chicas no me maten, pero necesito publicarla o se me va a ir la idea
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capítulo 2
En la playa cerca de la ciudad, Vivían caminaba descalza sobre la húmeda arena, pensando en cómo regresar a la época en que, en los ojos de Mark, no solo había frialdad y rencor, sino que también podía ver amor e ilusión.
Se conocían desde niños, y aunque Mark iba dos grados adelantado a ella, en los recreos ambos se encontraban para compartir sus dulces. Además, él no permitía que otro niño jugara con ella, ya que se ponía algo celoso si lo veía.
A medida que fueron creciendo, comenzaron a compartir más cosas, como su amor por la arquitectura, la naturaleza, los autos, la música y la comida, lo que los acercó aún más. Se podía decir que eran más que amigos, pero todo cambió cuando Mark asumió su puesto en la empresa de los Lauren. Las reuniones entre ellos se volvieron distanciadas, su tiempo juntos se fue reduciendo y, después de que él pasara un año en el extranjero, fue cuando realmente se distanciaron. Al regresar, el chico risueño y alegre que ella conocía ya no existía. Su carácter había cambiado completamente, hasta el punto de que Vivían ya no sabía cómo iniciar una conversación con él. Cuando su abuelo enfermó y condicionó la fusión de ambas empresas a su unión, fue cuando Vivían se dio cuenta de que el joven que conocía ya no estaba. Las palabras hirientes que le dedicó después de la petición de su abuelo aún la lastimaban. Él la trató de arribista, sugiriendo que solo se acercaba a él por su dinero. Cuando Vivían intentó explicarle que eso no era así, Mark no la escuchó, y todo empeoró cuando Camila apareció. Ella, en cada oportunidad que tenía, la ponía en una mala situación, haciéndola ver como alguien clasista y completamente indiferente hacia una joven que había sufrido mucho antes de reencontrarse con su familia. Pero la realidad era otra: cuando regresaba a la mansión de los Valencia, sus padres la castigaban severamente por tratar mal a su verdadera hija y le reprochaban lo malagradecida que era, pues sin ellos no estaba claro qué hubiera sido de la vida de Vivían. Como "compensación" por sus supuestas faltas hacia Camila, Vivían tenía que hacer todo el trabajo de la servidumbre, además de atender todas las necesidades de Camila.
Tan pronto como Camila llegó a la mansión, Vivían pasó a ser simplemente una sirvienta más.
Muchas veces intentó contarle todo esto a Mark, pero él nunca le dio la oportunidad. Siempre estaba ocupado o con Camila, y temía que, si le decía lo que ella le hacía cuando nadie los veía, podría empeorar las cosas. Soportó todos esos abusos con la esperanza de que, cuando se casara con Mark, todo cambiaría. Ella le recordaría quién era antes de que todo esto sucediera, y ambos volverían a ser los de antes. Pero después de todo lo ocurrido ese día, sus esperanzas cayeron al suelo. Él no solo no la quería como esposa, sino que la detestaba, porque esa manera de concretar su unión fue todo lo que ella necesitaba para saber que a él le importaba muy poco sus sentimientos.
Mientras las lágrimas caían por sus mejillas, un hombre se acercó y le preguntó:
— ¿Se encuentra bien, señorita?
Vivían se sorprendió por el tono de voz repentino y, al voltear, vio al caballero.
— Sí... — respondió, viendo que él llevaba su saco colgado en uno de sus hombros y también estaba descalzo—. Solo estaba dando un paseo.
— Lo entiendo, yo también vengo aquí a meditar. — Observó los ojos rojos de Vivían y, aunque intentó no hacerlo, no pudo evitar fruncir el ceño—. ¿Le sucede algo? ¿Quiere que llame a alguien para...?
— No, por favor... solo necesitaba pensar.
El hombre, sin relajar su expresión, se sentó en la arena y, extendiendo su saco para que ella se sentara junto a él, dijo:
— Muy bien, si quiere puede hablar conmigo. No soy muy bueno para hablar, pero tengo el don de saber escuchar y dar buenos consejos.
Vivían lo miró. Él no parecía una persona peligrosa ni mala, pero aun así, tenía algo de recelo al estar a solas con él. Miró a su alrededor, y al ver que no muy lejos había un grupo de hombres de seguridad observando en su dirección, volvió la mirada hacia el hombre y dijo:
— No lo sé... tal vez lo aburra. Además, no sé si deba...
— Tengo tiempo de sobra. Tal vez hoy pueda ser su amigo. Creo que en este momento necesita uno.
Vivían sonrió con algo de tristeza y, tomando asiento sobre el saco que el hombre había extendido para ella, le contó poco a poco toda su situación. Cuando terminó, lo miró nuevamente y dijo:
— Y es así como, en este momento, me encuentro sin saber si la decisión que tomé es la correcta...
Nikolai la miró con lástima y, sin poder evitarlo, la abrazó. Esto sorprendió a Vivían, pero, aunque en su mente sabía que eso podría verse raro, de alguna extraña manera la calidez de ese abrazo hizo que sus lágrimas volvieran a salir. Cuando Nikolai sintió su hombro humedecerse nuevamente, dijo:
— Vivían, tú no estás sola... Hermana, te estuve buscando por mucho tiempo, pero... Al ver que tenías una familia y que parecías estar feliz, no quise... no pude acercarme...
Vivían se levantó de la arena y, alejándose un poco, preguntó:
— ¿Qué? ¿Quién eres?
— Tranquila, te lo diré todo. Solo te pido que no te alteres y que confíes en mí...
Vivían lo miró un momento, y al ver que sus ojos tenían el mismo color que los suyos, sintió curiosidad por lo que ese hombre tenía para decirle. Lentamente asintió, y al tomar asiento nuevamente, Nikolai habló...
Es el famoso libre albedrío, del que todos ante una disyuntiva echamos manos ✋ y optamos por algo en entredicho 👍🏻🙌
Y tampoco ha habido acción 🤷 de él hacia Camila, para que descubran la joyita que es 🤨😵🤯