El Peso De Tu Mirada.

En el antro Andy y Joe buscan a Penélope en el lugar pero no la encuentran, en su lugar Frederik sostiene a Andy de la cintura, haciendo que este quiera soltarse, pero no lo consigue.

—Tú y yo tenemos que hablar. — susurra en el oído de Andy.

—Tú y yo, no tenemos nada que hablar. — respondió, alejándose.

—No busquen a Penélope, Dennis se la acaba de llevar. — Joe, pone sus ojos en blanco.

—Tu hermano tiene un serio problema con la pequeña. — agrego de manera sarcástica.

Frederik, sostiene la mano de Andy llevándose lo al baño, metiéndose a un cubículo poniéndolo con la puerta y él, sus miradas se desafían, sus manos piden continuar, Andy no aguanta el tener que solo coquetearle. Quiere volver a probar sus labios, como la primera vez, tenerlo enfrente y no poder hacerlo sería tener que romper con la promesa que dijo aquella vez que descubrió a Frederik mintiendo.

Penélope y Dennis, aun metidos dentro del auto, aquella mirada que pide una explicación, a una joven de que tiene en frente, mirándolo confundida y enojada. Ese sentimiento confuso estaba provocando dolores de cabeza a Dennis, no sabes que es lo que lo provoca pero lo que sabe es que aparecen cuando ve a la menor con otro chico.

—Dímelo Croissant... ¿Ese tipo de chicos te gustan? — acaricia sus mejillas.

—¿Acaso estas drogado? — Quita sus manos. — Quiero que me lleves a casa o te denuncio. —

—Responde Penélope. — la mira directo a los ojos. — ¿Ese tipo de chicos te gustan? —

—Eso no te importa. — abre la puerta del auto. — Por favor, no me mires así. —

—Sí que me importa... — Dennis se quedo callado.

—¿Porque? — la suelta. — ¿Dennis porque te importa? —

Dennis se quedó callado, ignorando las preguntas de Penélope sintiéndose amenazado y vulnerable. Comienza a conducir Penélope seguía mirándolo, esperado una respuesta de su parte, pero nunca llegara. En unos segundos Dennis llego a la casa de los García, la joven Penélope se bajo del auto y camina hasta el portón, en donde abrió pero se detuvo antes de ingresar, volteo para mirar Dennis y solo ignorarlo.

A la mañana siguiente Penélope se levanto temprano para no encontrarse a Dennis, pero no contaba con que él estaría esperando para llevarla a trabajar.

—Ni se te ocurra, acercarte hoy me levante con los patos cruzados y no quiero aguantarte. — hablo con la frente fruncida.

—¿Qué tu qué? — la observa confundido.

—¿Qué es lo que quieres Dennis? — pregunto fastidiosa.

—Quiero pedirte perdón por lo de ayer. —

En esos segundo, un auto de color negro se detiene enfrente de la casa de los García y de este se baja Justina, de manera elegante y con aires de superioridad, aquella sonrisa falsa, hace que Penélope sonrisa, se acerca a su nieta Penélope, y con sus anteojos de sol, puesto los baja, la observa de manera deferente y sonríe. Penélope se cruza de brazos, al saber que tendrá que discutir con su abuela, respiro profundo esperando el primer golpe.

—Hola Penélope. — saludo ella desde donde está parada. — Hola Dennis. —

—Buenos días abuela. —

—Como esta, Justina. — respondió Dennis, parado detrás de Penélope.

—¿A dónde estás yendo? — pregunto.

—Tengo que trabajar. — respira profundo.

—Bueno hoy faltaras, para venir conmigo. — Penélope, ríe de manera repentina.

—No. —

—¿Qué dijiste? —

—Que no voy a ir a ningún lado contigo. Con su permiso. —

Mientras camina, Penélope es llamada por Andy que se encuentra dentro del auto de Joe, sin pensarlo se sube a la parte de atrás y desaparece.

Justina, quien la estaba llamando termina por quedarse con Dennis, confundida su propia nieta le había dicho que no y la también la había ignorado.

—Lo siento mucho, señora García pero tengo que irme. — hablo primero Dennis.

—Dennis, ¿Tu sabes quienes son esos niños? — pregunto.

—Son los nuevos amigos de Penélope. — respondió con una sonrisa. — No debe preocuparse, son buenos chicos. —

—Por susupuesto que debo preocuparme, mi nieta esta sola... ahora que la pude recuperar la, no pienso dejarla que se junte con personas que pueden hacerle mal a su vida. — Al escuchar eso, Dennis se queda sorprendido.

—Entiendo. Si me permite yo me retiro. — se alejo.

Dennis se había preguntado, si Justina realmente conocer a su nieto, recuerda la cena de Bienvenida y a Penélope no se la ve muy contenta, es un ambiente al que ella no está acostumbrada.

