La Bruja De Arendelle

SCARLETT

Pasaron solo tres días para que Su Majestad regresara a su Palacio; sin embargo, no dejó de venir a buscarme con excusas estúpidas para evitar que la gente que venía a buscarme por motivos más sensatos y cuerdos que los que tenía ese estúpido Alfa de pacotilla.

Había veces en las que simplemente me hacía querer golpearlo hasta borrarle esa maldita sonrisa de su arrogante rostro.

Estaba cansada de su cercanía, pero al mismo tiempo no podía concentrarme si no lo tenía cerca de mí. Era extraño y aun así necesitaba que estuviera cerca de mí cuando estuviera trabajando en mis hechizos de protección, amuletos, medicinas y pociones, incluso para dormir.

Me era extraño y al mismo tiempo interesante, pero ser la Reina Luna no era algo que tuviera en mente ni en broma. Además, mi destino siempre fue ser la bruja de Arendelle, la bruja del bosque y la rara del pueblo, como siempre me decían.

Suspiré pesadamente mirando el caldero burbujeando, mientras las hierbas que agregué en el agua comenzaban a teñirla de un color ámbar, era del mismo color que los ojos de ese Alfa...

Seguí trabajando hasta que finalmente había terminado uno de los tantos antídotos que tenía que hacer cada determinado tiempo, sobre todo en época de cacería y de celo, lo peor era en esas dos épocas porque siempre venían brujas con malas intenciones de envenenar al Rey Alfa o drogarlo con un afrodisíaco para hacerle pensar que ha encontrado a su Reina Luna, por desgracia eso pasó tantas veces que ya ni recordaba en cuál de todas esas ocasiones una era veneno y la otra, afrodisíaco. Pero eso no importaba.

Lo único que importaba era que podía estar en paz, sin nadie me molestara en mi soledad dentro del bosque que era mi fortaleza y mi fuerza como mujer y bruja.

Pero cuando creí que por fin podía respirar con calma, una voz bastante conocida y molesta rompió esa calma. Abrí la puerta con magia y era ese idiota.

—¿Qué lo trae por aquí Su Majestad?—Entró con cara de pocos amigos.

No dijo nada, cerró la puerta detrás de él, me miró fijamente Su mirada afilada estaba molesto muy, muy molesto, sin embargo, mantuvo la compostura, pese mi nerviosismo y mis deseos de salir corriendo, pero había algo en él qué me hizo retrocedes no puedo evitarlo tuve que detenerme y terminé estampada contra la pared él me acorraló.

Cubrió mis dos únicas salidas con sus brazos vitando que escapara tenía miedo, sin embargo, sus ojos color harán se tornaron rojo carmesí en ese momento fue que me di cuenta de que su lobo interior había tomado el control no solo él estaba molesto sino también su poseedor. Y aun así tuve el valor de enfrentarlo.

Sus ojos se tornaron rojo carmesí nuevamente, esos ojos me atraían de una forma tan inusual. Ese color era como la escarlata. Escarlata...

—Que color tan hermoso...—Murmuré mirando sus ojos. Él me miró con desconcierto, creo que pensó que el color de sus ojos me iba a aterrar, pero no fue así, ese color era la representación perfecta del significado de mi nombre. Algo que siempre oía decir a mi Madre cuando era niña y le preguntaba por qué me había puesto 'Scarlett'.

Y su respuesta siempre fue que yo nací en la luna escarlata. Cuyo momento en el que ella me dio a luz en el bosque, sola y sin nadie que la ayudara en el parto. Simplemente, se encomendó en la Diosa Luna y rogó porque yo estuviera bien. Y luego de haber estado casi veinte horas en trabajo de parto, finalmente nací y en ese momento mi Madre miró a la luna, me elevó en sus brazos hacia el cielo mirando a la luna escarlata y agradeció a la Diosa el milagro de dejarme nacer en este mundo.

Luego de eso me nombró 'Scarlett', y desde ese momento he vivido con ese recuerdo. Por lo que al ver ese color en sus ojos me traía tantos recuerdos de mi Madre y era algo que siempre iba a apreciar hasta el fin de los tiempos.

—¿Qué dijiste?—Volví en sí cuando me habló. Lo miré desconcertado.

—Es un color muy hermoso. Igual que el color escarlata. Simplemente bello.—Expresé aún anonadada por el color.

