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EN OTRO TIEMPO

EN OTRO TIEMPO

Status: En proceso
Genre:Romance / La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Cambio de Imagen / Viaje a un mundo de fantasía / Mundo de fantasía
Popularitas:788
Nilai: 5
nombre de autor: Cecilia Ruiz Diaz

Cinco años después de la desaparición de su hermana Valentina, Anastasia se obsesiona en su búsqueda, sin descansar, ignorando todo lo que los demás decían, así llega hasta sumergirse en un viaje más allá de la realidad y lo imposible

NovelToon tiene autorización de Cecilia Ruiz Diaz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 21: "LOS BESOS NO ALCANZAN"

Ana estaba concentrada en preparar algo —aún no tenía claro qué: podía ser una caja con productos de maquillaje, una hoja con anotaciones de escena, un vestuario mal doblado. No importaba, lo hacía sin pensar, como para mantenerse ocupada.

De pronto, una voz familiar la interrumpió:

—Hola, Ana. ¿Cómo has estado?

Ella levantó la mirada y se encontró con Lucas. Su presencia la tomó por sorpresa, pero sonrió con cordialidad.

—Bien… trabajando, ya sabés —respondió, tratando de sonar natural.

Lucas asintió, sin dejar de mirarla.

—Me enteré de… tu ruptura. No sabía si hablarte, pero quería saber cómo estabas.

Ana frunció el ceño un poco, sin saber si molestarse o agradecer la intención.

—Estoy bien, gracias. Ya pasó —dijo, retomando lo que hacía, aunque sus manos estaban algo torpes.

Hubo un breve silencio. Lucas parecía buscar algo más que decir.

—Me dijeron que en unos días es tu cumpleaños…

—Sí… ya falta poco —respondió ella, con una sonrisa leve.

Se quedaron mirándose, incómodos al principio, pero sin desviar la vista. Entonces, Lucas se animó:

—¿Querés cenar?

Ana parpadeó, confundida.

—Seguramente mi hermana hará algo ese día…

—No —la interrumpió, con una sonrisa tímida—. Quiero decir… mañana. Sábado por la noche. ¿Quieres cenar conmigo?

Ella se quedó quieta. La pregunta la tomó completamente desprevenida.

—Yo… no sé —titubeó.

—Solo si quieres —aclaró él, dando un paso atrás.

—¿Tu no estás con Cate?

Lucas negó con suavidad.

—No. Desde la fiesta de Richard Motors que lo dejamos.

—Oh… no lo sabía —susurró Ana.

Hubo otro silencio. Esta vez más largo, más cargado. Él la miraba con cierta esperanza. Ella dudaba, pero entonces recordó las palabras de Ben, como un eco cálido en la cabeza.

"Intentá conocer a alguien sin todo este drama alrededor..."

Ana respiró hondo. Y sonrió.

—Bueno… sí.

La expresión de Lucas se iluminó.

—A las ocho y media paso por ti.

—Perfecto —respondió ella, y por un instante, se sintió un poco más liviana.

Val y Ana tuvieron un rato libre y decidieron ir al parque a disfrutar de una tarde luminosa y tranquila.

Sentadas sobre el césped, Ana se recostó con la cabeza sobre el regazo de su hermana, ambas hablando en español, bajito, como si el mundo se hubiera detenido solo para ellas.

—Bueno, aún no usaste el pantalón que te compré ni la camisa. Ya casi estás lista para la cena de hoy —comentó Val, juguetona, acariciándole el cabello.

—Sí… igual, no es nada para emocionarse —respondió Ana, mirando el cielo entrecerrando los ojos por el sol.

—¡Yo sí lo estoy! —exclamó Val con una sonrisa entusiasta—. Pero vos...

—Claro que Lucas me interesa… Es atractivo, es bueno... pero no sé… falta algo.

—¿Qué cosa?

Ana dudó un momento.

—No sé... falta...

—¿Qué falta? —insistió Val, mirándola con curiosidad.

—Ese... ese sentimiento de que ya los besos no alcanzan —confesó Ana con pudor, como si decirlo en voz alta hiciera real algo que aún no quería enfrentar.

—¿Eso te pasaba con Chris? —preguntó Val, bajando la voz.

Ana bajó la mirada, visiblemente ruborizada. No respondió.

—Quizás es porque a Lucas no lo besaste... —arriesgó Val con una sonrisa.

Tampoco hubo respuesta, pero esta vez Ana levantó la mirada, más firme, más decidida.

—¿Cómo sabés cuándo…? —empezó a preguntar, pero frenó en seco, incómoda.

—¿Cuándo qué?

—Bueno... Algunas veces te escuché con Esteban...

Val abrió grande los ojos, y ahora la que se ruborizó fue ella.

—¿Me escuchaste?

