EL DESPERTAR DE LA HEREDERA

"La angustia mental siempre es resultado de la evitacion del sufrimiento legítimo"

 Stefan Molyneux

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El silencio tras la tormenta era insoportable. Natalie aún temblaba, arrodillada en el suelo, mirando el lugar exacto donde las dos siluetas habían estado de pie segundos antes.

Sus padres.

Lo sabía en lo más profundo de su ser.

Pero ahora… habían desaparecido.

Como si nunca hubieran existido.

* ¿Qué demonios fue eso? —gruñó Azul, mirándola con ojos de sospecha ¿Quiénes eran esas figuras?

No lo sé… respondió Natalie con voz quebrada, aunque por dentro gritaba la certeza. Pero los sentí. Eran míos. Y tengo que encontrarlos y protegerlos

Azul frunció el ceño, claramente perturbada.

Si realmente son quienes creo… entonces no es un milagro. Es una maldición.

Natalie no respondió. Solo la miró con recelo. Su pecho ardía de vacío. El poder que había desatado la había dejado exhausta, y la ausencia de esas presencias era un dolor peor que cualquier herida.

Ellos no son ninguna maldición, no vuelvas a referirte de ellos en ese tono o no respondo

* Solo digo lo que se o es un crimen opinar

no lo es, pero en mi presencia no vuelvas hacerlo

A partir de esa noche, los sueños de Natalie se repitieron. Siempre los veía, siempre los sentía cerca… pero nunca podía alcanzarlos. Era como si un muro invisible la separara de ellos.

Y con cada sueño, la sensación se volvía más clara: no estaban muertos. No del todo. Algo o alguien, los había traído de vuelta, pero incompletos, sin memorias, sin identidad.

La loba, incapaz de entender, solo podía observar. A veces con fastidio, a veces con una sombra de compasión.

Si de verdad eran tus padres, dijo una noche, casi en un susurro, entonces lo peor aún no ha comenzado. Porque tus enemigos no tardarán en descubrirlo. Y cuando lo hagan, ellos serán su primera presa.

Natalie no entendía las palabras de Azul, ¿cuáles enemigos de que hablaba esa mujer?

¡porqué sentía que Azul no era del todo sincera con ella!

Y por eso, aunque el dolor la destrozaba, entendió que debía aceptar la verdad más cruel: por ahora, debía dejar que desaparecieran. Porque tenerlos cerca, indefensos, sería condenarlos a una muerte aún peor que el olvido.

Pero en lo más profundo de su alma, una promesa ardía con fuerza:

Los encontraría. Los traería de vuelta. Y el mundo sabría quiénes eran realmente.

¿Porque hasta ahora aparecen en su vida?

¿Quiénes son realmente ellos?

¿Dónde estuvieron todos estos años?

eran las preguntas que se hacía, sus padres adoptivos no sabían nada de ella solo, la habian encontrado y la recogieron brindándole un hogar

Sus días volvieron a la misma rutina de siempre, los estudios en la universidad donde pronto se graduaría de analista financiera, el hombre que la intranquilizaba tampoco volvió a verlo por el restaurante

* Mejor, ahora tengo una vida demasiado complicada para estar pensando en hombres 🤔

"aunque en realidad nunca lo había hecho" 🤭

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La desaparición de los padres, aumentando el misterio.

El dilema de protegerlos a la distancia.

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