceptarás esto... —Se acerca más a ella, pero Aurora levanta el mentón.
—¿Esto? Señor Grimaldi, que tenga una corta edad no me hace idiota, y sus palabras de donjuán no me afectarán. —El hombre deja que una sonrisa ladeada se asome.
—Créeme que no busco eso, Rossetti. Tampoco te considero ingenua; eso es lo que más me encanta. —Su mano acaricia el cabello rubio de la chica y baja su voz un poco más, llevando pequeños espasmos a zonas sensibles del cuerpo de ella—. Te propongo algo.
Aurora levanta una ceja, intrigada por lo que puede decir.
—Te escucho. —Ella es firme al decirlo.
—Me gustas, Aurora. Sé que ya lo dije y tampoco será la última vez que lo escuches. Solo digo que nos conozcamos. —La expresión en Aurora es seria; no está segura de sus intenciones, pero cree poder actuar en consecuencia de ser necesario—. Quiero que me dejes estar cerca de ti, aunque, si dices que no, igual me voy a acercar.
Una risa irónica brota de la boca de la chica y entonces habla:
—Deja tu prisa, Grimaldi. Esto es algo extraño, viniendo de mi competencia principal.
—¿Qué dirían los tuyos si supieran que besaste al enemigo?
—Probablemente lo mismo que los tuyos... que somos una maldita bomba esperando a estallar.
El ceño de Luca se profundiza y la toma de la nuca, atrayéndola más a él. Su aroma se adentra por las fosas nasales de la joven y un pequeño temblor se hace presente.
—Han sido años de tener el primer lugar, Aurora. No necesito engañar a nadie para mantener mi empresa. —Cierra los ojos y suspira, pesado, como si su insinuación le hubiese dolido mucho—. No sé qué me ocurre; parezco un demente, lo sé.
Sus frentes se juntan y la observa.
—No te alejes. Solo deja que baje tus murallas, preciosa. —Acerca sus labios a ella; su aliento mentolado baja sus defensas.
«No debería… pero hay algo en él que desarma mi lógica con solo una palabra», piensa. Ella no le contesta, al menos no con palabras: lo toma del cabello y hunde su lengua en él. El beso es deseoso y está lleno de tantas emociones: dudas, nerviosismo, deseo, pasión.
—Princesa, solo no me alejes —susurra en sus labios y luego muerde uno de ellos. Los olores frescos del lugar entran por la ventana, haciendo el momento más mágico.
—Tengo que irme, Grimaldi; ya es hora de regresar al trabajo. —Se aleja un poco, pero este toma su barbilla para clavar sus ojos en ella.
—Te acompaño. Ese imbécil debe saber que no se te puede acercar.
La carcajada que suelta la rubia le encanta.
—¿Ahora tengo dueño? —Entrecierra los ojos, mientras él asiente con una calma que a ella la hace mojarse. Debe apretar sus piernas ante esto.
—Digamos que lo tienes, aunque aún no lo aceptas. —La mano de Aurora se planta en su pecho y lo aleja.
—Bobbi... quieto.
Luca solo se ríe y la acerca a él una última vez antes de ayudarla a levantarse.
—¿Te gusta este lugar?
Ella hace una mueca, como de a quien le parece apenas aceptable.
—No me encanta, pero son tus gustos.
Él niega con la cabeza, mientras las comisuras de sus labios se inclinan hacia arriba de una manera maliciosa.
—Aquí pasarás mucho tiempo; por eso es importante que te guste.
Levanta una ceja, un poco confundida.
—¿Y qué se supone que haría aquí?
Luca niega, riendo.
—Muchas cosas. Cantar, por ejemplo. Ya te dije que...
Ella camina hacia la puerta.
—Sí que tienes un micrófono, pero yo no canto.
Él la detiene por la cintura y planta un beso en su cuello. El olor suave de su perfume hace que desee llevarla arriba, pero asustarla no está en sus planes.
—Me encanta cómo eres: muy ruda, pero también inocente.
Ella se gira y lo enfrenta.
—No soy ninguna inocente.
El hombre la sujeta de la cintura y deja un pequeño beso en sus labios.
—Me encantas, Rossetti... tanto que lo mejor es que nos vayamos.
Ella lo empuja y sale de la cabaña. Llega al auto en la entrada; no espera a que le abra la puerta y entra.
Él solo sonríe. Le fascina cómo es de testaruda; no es mimada y tampoco inmadura. Al contrario, su forma de calcular todo lo enloquece.
La puerta se cierra con un suave golpe y el motor del auto arranca. Con una mano lleva el control del auto, mientras la otra toma la de ella, pero Aurora la aleja.
—Nunca pensé tener una novia malcriada.
Ella lo mira mal y se cruza de brazos.
—Si lo dice por mí, no soy nada tuyo.
Luca se mete en la autopista, mientras su sonrisa se ensancha.
—Sí lo eres, solo que aún no lo sabes. Aunque voy a tratar de tatuarlo en tu piel. —Un silencio, para nada incómodo, se forma entre ellos. Aurora desvía su vista a la ventana y suspira.
«Este hombre hace que la cordura me abandone. Contrólate, por favor», se regaña mentalmente, tratando de evaluar todo lo que él hace con ella y sus sensaciones.
Hablando de otro tema, pienso que Aurora no debería contarle a los papás quien es ella en realidad, para que causarles ese dolor? tal vez a Luca, ya que él no conoció a la verdadera Aurora y no sufriría esa perdida. 🧐🤔🇨🇴
hay que hacerlos sufrir a todos