Santiago Jr. y Maggie se casaron en una noche de copas en Las Vegas. Ella desapareció después de la noche de bodas y Santiago Jr. comenzó a buscarla para corregir su error y divorciarse. Pero Maggie después de esconderse por meses viene dispuesta a sacarle a Santiago Jr. hasta el último dólar a cambio de darle su libertad.
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CAPÍTULO 12
Santiago Jr. no podía despegar su mirada del pequeño. Jamás tuvo instinto paternal e incluso salía huyendo cuando se juntaban todos los pequeños en la mansión.
Pero este pequeño era diferente, la emoción que se reflejaba en su rostro al hablar era muy tierna. Santiago Jr. miró su reloj y vio que eran casi las siete de la noche. Lo que significaba que en la mansión estaban a punto de servir la cena.
Entonces una idea vino a su mente.
—Dereck ¿quieres cenar algo rico? —le preguntó al pequeño.
Dereck llevó la mano a su estómago y recordó que acababa de cenar. Pero no quería despreciar a su papá. Además, salir con su padre era una nueva aventura.
Entonces asintió con la cabeza y le susurró.
—Hay que pedirle permiso a mi mamá.
Santiago Jr. negó con la cabeza y le respondió también en un susurro acercándose a la oreja del pequeño.
—No, necesitamos permiso. Recuerda que yo soy tu papá.
El pequeño abrió la boca y los ojos emocionados y aplaudió fuertemente.
Santiago Jr. sin perder tiempo, sacó su celular y le envío un mensaje a su reina para que lo esperara a cenar y que pusiera otro lugar porque llevaría a un invitado especial.
Los dos caballeros salieron hacia la salida. El pequeño Dereck se sentía un poco inquieto, sabía bien que su madre se molestaría con él. Pero él quería estar un poco más con su padre y conocer un lugar bonito.
Freder quedó encargado de darle la información a Maggie y de llevarla a su casa. El pequeño sería llevado por su padre cuando terminaran de cenar y de conocer a la familia.
Freder tragó grueso. Había comenzado a conocer a su jefa y sabía qué mínimo lo iban a insultar, pero bueno la emoción en la cara del pequeño valía todo. Además, sabía que la familia iba a hacerlo sentir como en casa.
Santiago Jr. se sentía ligeramente emocionado y ansioso. Ya se imaginaba a los dos demonios intrigados por su pequeño invitado.
Mientras que el pequeño observaba a través de la ventana la hermosa ciudad.
—¿Te gustan las luces? —le preguntó Santiago Jr. al ver la expresión de emoción en el rostro del niño.
El pequeño le susurró.
—Es bonito.
El auto se detuvo en la entrada de la mansión y el pequeño apretó la mano de Santiago Jr. como buscando seguridad.
Santiago Jr. le acarició el cabello y le susurró.
—No tengas miedo. Soy tu padre y voy a cuidar de ti. Además, esta es nuestra familia y todos van a quererte mucho.
El pequeño asintió y bajó del auto de la mano de su padre.
—Buenas noches. —dijo Santiago Jr. y todas las miradas se posaron en el pequeño que venía a su lado.
Genoveva fue la primera en acercarse. Los niños eran su debilidad y más si venían acompañados de sus hijos.
—Pero ¿quién es este príncipe tan hermoso?
El pequeño Dereck dio un paso adelante y le extendió la mano a la hermosa mujer.
—Soy Dereck Silver. Mucho gusto.
Al oír el apellido, todos entendieron que el pequeño era familia de Maggie.
Genoveva le sonrió emocionada y no solo tomó la mano del pequeño, sino que lo abrazó y le dió un beso en la frente.
—Bienvenido a la familia. Yo soy tu abuela Genoveva y todos aquí somos tu familia.
Todos se levantaron y comenzaron a saludar al pequeño. Algunos estrechaban su mano y otros lo abrazaban. El pequeño se sentía abrumado hasta que llegó un angel a su rescate.
—Ay ya. Déjenlo. Lo van a asustar. Vente Dereck siéntate a mi lado. —le dijo la pequeña Estrella, tomándolo de la mano y llevándolo hacia su casa de muñecas.
Todos comenzaron a reír y el pequeño siguió obedientemente a la pequeña autoritaria.
Santiago Jr. camino detrás de ellos y miro fijamente a la pequeña.
—Mira. Mini maléfica. Ni pienses en vestir a mi hijo de muñeca.
Dereck escuchó las palabras de su padre, negó con la cabeza y se levantó rápido de la silla rosada.
—No, yo no soy una muñeca. No soy niña. —aclaró rápidamente.
Todos reían de la interacción de los pequeños. Hasta la pequeña Estrella.
—No, tío. Vamos a cenar primero y después vamos a jugar.
Cristiano le hizo señas a Genoveva y todos pasaron hacia el comedor.
El pequeño se sentó entre su padre y Estrella que le explicaba para qué era cada cubierto.
Mientras tanto, Genoveva recorría al niño con la mirada y Cristiano tomó su mano y la presionó un poco para sacarla de sus pensamientos.
Genoveva giró la cabeza para ver a su marido y entender el motivo de su actitud.
Cristiano se acercó y le susurró.
—Vas a asustarlo amor. Deja de mirarlo. Si tienes dudas sabes lo que tienes que hacer. Aunque yo creo que no. He vivido tanto tiempo entre los Santibáñez que casi que puedo detectarlos a kilómetros y este pequeño no me parece que lo sea.
Genoveva sintió un vacío en su corazón. Cristiano le estaba confirmando lo que ella sospechaba. Aunque de igual manera le haría la prueba al pequeño. Para eso planeaba tomar un poco de su cabello.
—Si mi hijo lo acepta. Ese pequeño será mi nieto. Además, ya me presenté como su abuela y eso es más importante que cualquier apellido o cualquier cosa.
Cristiano asintió y se sintió orgulloso del gran corazón de su esposa. Definitivamente, había escogido a la mejor de todas.
Dereck comía despacio, estaba tan emocionado por estar rodeado de tanta gente que le sonreía y que le decían palabras bonitas que no pudo negarse a comer todo lo que tenía en el plato.
—Toma Dereck. El pastel de la abuela nena es el mejor. Pero que no me escuché mi mamá —le dijo la pequeña Estrella entre susurros y risas.
El pequeño Dereck terminó de cenar y aflojó un poco el botón de su pantalón. Todo había estado delicioso, pero se sentía muy lleno.
Santiago Jr. dejó a su pequeño con su sobrina y las Brujas de Salem. Mientras le respondía las preguntas a los demonios curiosos.
—¿Tiene tres años? —le preguntó Dimitri.
Santiago Jr. solo asintió.
—Por la edad no es tu hijo —intervino Máximo Jr.
—Si, lo sé. Pero me dijo papá y quiero estar cerca de él. Tenemos mucho amor en esta familia. Un integrante más no pesará.
Máximo Jr. y Dimitri asintieron al mismo tiempo, dándole su apoyo al mayor.
—Además, aquí vale más la bendición de la abuela que cualquier acta de nacimiento o prueba de ADN. —le susurró Dimitri al ver a Genoveva sentada jugando con los pequeños.