—¡Ay, perdón! No fue a propósito... —dijo Ana, llevándose una mano a la cara, entre vergüenza y risa—. Solo que… ¿cómo sabés cuándo estás lista?

Val se quedó pensativa, acariciándole el pelo otra vez, más suave esta vez.

—No lo sé... Lo supe cuando todavía estábamos en los dos mil... —respondió con una sonrisa melancólica. Ambas se rieron.

—Pero supongo que es algo así como lo que decís de... de Chris —añadió después.

Ana quedó en silencio, mirando el cielo otra vez.

¿Cómo podía arrancarse esto que sentía por Chris?

Pero a ella también le gustaba Lucas. Y estaba segura de algo: cuando lo besara, iba a aflorar todo. Iba a sentir eso.

Iba a saber que los besos no alcanzaban.

Lucas y Ana llegaron al restaurante italiano puntuales. No era un lugar lujoso, más bien familiar, con luces cálidas, paredes adornadas con fotos antiguas y una leve música instrumental que parecía abrazar el ambiente. El tipo de sitio donde cualquiera podía relajarse, incluso si estaba algo nervioso.

Un mozo joven los recibió con una sonrisa y los guió hasta una mesa cerca de una ventana. Apenas los sentó, se volvió hacia Lucas con una familiaridad evidente:

—¿Algo más, señor Charles?

—No, gracias —respondió él con amabilidad.

Ana lo miró intrigada.

—¿Se conocen?

Lucas sonrió.

—Este restaurante es una herencia de la familia de mi madre. En realidad, es de mi hermano y mío.

—¡Ah! No lo sabía —comentó Ana, mirando a su alrededor—. Es muy cálido, me gusta mucho.

—Eso intentamos —dijo él con sencillez, mientras tomaba asiento frente a ella.

Ana sonreía... hasta que su expresión cambió abruptamente.

Acababan de entrar Chris, Clare y una joven que Ana no reconoció de inmediato, hasta que su corazón se apretó. Era la hermana de Chris. Clare y la otra muchacha se reían por algo mientras se dirigían hacia una mesa cerca de la entrada. Chris parecía menos entusiasmado.

Mierda... ¿Qué hacían justo ahí? De todos los lugares, justo este...

—¿Pasa algo? —preguntó Lucas, notando su incomodidad y girándose un poco, como queriendo identificar la causa.

—No... claro que no —respondió ella rápido, y para distraerlo, tomó su mano con una sonrisa nerviosa.

Lucas correspondió al gesto, pero ella la soltó al poco tiempo, incómoda con su propia reacción.

—¿Recordás a tu madre? —preguntó Ana, intentando iniciar una conversación distinta.

—Claro que sí. Tenía 17 cuando falleció. Peter solo 13 —contestó él, bajando un poco la voz.

—Yo también los recuerdo... un poco. Tenía 10, y Val acababa de cumplir 18.

Lucas asintió con respeto.

—¿Qué les pasó, si no te molesta que pregunte?

—No, está bien. Venían de Resistencia, en el norte de Argentina, a Buenos Aires. El avión en el que viajaban se estrelló. No hubo sobrevivientes.

Lucas bajó la mirada.

—Lo siento mucho...

—¿Y tu madre…? —preguntó Ana con delicadeza.

—Cáncer. Luchó hasta el final, pero no pudo más.

Ana asintió en silencio, con tristeza compartida.

—Mi abuelo también murió de cáncer. Yo solo tenía dos años, no lo recuerdo, pero mi tía dice que fue un hombre duro.

—Mi tío murió de un ACV. Fue tan repentino que todavía a veces no lo creo.

—Te entiendo. Mi abuela, después de la muerte de mis padres, tuvo dos ACV... el tercero fue fatal.

Ambos se miraron. El silencio ya no era incómodo, sino íntimo. Parecían dos almas que se reconocían en la pérdida.

—¿Por qué estamos hablando de todos los muertos de nuestras familias? —preguntó Lucas, esbozando una sonrisa.

—No lo sé... —rió Ana también, por primera vez con naturalidad.

Lucas desvió la mirada hacia uno de los mozos, que le hacía señas discretamente.

—Perdón, estoy esperando una llamada importante. Pedí que si llamaban, me avisen acá. Vuelvo en un segundo... y soy todo tuyo.

—No hay problema —respondió Ana, sincera.

Quedó sola por un momento. Se descubrió sonriendo, algo que no le había pasado últimamente en medio de una conversación tan real.

Entonces, de repente, Chris se sentó frente a ella. En el mismo asiento que Lucas había dejado vacío.

—¿Chris...? —murmuró, completamente sorprendida, mirando instintivamente hacia todos lados, como si alguien pudiera detener ese momento tan fuera de lugar.

Se había olvidado de él por un instante. Por completo. ¿Cómo era posible?

Y ahora... ¿qué hacía?

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