Él se relajó de golpe, posó su frente sobre la mía. Cerró los ojos y lanzó un largo suspiro, sentí cómo todo mi cuerpo se relajaba y eso hizo que el encantamiento que había puesto en mí evitando que él sintiera mi olor se deshiciera como el viento. En ese momento solo me importaba estar cerca de él y nada más.

Mi bruja interior Anne estaba ansiosa por ver sus pensamientos, sus deseos y sobre todo mirar a través de su lobo interior. Era tan tentador que estuve a punto de hacerlo, pero antes él tomó mis manos y las puso a la altura de mi cabeza, sujetando con fuerza mis muñecas evitando que me soltara, con la otra mano me tomó de la cintura atrayéndome hacia él. Sus ojos seguían siendo del mismo color, escarlata.

Inclinó su cabeza hacia mi cuello, aspiró profundo y sonrió satisfecho.

—Tu olor es exquisito...—Dijo con un suspiro de placer.

Siguió aspirando hasta que sentí besos húmedos en mi cuello, quise soltarme del agarre que tenía en mis muñecas, pero no me dejó, en cambio, solté un gemido y un suspiro juntos. Siguió besando mi cuello hasta llegar a mis senos, soltó mi cintura y empezó a tocarme los senos hasta hacerme gemir en alto.

—¡¡AH, AH, AH!!—Grité excitada.

Dejó en paz mis senos, luego fue directamente a la falda de mi vestido negro con vuelo en la falda, la subió sin reparo alguno y movió sus dedos en busca de mi ropa interior y sentí enseguida sus dedos dentro mío. Di un brinco de sorpresa y comencé a gritar, no gemía gritaba excitada. Lo bueno de vivir en el bosque era que no tenía vecinos a mi alrededor, mis únicos vecinos eran los animales y ya.

Sentí cómo me quitó la ropa interior de un solo tirón y sentí un ardor luego de eso. Nos miramos y pronto noté que su mirada se había oscurecido, mi bruja interior quiso tomar el control, pero no la dejé, quería conocer a su lobo interior y ver hasta dónde llegábamos tanto él como yo.

Puso su mano en mi rostro de forma cariñosa y dijo con voz ronca:

—No tienes que hacerlo, si no lo deseas.—Me dijo en un tono comprensivo. Pero yo no quería parar y no sabía sí era por la fuerte y poderosa atracción que sentía por él que muy bien sabía que era más que eso. Posiblemente, era mi conexión como su Mate, no eso no era, era algo más, algo que iba más allá de lo que ambos compartíamos.

—Cállate y bésame...—Dije sin pensar y pronto sentí sus labios sobre los míos, sus labios encajaban a la perfección con los míos, la suavidad de sus labios y la perfección de sus besos me excitaban aún más. Eran perfectos y encantaban. Sabía que no me cansaría de esto jamás.

Rompimos el beso, ambos teníamos la respiración acelerada y entrecortada. El placer se había apoderado de los dos sin pensar, nos miramos y entonces sus ojos se tornaron normales y me miró algo desconcertado, pero al mismo tiempo noté que él era consciente de lo que había pasado; sin embargo, no dije nada.

Me soltó de golpe apenado y su rostro mostraba un evidente sonrojo, su mirada se desvió hacia otra parte, rápidamente arreglé mi vestido y me puse con magia mi ropa interior, nos alejamos el uno del otro.

Estaba por decir algo cuando él dijo:

—L-Lo siento...—Me dijo con pena evidente en su voz.

Negué con la cabeza pensando en que no solo él fue culpable, sino que yo también, por no poner un límite.

—No es del todo su culpa, yo debí de haberlo detenido, pero no lo hice y, en cambio, lo provoqué liberando mi olor y...

—No te culpes, —me dijo.—al ser Mates esta conexión es demasiado poderosa y peor aún...

—¿Por qué?—Dije muy inocente.

—La época de celo está cerca...

Solté una maldición y fue entonces que entendí todo, era simplemente el calor del momento lo que nos hizo hacer todo eso. Gracias a la Diosa que no pasó nada más, pero si era consciente de que tenía que... pensar con la cabeza.

—Maldita sea... lo lamento mucho, no quise que esto pasara y sinceramente no buscaba hacer eso—. Hablé con honestidad. Realmente estaba avergonzada y él también.

Luego de eso ya no nos dijimos nada y él se fue antes del anochecer.