Antes de llegar a su trabajo, pasa por la tienda de en donde Penélope trabaja, y el simple hecho de verla ahí, lo deja tranquilo, nota el auto estacionado de los hermanos Medina.

—No la entiendo... — pasa su mano por la nuca. — ¿Que clase de chicos le gusta? —

Aquella pregunta, llego a alterar su mañana pero aún más al recordarla bailando con aquel joven, de manera provocativa aprieta el puño y continúa con su camino llegando a su trabajo.

Florecía, su empleada lo reside en la entrada de su oficina, Dennis la observa y nota que muy diferente a ella, no importaba la diferencia de edad, solo sabía que cada una tiene algo totalmente diferente a la otra.

En la casa de los García, Justina lega completamente enfadada lanzando su bolso hacia la cama. Molesta y enojada. Alfonso quien la observa, se acerca para consolarla sin preguntarle que fue lo que pasó. No hacía falta hablar para que ambos compredieran con solo miradas, lo que había pasado.

Las horas pasan y Dennis se encontraba firmando y cellando algunos papeles, para el siguiente restaurante que se abrirá cerca de la costa. Florecía, quien habla con él lo nota distante y pensativo.

—¿Dennis te pasa algo? — pregunto. Sin obtener respuesta.

Ella se levanta, y camina hasta él sentándose en el apoya brazos de la silla, para acariciar sus cabellos, hombros y brazos. Seduciendo de a poco.

—Flor estamos en el trabajo. — agrego.

—Solo quiero que dejes estar tan pensativo. — tiro la cabeza hacía atras. — Permítete a revivir ayuda, y créeme que no te arrepentirás. —

Aquella palabras hacen que Dennis, cierra los ojos mientras que Florencia, comienza a tocar parte de su cuerpo, sin importarle que estuvieran en el trabajo. Las caricias, los cortos besos en su cuello, y la manos finas de Florencia solo le hacen querer recordar aún más a Penélope. Aquella niña que sin decir o hacer algo, lo cautivo.

La noche había llegado, y Penélope se encontraba llegando a la casa de Sofía, observa para todos lados, esperando no encontrarse a Dennis, pero sin darse cuenta él aparece detrás de ella asustando un poco.

El celular de Penélope suena y atiende ignorandolo haciendo que él se moleste, su mirada se relajo, como si un depredador estuviera dudando si matar a su presa sería buena idea. Dennis escucha su conversación con cuidado y reconoce la voz del otro lado del celular.

—Croissant, quiero hablar contigo. — agrego, siendo ignorado.

—Lo siento, estoy ocupada. — pasa el portón. — Si te escucho, ¿Hoy a la noche? ¿A que hora? —

Los celos lo estaban matando, su mente lo llevó a imaginar muchas cosas a la pequeña Penélope hablando de manera coqueta con aquel joven, o bailando de manera seductora con aquél joven, y lo peor besándose con aquél joven.

Abrió el portón antes que ella lo cerrase por completó y pasa, haciendo que se sorprendiera aún más. En un acto de molestia le quita el celular a Penélope para tomarla de la cintura y acercarla a él.

Nunca de imagino tenerla tan cerca, sabiendo que ella no lo quiere, ni mucho menos lo soporta.

Prefiere tener su odio, antes que salga con otro chico. Que no se él.

—¿Que mierda estas haciendo? — Apoya sus manitos en el pecho de él.

—Solo quiero hablar contigo. — su voz suave y su mirada penetrante.

—Esta bien pero no es manera de llamar la atención. — se aparta.

—Si es la única forma de tener tu atención, entonces acostúmbrate, porque no me molesta tenerte así. — Sonríe de manera picara.

—Ok, primero que nada, soltame. No vuelvas a tocarme. — Dennis no la suelta.

—¿Porque me haces esto? — pregunto, acariciando su mejilla con una mano.

No dudo en acercarse para verificar sus sentimiento, para saber si realmente siente algo por ella, para saber si lo siente son celos o solo es comprensión. Sin notarlo, Penélope se deja tocar por la grandes y masculinas manos de Dennis, su otra mano en su cintura la hacen vestir más pequeña. Ahora se siente indefensa.

Dennis en un acto poco paranoico, besa los labios de Penélope sintiendo su suavidad, sus gorritos labios, sus pomposo labios. Aquel sentimiento de celos, no sólo se habían desaparecido, aquellos sentimientos están mucho más claro que el agua.

Su otra mano pasa a su cintura, abrazándola presionando contra su cuerpo, no le resultaba difícil temer que abrazarla, le resulta difícil de creer que él mismo se pusiera el limite de tocarla aún más. Su cuerpo pide que tenga más contacto con ese cuerpo.