Leonor una joven de corazón puro que luego de que en su primera vida le tocará experimentar las peores atrocidades, vuelve en el tiempo y jura vengarse de todos aquellos que algunas vez destruyeron su vida por completo.
Nueva historia chicas, subiré capítulo intercalando con las otras dos. Sean pacientes, la tengo que subir por qué sino se me va la idea😜😜🤪
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cap.9
En el salón del trono...
Al día siguiente, toda la corte imperial estaba presente, exigiendo explicaciones sobre lo sucedido la noche anterior. El hecho de que el príncipe de Zenda hubiera estado en la fiesta de cumpleaños de la princesa había tomado por sorpresa a muchos.
Cuando el emperador se presentó, el gran salón quedó en completo silencio.
Maximus tomó asiento en el trono y, luego de un suspiro, habló:
—Buenos días, caballeros. Tengo un anuncio que hacerles. La princesa Leonor, anoche, me presentó a su prometido. Ella y el príncipe Mauricio de Zenda me pidieron mi aprobación para contraer matrimonio.
Un silencio sepulcral se apoderó del lugar, hasta que el ministro de Guerra rompió la quietud:
—Emperador, esto es...
—¡Una locura, majestad! —exclamó otro—. ¡Durante más de cuarenta años, Zenda ha sido nuestro enemigo!
—¡Y ni hablar de las veces que han saqueado a nuestros mercaderes! —añadió un tercero.
—¿Qué buscan con esto?
—No puede aceptar, majestad. La princesa es la candidata más apta para el trono. ¡Si se va, perderemos todo!
Maximus los observó con descontento. Todos querían decidir por la vida de su hija, igual que la Emperatriz. Y eso, ya no lo iba a permitir.
—¡Silencio! —ordenó—. Esto no es un debate. Solo les estoy informando lo que sucederá.
—¿Y qué pasará con Atenea? —se atrevió a preguntar otro noble.
—La princesa también me confesó que luchará por el trono. Ella desea ser emperatriz tanto de Zenda como de Atenea.
En ese momento, uno de los hombres sonrió y, en el profundo silencio, sus palabras resonaron con claridad:
—Chica astuta.
Maximus lo miró con atención.
—Sabía que mi sobrina haría grandes cosas —prosiguió el hombre—. El Archiducado apoyará a la primera princesa. Será interesante ver cómo esos idiotas de Zenda se postran ante nuestra emperatriz.
—¿Hermano? ¿Cuándo llegaste? —preguntó Maximus, sorprendido.
—Luego te contaré —repuso el Archiduque Sander, sonriendo—. Veo que mi sobrina es bastante inteligente. No solo consiguió un prometido, sino que también solucionará las disputas entre ambos imperios sin derramar sangre. Ella sí entiende de estrategia militar.
—¿Qué quiere decir, Archiduque? —preguntó un noble.
—¿No lo ven? —explicó Sander—. La princesa pondrá fin a nuestras guerras de forma política. Con este matrimonio, acabará con siglos de enfrentamientos.
Los nobles comenzaron a comprender sus palabras, hasta que otro intervino:
—¿Pero qué pasará con nosotros? ¿También tendremos que postrarnos ante el príncipe? ¿Y las rutas comerciales que reclaman?
—A cambio, obtendremos acceso a los puertos de Zenda —intervino otro, con mirada calculadora—. Nuestra mercancía podría ir más allá de este continente. Yo lo veo como otra forma de conquistar un imperio.
Maximus sonrió y añadió:
—Yo lo he analizado de la misma forma. Por eso organizaré una reunión con los emperadores de Zenda para acordar los términos de este compromiso.
—Majestad —insistió un noble—, muchos de nosotros esperábamos que la princesa eligiera a uno de nuestros hijos...
—No elegiré al prometido de mi hija —respondió Maximus con severidad—. La Emperatriz les dio mala información. Mi hija jamás aceptaría un compromiso impuesto. Tampoco había autorizado a la Emperatriz a buscarle pretendientes. Ya la he reprendido por ello. A raíz de lo ocurrido, la Emperatriz permanecerá alejada del palacio durante un tiempo.
Nadie se atrevió a replicar. Hasta que otro noble comentó:
—Aun así, sigo creyendo que la princesa Leonor es más apta para el trono que cualquier príncipe. El Condado Ferré la apoya.
Uno a uno, los nobles se pusieron de pie para declarar su apoyo a la princesa. Maximus, satisfecho, concluyó:
—Aún no se votará. Esperaremos tres meses, lo que dure el compromiso. Quiero observar el comportamiento del príncipe Mauricio. Si todo es como parece, yo mismo coronaré a ambos como futuros herederos de Atenea.
Esta decisión tranquilizó a los presentes. Después de discutir algunos asuntos más, todos se retiraron.
Solo el Archiduque Sander permaneció. Se acercó a Maximus y lo saludó con una sonrisa fraternal.
—Hola, hermano.
—Creí que estabas demasiado ocupado en las fronteras para regresar.
—Una carta de mi sobrina me hizo volver. Ahora comprendo el motivo. Esa niña sigue demostrando su inteligencia.
—No lo sé... aún dudo que esto sea lo mejor. El príncipe de Zenda no es conocido por su pureza.
—¿Y crees que nuestra princesa no podrá con él? —rió Sander—. Por lo que veo, esa niña heredó la belleza e inteligencia de Atenea misma.
—En eso no te equivocas —admitió Maximus, sonriendo—. ¿Sabes lo que hizo? Selló un pacto de sangre con el príncipe...
Sander soltó una carcajada.
—Jajaja... Creí que el príncipe era más astuto.
—Si los emperadores de Zenda se enteran, podría haber problemas.
—Y si el príncipe rompe su promesa, aún peores. Nosotros sabemos lo que significa romper un pacto sagrado, pero quizás él no.
—Eso ya no sería nuestro problema. Sería el de ellos —dijo Maximus, pensativo—. Pero cambiando de tema, ¿dónde está mi preciosa sobrina?
—En su palacio. Ve tranquilo. Luego te alcanzo. Debo enviarle una carta al príncipe para informarle mi decisión y pedir una audiencia con los emperadores de Zenda.
—Muy bien, hermano. Nos veremos luego.
Sin más, el Archiduque partió hacia el palacio de su sobrina, dispuesto a descubrir cómo sabía ella lo que le esperaba a su regreso...
Gracias querida autora por regresar y hacernos vivir tan bellas aventuras