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Florecer De Las Cenizas

Florecer De Las Cenizas

Status: En proceso
Genre:Autosuperación / Traiciones y engaños / Cambio de Imagen
Popularitas:4.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Orne Murino

A veces perderlo todo es la única manera de encontrarse a uno mismo

NovelToon tiene autorización de Orne Murino para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 9: El primer cruce

Juliana seguía con el corazón acelerado por la escena de Martín en la barra. El eco de esa risa femenina aún le perforaba los oídos, como si el universo se divirtiera recordándole cada fragmento de lo que había perdido. Todo en ella quería huir, borrar el instante, desaparecer. Pero el destino, caprichoso, le tenía preparada una jugada diferente.

El choque contra ese pecho firme la sacudió más que cualquier recuerdo. No solo por la sorpresa, sino porque unas manos fuertes, seguras, la sostuvieron antes de que trastabillara. Fue un segundo, quizás menos, pero en ese breve contacto sintió algo extraño: no era solo seguridad, sino también calidez.

—Perdón… yo… —balbuceó, sin encontrar las palabras correctas.

El hombre la sostuvo suavemente de los brazos hasta que recuperó el equilibrio. La música vibraba a lo lejos, pero entre ellos se había creado una burbuja de silencio. Juliana levantó la mirada y entonces lo vio bien: alto, con hombros anchos y un porte que imponía sin necesidad de esfuerzo. Su cabello oscuro estaba prolijamente peinado hacia atrás, con ese brillo natural que parecía propio de alguien que cuidaba cada detalle. Y sus ojos… oscuros, profundos, con un destello que parecía recorrerla entera.

Juliana sintió cómo el rubor le subía al rostro. Se descubrió atrapada, mirando más de lo debido. Era como si no pudiera apartar la vista, como si aquel desconocido tuviera algo magnético en su presencia.

—No, la culpa fue mía… estaba distraída —dijo finalmente, bajando un poco la mirada.

El hombre sonrió, con un gesto elegante, casi encantador, que dejó ver un hoyuelo leve en su mejilla derecha.

—No se preocupe —respondió con un acento italiano inconfundible, que acarició el aire como música—. Diría que no es tan grave. Aunque… —hizo una pausa breve, dejando que sus palabras fluyeran con naturalidad—, si realmente quiere disculparse, podría aceptar una copa conmigo.

Juliana se mordió el labio inferior, nerviosa. ¿Una copa? Su corazón seguía desbocado, no tanto por la invitación sino por la intensidad con que él la miraba. Nunca había sido de sonrojarse fácilmente, pero ahí estaba, colorada como una adolescente sorprendida por su primer amor.

—Yo… estoy con una amiga —respondió con cierta timidez, sintiéndose ridículamente torpe.

El hombre no pareció molestarse; al contrario, su sonrisa se amplió con naturalidad.

—Perfecto —dijo, con una tranquilidad desarmante—. Yo también estoy acompañado. Alessandro Rossi —señaló hacia la barra lateral donde otro hombre, igualmente elegante pero con un aire más relajado, levantaba una copa en su dirección—, empresario y, sobre todo, mi mejor amigo.

Juliana miró a Micaela, que observaba la escena desde unos pasos atrás con una ceja levantada y una sonrisa pícara. No necesitaba palabras; su amiga estaba disfrutando la situación como una espectadora de lujo.

El italiano extendió una mano hacia Juliana.

—Soy Mattia Moretti —se presentó con voz grave, segura, pero cargada de un magnetismo natural—. Y usted es…

Por un momento, Juliana dudó. Había algo en ese hombre que la intimidaba, pero no de un modo negativo. Era esa mezcla de autoridad y calidez que la descolocaba.

—Juliana… Juliana Álvarez —respondió, estrechando su mano. El contacto fue breve, pero bastó para que una corriente extraña recorriera su piel.

Mattia sostuvo su mirada unos segundos más, como si quisiera grabarse su rostro.

—Encantado, Juliana Álvarez —dijo despacio, pronunciando su apellido con un acento que lo hacía sonar distinto, casi poético.

Juliana sintió la necesidad de romper el hechizo y retiró la mano, acomodándose el cabello corto detrás de la oreja, un gesto automático que no hacía más que exponer su nerviosismo.

—Bueno… supongo que una copa no hará daño —cedió al fin, más para salir de ese juego de miradas que porque realmente lo hubiera decidido con claridad.

Micaela se acercó justo a tiempo, interrumpiendo la tensión.

—Parece que ya no soy necesaria —bromeó con una sonrisa amplia, mirando de reojo a Mattia y luego a Juliana.

—Siempre sos necesaria —le respondió Juliana, apretándole la mano como buscando un ancla en medio de la intensidad del momento.

Mattia los guió hacia la zona donde estaba Alessandro. El ambiente en esa parte del VIP era más íntimo, con sofás amplios y mesas de cristal. Alessandro los recibió con una sonrisa encantadora y un brindis en alto.

—Así que ésta es la mujer que casi te tira al suelo, Moretti —dijo en tono de broma.

Juliana rió nerviosa, y Mattia simplemente arqueó una ceja, divertido.

—Digamos que fue una coincidencia afortunada —replicó el italiano, sin apartar los ojos de ella.

Mientras se acomodaban, Juliana sentía cómo la incomodidad inicial empezaba a mezclarse con otra cosa: curiosidad. No conocía a ese hombre, pero había algo en él que la atraía sin remedio. Y lo peor, o lo mejor, era que se notaba que él también estaba interesado.

Pidieron copas de vino tinto, y la conversación fluyó más de lo que Juliana hubiera imaginado. Mattia hablaba con calma, con esa cadencia italiana que volvía cualquier frase más envolvente. Le hacía preguntas sencillas, pero cada respuesta de ella parecía escuchada con un interés genuino, como si de verdad quisiera conocerla.

A ratos, Juliana se sorprendía mirándolo demasiado tiempo. El contraste entre la elegancia de su traje oscuro, la firmeza de su mandíbula y el brillo en sus ojos le resultaba demasiado para una noche que había empezado tan mal.

“¿Qué estoy haciendo?”, pensó, sintiendo el calor en las mejillas. Hacía tanto que no se permitía sentir algo así… algo nuevo, algo que no estaba contaminado por las mentiras de Martín.

Sin embargo, no podía negar lo evidente: estaba colorada, atrapada en la intensidad de un hombre que parecía mirarla como si la hubiera esperado toda su vida.

La noche avanzaba, y aunque Juliana intentaba convencerse de que solo era una coincidencia pasajera, en el fondo una parte de ella sabía que ese encuentro iba a marcar un antes y un después.

El destino, una vez más, había hecho su jugada.

1
Maritza Suarez
👍
Lorena Itriago
Martín no estaba preso? no entiendo porque está en su departamento?
Lorena Itriago
tengo una duda Micaela y Camila son la misma persona?
Edith Villamizar
Hola inicio de ésta historia 🌹
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