La historia de una mujer que amó hasta el último día de su vida. Ella se quedó esperando a un amor que le juró que volvería, pero solo Dios sabe si cumpliría su promesa.
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Un malentendido
Amor, por favor, llévame a mi casa, dijo Jimena, en su rostro se reflejaba toda la incomodidad que sentía.
Ay, pero, ¿por qué?, si la estamos pasando genial, contestó Linda.
¿Estás bien, amor?
Sí, solo me duele un poco la cabeza.
Jimena, ¿por qué no te vas en taxi?, ¿acaso quieres que tu novio sienta lástima por ti?
No digas eso, Linda, enseguida pago la cuenta y nos vamos, dijo Marcelo, tratando de complacer a Jimena.
Marcelo, ¿por qué te dejas manipular por Jimena?, no tiene nada, solo quiere llamar tu atención.
¡Basta!, no hables de mí como si no estuviera presente, Jimena estaba a punto de golpearla. Y otra cosa, no te metas entre Marcelo y yo.
¿Lo ves, Marcelo?, ella necesita un calmante, o va a terminar por romper las cosas de aquí.
Ya basta, Linda, no te permito que te expreses así de Jimena.
Solo estoy diciendo la verdad.
Jimena ya no pudo aguantar más y salió de ahí como bólido.
Amor, espera; Marcelo salió tras ella.
Linda se quedó sentada, Marcelo dejó unos billetes en la mesa.
Un segundo después, Linda también fue tras ellos.
¡Espérenme!, no me dejen aquí.
Pero cuando salió, Jimena ya se había ido y Marcelo estaba por subirse a su coche.
¿Acaso piensas dejarme aquí?, ¿ya viste la hora que es?
Súbete, dijo Marcelo haciendo caso omiso.
Marcelo, ella no está bien de los nervios, tienes que apoyarla, dijo Linda como si le importara Jimena.
¿De qué hablas?, la espetó él.
Ella estuvo varios años en un manicomio.
Marcelo estuvo a punto de chocar, frenó de improviso.
Estás mal, ella no me ha dicho nada de eso.
Yo he estado con ella muchos años, ¿por qué no habría de saberlo?
Marcelo ya no la escuchó por el resto del viaje, la fue a dejar a su casa.
¿Quieres pasar?, sirve que te presento a mi padre.
No, voy a ver a Jimena.
Por favor, solo un rato, insistió Linda.
Marcelo dio un gran suspiro, está bien, solo un rato, necesito hablar con Jimena.
Gracias.
Don Leonardo, el padre de Linda, un hombre rudo, que cuidaba mucho a su hija, no vio con buenos ojos a Marcelo.
Cuando linda entró con él hizo una mueca.
¿Quién es este tipo y por qué viene contigo?, preguntó sin una pizca de buen humor.
Papá, te presento a Marcelo, él es el dueño de la bodega donde se surten los modelos más exclusivos de "Fashion".
¡Oh!, mucho gusto, señor. Disculpe mi mala cara, pero no estoy acostumbrado a que mi hija traiga hombres a esta casa.
No se preocupe, señor, yo solamente vine a traer a su hija y ya me voy.
Nombre, quédese a cenar, enseguida me traen una comida que acabo de pedir.
Lo siento, pero ya es muy tarde, además acabamos de cenar en un restaurante exclusivo.
¿Acaso va a desairar mi cena, jovencito?
No es eso, señor, lo que pasa que me están esperando.
Quien quiera que sea se puede esperar un rato, por favor, llámale y dile que llegarás más tarde.
No es necesario, me quedaré, "pues ya qué", pensó.
Lo que iba a ser un rato se prolongó por varias horas.
Marcelo se despidió de ellos ya entrada la madrugada.
Afortunadamente, vivía solo y no habría nadie que le reclamara nada.
Lo único que le preocupaba era Jimena se había enojado y no la había buscado para arreglar las cosas. "Bueno, ya ni modo, mañana hablaré con ella".
Y pensando en eso, pronto se quedó dormido.
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"Amor, por favor, solo fue un malentendido. Linda solamente quiso ser amable contigo, tú lo malinterpretaste. Marcelo trataba de aclarar las cosas, pero Jimena estaba muy reacia a entender.
Déjame en paz, Marcelo, no quiero volver a verte. Lo más triste de todo esto es que tú le haces caso a esa mujer cuando sabes que ella me ha tratado mal desde siempre.
No le hago caso, amor, pero tú no haces nada por evitar que hable mal de ti, ¿por qué no te defiendes?
¿Para qué quieres que me defienda si tú das por hecho todo lo que esa loca dice?".
Amor, te prometo que no le hablaré más si tú así lo quieres.
Por mí puedes hablar con ella cuanto te dé la gana ya no quiero volver a verte, adiós.
Jimena, no te vayas por Dios. ¡Jimena!
Pero que Jimena se fue sin voltear atrás, en eso, Marcelo despertó bañado en sudor.
Suspiró profundamente. ¡Uf!, solo fue un mal sueño.
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Al día siguiente, Marcelo fue a buscar a Jimena a su casa para llevarla al trabajo.
Carolina lo recibió en su casa. Hola, Marcelo, ¿qué te trae por aquí?
Buen día, señora, vengo por Jimena.
Yo pensé que se habían puesto de acuerdo, ella se acaba de ir con su padre.
¿Cómo que se acaba de ir, por qué no me esperó?
Yo qué sé, ella simplemente se levantó temprano, desayunó y se fue con su padre, pero no me habló nada de ti ni me dejó ningún recado. ¿Qué es lo que está pasando entre ustedes?
No se preocupe, señora, hubo un mal entendido, pero lo arreglaremos.
Marcelo habló a su empresa para decirle a su contador que no va a ir ese día al trabajo.
En lugar de eso fue a buscar a Jimena. Pero con tan mala suerte que Linda le salió al encuentro.
Hola, Marcelo. ¿A qué has venido?, mi padre se quedó muy encantado contigo y quiere que vayas otra vez.
Lo siento, no puedo ir. ¿En dónde está Jimena?
Por favor, Marcelo, solamente una vez más y ya. Mi padre quiere platicar contigo, dice que le caíste muy bien.
Linda, no sé qué están pensando tú y tu padre, pero quiero que sepas que entre tú y yo no va a haber ninguna relación porque yo estoy enamorado de Jimena y con ella es con la que pienso casarme algún día, así que será mejor que desengañes a tu padre de una buena vez.
Marcelo, estás equivocado yo solamente pienso en ti como un amigo y mi padre también quiere ser amigo tuyo, pero en ningún momento él piensa que podamos ser algo más que amigos, solamente una visita de cortesía.
Lo siento, Linda, ni siquiera una visita de cortesía puedo hacerles eso se prestaría a malas interpretaciones y no quiero perjudicar a mi novia, ¿ok?
Sí ya entendí pero antes de que vayas a buscar a Jimena piensa en lo que te he dicho no quiero que algún día te vaya a hacer daño por sus nervios.
Marcelo no le hizo caso y fue al despacho de Jimena.
Hola, ¿podemos hablar?, le dijo Marcelo todo apenado.
Jimena lo vio, pero no dijo nada.
Por favor, estoy muy ocupada preparando la próxima pasarela; van a venir clientes muy importantes.
Amor, por favor, no me ignores. Necesitamos hablar.
Por el momento no puedo hablar, estoy muy ocupada ya te lo dije. Otro día hablamos, bye.
Marcelo se sentía muy mal por eso que estaba pasando, pero no quiso obligarla y salió de ahí tranquilamente.