Una novela ligera, con una narrativa fluida para ser comoda para el lector, Esta historia es de ciencias ficción y horror cosmico. Se forja en la vida de un joven que se tendrá que enfrentar a criaturas que sólo existen en viejos libros de demonología, en un mundo de ficción creado por el autor (yo), lleno de misterios y emociones. disfrútalo.
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"Parte 2 Cap.3"
El rey miro a Alex profundamente a los ojos, con una sonrisita algo picara como si estuviera planeando algo mas…
Hasta que las puertas se abrieron con un estruendo.
—¡Padre! ¡Su Majestad! —gritó una voz juvenil, firme y decidida.
Entró a paso veloz un joven de aproximadamente trece años. Su cabello era largo, dorado como el de su padre, el rey. Pese a su rostro infantil, sus ojos brillaban con la determinación de un guerrero. Portaba una armadura negra como la obsidiana, y a su espalda, una inmensa espada de dos manos, roja completa, como un enorme rubí.
—¡Hemos detectado movimiento en el oeste! —anunció el príncipe, agitado—. ¡Al menos trescientos monstruos y dos demonios de rango A avanzan hacia nuestras puertas! Nuestras tropas aún se están recuperando… El veneno dejado por Mamon tras la batalla en la zona sur ha mermado nuestras fuerzas. ¡No tenemos hombres suficientes para defender esa entrada!
El rey se irguió, apretando los puños. Pero antes de que pudiera responder, Leon se detuvo, con los ojos abiertos como platos al ver una figura bien conocida a un lado del trono.
—¿T-Temerio? ¿¡Sigues vivo!? ¡Por todos los cielos, viejo terco! ¡Pensé que habías muerto aplastado o que te habías desintegrado como ceniza santa!
El sacerdote Temerio cruzó los brazos, impasible. Su mirada azul brilló con fría autoridad.
—No soy tan viejo como para morir por una simple mordida de demonio, muchacho. Tal vez tú estés más oxidado que yo… y eso que aún no terminas de cambiar la voz.
Leon rió con alivio, aunque su rostro no perdía la tensión.
—Vaya, sí es usted. Con esa actitud, no hay duda.
El rey se llevó una mano al mentón, sumido en pensamientos. Su aura aún era majestuosa, pero había una debilidad latente en su porte: su poder mágico no se había recuperado desde la última batalla.
Entonces, como un rayo de fuego, una figura descendió del cielo y aterrizó con elegancia en el salón, atravesando una de las enormes ventanas abiertas.
—¡Majestad! —exclamó la joven al hincarse con respeto—. Mi nombre es Sakura, presidenta estudiantil de la Academia de Exorcistas y Caballeros. Vengo en nombre de todos los estudiantes... solicitamos unirnos a la batalla del oeste. Estamos listos para defender este reino con nuestras vidas.
El rey frunció el ceño, sorprendido. Pero antes de que respondiera, Temerio levantó la voz.
—No es necesario que niños mueran por orgullo —dijo con severidad—. Nosotros, los adultos, aún estamos en pie. Aún podemos combatir.
Sakura lo miró… y por un segundo su rostro se iluminó al ver al legendario sacerdote con aun con vida.
—¡Maestro Temerio…! —sus ojos se llenaron de lágrimas que luchaban por no caer—. ¡Si está vivo, eso significa que aún podemos proteger el reino! ¡Por eso… permítanos pelear! ¡Nos entrenaron para esto! ¡No hemos entrenado tanto solo para escondernos!
El salón se tensó. El Rey bajó la mirada. Y su voz grave, cargada de años de guerra y responsabilidad, retumbó en los muros.
—Los niños no deberían interferir en guerras de monstruos sedientos de sangre. Solo un reino desesperado mandaría a sus jóvenes al matadero.
Sakura apretó los puños, con el corazón acelerado.
—¡Desesperados es lo que estamos, Majestad! Nuestros padres, hermanos… ¡todos estaban en la zona sur cuando estalló el ataque en el festival del nacimiento del quinto príncipe! —Su voz se quebró—. ¿Dónde está Rei? ¿Por qué… no ha vuelto desde que desapareció junto a Mamon? ¡Nos dejó solos!
Un tenso silencio se apoderó del salón.
Entonces, caminando con elegancia sobre el mármol, apareció el gato negro de ojos dorados. Kuro, con su habitual presencia silenciosa, se acercó a la joven y levantó la mirada.
—Rei no volverá —dijo con su voz ronca y profunda—. Luchó contra Mamon hasta el fin… y se fue. Pero dejó algo atrás. Ese joven —miró a Alex, que estaba en silencio junto a Temerio— lleva ahora el poder de Rei en su interior. Aunque aún… no puede controlarlo.
Sakura, al oírlo, bajó la cabeza. Una lágrima escapó de su ojo izquierdo, que rápidamente limpió con el antebrazo. Luego levantó la vista con fuego renovado.
—Entonces, más que nunca, debemos luchar. No tenemos a Rei… y ese joven aún no puede ayudarnos. ¡Los estudiantes iremos!
Pero Temerio dio un paso al frente, interrumpiéndola con su voz firme y calmada.
—No hace falta. Yo me encargaré de esa horda.
El salón quedó en silencio una vez más. Temerio se volvió hacia el trono, y con respeto, se arrodilló.
—Majestad… le pido permiso para volver a portar los Guanteletes Sagrados. Los dejé atrás al abandonar mi puesto como General de su ejército… pero si me lo permite, hoy deseo volver a ellos.
El rey guardó silencio. Luego, una risa profunda y vibrante emergió de su pecho. Se levantó del trono con solemnidad y caminó hacia Temerio, posando ambas manos en sus hombros.
—Los Guanteletes siempre fueron tuyos, viejo amigo. El trono solo los cuidó hasta que el legendario “Puños de Dios” decidiera regresar… y descargar su justicia sobre los impíos una vez más.
Los rostros de Leon y Sakura se iluminaron, no podían creer que en esta vida volverían a ver a aquel sacerdote, temido por demonios y reverenciado por los exorcistas, usando nuevamente sus Reliquias Sagradas.
Continuará...
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