una mirada una obsesión o amor a primera vista? su ángel misterioso o su demonio personal? que será de la vida de Mariana y Mauricio viconti.
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Capítulo 7 – A punto de volar
[Punto de vista de Mariana]
El calendario no mentía. El tiempo había pasado tan rápido.
Faltaban apenas unas semanas para su cumpleaños número 18 y para el fin de la secundaria.
El final de una etapa. El comienzo de otra.
¿Pero cuál?
La carta había llegado dos días antes.
Universidad Nacional de Bellas Artes y Diseño.
Beca completa. Alojamiento cubierto. Gastos mínimos. Una oportunidad única.
Mariana la leyó cinco veces antes de poder procesarla.
No había aplicado. No había enviado su carpeta. ¿de dónde venía? Y por qué?
Y sin embargo… allí estaba, entre su manos un pequeño pedazo de papel que contenía sus sueños en palabras, su oportunidad de hacer lo que le apasionaba.
—¿Y? —preguntó su hermano mayor, Damián, mientras se servía café en la cocina de la panadería— ¿Lo vas a aceptar o vas a seguir dibujando en servilletas escondida en el techo?
—¿Y mamá? ¿Y ustedes? —respondió Mariana, mordiéndose el labio— No puedo dejarlos solos.
—¡Ay, Mariana! —saltó su otro hermano, Elías— Que la universidad está a dos horas, no en otro planeta. Vas a poder venir los fines de semana si querés.
—O llamarnos cada media hora para quejarte de la comida de allá o refunfuñar por teléfono como niña chiquita —agregó Franco, el del medio, guiñándole un ojo.
Mariana sonrió, pero su pecho seguía enredado.
No podía dejar sola a su mamá.
No con ese corazón frágil, con los turnos médicos, con la panadería.
—Mi amor —intervino su mamá desde la mesa, con la voz suave, como cuando le leía cuentos de chiquita— Tus hermanos ya hablaron conmigo. Vamos a organizarnos. Yo voy a estar bien, no te preocupes por mí.
—Pero…
—Maru. Esta oportunidad es un milagro.
Y los milagros no se desperdician.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
Su madre la miró con dulzura, tomándole la mano.
—Yo quiero que te vayas. Que crezcas. Que estudies lo que amás. Y que te abracen nuevas aventuras.
¿No te gustaría?
—Me encantaría —susurró Mariana.
Y entonces lo supo:
Iba a ir.
Esa misma noche, mientras los chicos jugaban a las cartas en el living y su madre ya dormía, Mariana subió al techo con su cuaderno.
Sacó su celular y abrió un correo nuevo.
Para: benefactor.anonimo@universidad.edu.ar
Asunto: Gracias. De corazón.
Mensaje:
Buenas noches.
No sé si vas a leer esto. No sé si realmente existís o si todo es una hermosa casualidad del universo.
Pero quería decirte gracias. Por la beca. Por creer en mí.
Por algún motivo, siento que esta no es la primera vez que aparecés en mi vida.
Hace meses alguien me regaló un cuaderno profesional de dibujo y lápices increíbles. Nadie lo admitió en casa. Siempre sospeché que alguien en secreto me veía.
¿Fuiste vos?
Si lo fuiste… gracias otra vez.
Si no lo fuiste… igual gracias, por darme esta oportunidad.
No sé quién sos, pero me haces sentir vista.
Con cariño,
Mariana.
Lo envió con el corazón latiendo fuerte.
Y se quedó mirando las estrellas, deseando que quien fuera que estuviera del otro lado… respondiera.