Dime Que Me Odias

Narra Marcos

Observo a López desde lejos mientras abre su casillero. Lleva esa camiseta holgada que se le cae de un hombro y que me obliga a recordar exactamente cómo se veía debajo cuando lo empujé contra el árbol. Hasta para mí mismo a veces la devoción que siento por èl me resulta enfermiza, pero ya había firmado mi sentencia. No hay vuelta atrás.

Javi aparece a mi lado, siguiendo mi mirada.

—¿En serio no te aburres de mirarlo? —resopla, ajustando el anillo de metal que siempre lleva. El mismo que me cortó la mejilla ayer.

—Cállate —le digo, pero sin convicción

Porque la verdad es que nunca me aburro de mirarlo.

Todos trotamos alrededor de la cancha. Danny va un poco más lento, como siempre, como si intentara pasar desapercibido, pero es imposible no verlo.

Javi "tropieza" y lo empuja contra la valla con demasiada fuerza. En ese momento siento que las venas se me hinchan y algo en mi mandíbula hace crack.

—Ups —dice, con esa sonrisa de mierda que me hace recordar por qué solíamos ser amigos.

Danny se frota el brazo, pero no dice nada. Nunca dice nada, sus ojos sin embargo son pura llama.

Y algo en mí explota.

Me interpongo entre ellos antes de que pueda pensarlo.

—No — Una sola palabra, plana, fría y definitiva

Javi palidece. Todos se quedan mirando.

Hasta el profesor de deportes calla. Si tuviera un espejo en este momento sè que hasta yo mismo me asustaría. Por qué nunca había sentido la ira que estaba sintiendo en este momentos.

Me imaginè muchos escenarios y en todos Javi escupía los dientes hasta pedir disculpas.

Javi me sigue adentro, cerrando la puerta de una patada. Es una de sus rabietas de princesita chula. Lo tengo muy consentido solo por ser mi mejor amigo pero hay límites. Sè que en un principio los dos y el grupo disfrutábamos avasallar a Danny... pero ahora tendrá que quedarse calladito. Cuando algo es mío lo protejo hasta el final.

Sin embargo Javier sigue jugando con mi paciencia.

—¿Qué mierda te pasa, Rojas? —escupe—. ¿Te gusta el maricón o qué?

Me lavo las manos, despacio, mirándolo en el espejo. Mis ojos son puro hielo y èl se echa un poco hacia atrás al notar la daga que proyecta mi rictus.

—No lo toques otra vez —

—¿O qué? —se acerca, hinchado como un pavo—. ¿Me vas a golpear por él?

En verdad, èl no quiere saber lo que le harè, por intentar desafiarme... en realidad soy capaz de todo.

Seco mis manos con calma. Luego lo empujo contra la pared, con un brazo en su garganta. La semi tierna piel de su cuello se siente ahora como el cielo. Aprieto un poco y el jadea por aire.

—Sí. Y sabes lo mejor, que no solo te golpearè... Es mi última advertencia —

Javi se queda callado. Por primera vez en diez años de amistad, me tiene miedo.

Y lo peor es que no me importa. Es mejor ser temido y respetado a ser considerado dèbil. Aunque con cierta persona... La única persona en realidad con la que puedo ser yo, no es necesario eso.

12:00 PM. La Peña del Dragón

No debería estar aquí. Pero necesito saber qué toma López, necesito saber todo. No me es suficiente invadir su mundo y nutrirme de todas su paz y alegría. Necesito conocer a la persona que me brinda comodidad. Como si todo el tiempo hubiera sido una pieza suelta en los rompecabezas de todos. Pero Danny, es el correcto... Mi rompecabezas personal donde hay un espacio donde encajo como anillo al dedo.

La dueña del lugar, una chica con tatuajes de dragones, me mira como si leyera mi mente.

—¿Buscas a alguien? —pregunta, limpiando el mismo vaso por décima vez.

—No. Solo... un café — digo, aunque mis ojos vagan por el local.

—¿Qué tipo? — me mira con algo de burla. Tal pareciera que asoma una sonrisa divertida por una de sus comisuras.

—El que usualmente pide Danny López —suelto sin pensar.

Los dioses me han abandonado. Siento a mí alma abandonar mi cuerpo.

Ella sonríe demasiado.

—Café de los Valientes. Triple shot de espresso y azúcar hasta el borde. Como él: dulce pero con carácter— me guiña el ojo y en serio... Esta chica me cae bien.

Pido uno. Y un muffin de arándanos porque sé que es su favorito.

Patético. Eso es lo que dice mi yo racional, pero el loco obsesionado no puede evitar sentir que hace algo normal.

Escribo y borro siete veces un mensaje para López:

*"Javi no te molestará más"*

*"¿Por qué carajos te gusta ese café empalagoso?"*

*"Quiero volver a tu sofá"*

Todo me suena a trillado, demasiado obvio, demasiado desesperado. Me rasca la parte posterior de la cabeza, mientras pienso en mi cama.

Al final, solo envío una foto: Mi torso, moretón incluido, después de la pelea con Javi anoche.

Porque claro que sí, el tonto de mi mejor amigo no se iba a quedar de brazos cruzados con mi amenaza y yo lo iba a poner en su lugar.

Para que sepa que lo digo en serio.

Danny López me desarma con una mirada. prefiero ser un "traidor" que volver a lastimarlo y ese "no" en el patio fue el primer "sí" real de mi vida.