Nací dentro de una familia con bastante poder y recursos que por culpa mía, terminaron por perderse o cediendo a otros.
Terminé en la cárcel por fraude e intento de asesinato, extorsión y amenaza premeditado hacia la única persona que creyó en mí. Sola en mi celda pagando por mis pecados y errores, en plena oscuridad y un silencio mortal e incesante, sentí una punzada en el abdomen y la sensación de que me había mojado la camiseta, pronto percibí el olor de la sangre y pese a lo oscuro que estaba vi a través de los rayos de la luz de la luna llena que entraban por los barrotes de la ventana que daba afuera, la sangre que brotaba de mi interior, mis manos se mancharon de sangre enseguida y en ese momento de desesperación una voz retumbó en las paredes de mi celda.
"Tu destino será morir a menos de que cambies tu rumbo..."
Rogué y supliqué por cambiarlo y luego de eso la oscuridad invadió mi campo visual y supe que había llegado mi hora.
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Capítulo 1: ¿Soy yo?
AILA
Miré a mi alrededor tratando de entender qué carajos había pasado, por qué seguía viva y cómo había terminado en casa nuevamente, sí fue de ahí donde me sacó la policía siendo detenida por intento de asesinato y fraude, principalmente.
No lograba entender nada hasta que oí que tocaban la puerta.
—¿Señorita? ¿Está despierta?—Oí decir a Mary, mi doncella. La única persona que siempre me había cuidado desde que era pequeña y la única que no me dejó sola cuando fui arrestada en mi otra vida.
—Adelante—. Respondí tratando de no llorar al sentir un profundo alivio por volver a ver a Mary.
Ella entró y sentí la profunda necesidad de ir hacia ella y abrazarla. Quería pedirle perdón por todo, pero hacerlo me haría ver como una loca o algo parecido, así que simplemente decidí que iba a compensarla por todos los años que la hice llorar, preocupar, enojar y sobre todo decepcionar.
—Señorita, buenos días, ¿durmió bien?—Preguntó con una sonrisa cálida y sincera.
—Sí, dormí bien—. Respondí con una sonrisa, pero ella me miró algo extrañada y entonces me tomó de las manos y dijo:
—¿Está bien? ¿Tiene fiebre?—Me tocó la frente con su mano arrugada y frágil. Me reí y negué rotundamente eso.
—No, no tengo fiebre Mary, no te preocupes—. Mary no sonó muy convencida, pero al mismo tiempo vi un extraño brillo travieso en sus ojos esmeralda.
—De acuerdo, dejando de lado ese asunto, su Madre me pidió que le dijera que esta noche vendrá el nuevo socio de su Padre al evento de caridad organizado por la familia Württemberg, y le ruega que sea cortés con él—. Suspiré pesadamente recordando que en mi vida anterior había rechazado groseramente al futuro socio de mi Padre, el cual no dudó en destrozar la reputación de mi Padre y de mi hermano, debía evitarlo. Pero... ¿Cómo lo evitaría sin provocar una catástrofe?
Las únicas opciones que tenía era aceptar el matrimonio sin quejarme, vivir bajo la sombra de un hombre que solo busca ser más poderoso a expensas de mi familia. Mientras que... la otra opción era no solamente aceptar el matrimonio sino también establecer un contrato, pero... no había garantías de que él lo aceptara sin más.
El Duque de Hess, conocido como la 'Bestia' y el 'Demonio de Hess', había oído muchos rumores de él; sin embargo, el más común era que decían que estuvo casado una vez, pero debido a un accidente del cual nadie habla, es que su rostro quedó con severas quemaduras que dejaron cicatrices profundas en su piel, nadie se atrevía a hablar sobre ello abiertamente, ni siquiera quienes eran ajenos al asunto, porque decían que el Duque tenía oídos y ojos en toda la Ciudad Amatista, la capital de la Paz y la Armonía.
En mi vida pasada había sido grosera con él. E incluso le había dicho cosas hirientes y groseras sobre su aspecto, lo cual hizo que me castigaran con golpes y una noche sin cenar, además de tener que pedir perdón, pero eso último nunca lo hice y eso conllevó a que la empresa de mi familia cayera en desgracia.
Y ahora tenía la oportunidad de cambiar eso, comenzando por cambiar el destino de mi familia y de ese pobre hombre que no tenía la culpa de nada y yo lo traté peor que un perro, lo veía como un monstruo con máscara que no merecía ser amado y que tampoco debía existir.
Lo último que supe de él fue que la mujer a la que traté de matar en mi vida pasada, lo envió a la cárcel luego de que trató de abusar de ella luego de secuestrarla el día de su boda. Por lo que estaba decidida a cambiar eso y no ser más la villana. Ya no quería ser esa persona y muy caro lo pagué.
—Señorita Aila, dese prisa o su Madre va a venir regañarla—. Oí decir a Mary sacándome de mis pensamientos. Era hora de mostrar que era alguien diferente a quien fui en mi otra vida.
Fui a mi tocador con un hermoso marco de madera oscura con acabados lindos y elegantes, me senté frente al espejo y comencé por cambiar mi imagen, la imagen que proyectaba antes era de una niña mimada y grosera que no entendía razones y reglas.
Cepillé mi cabello hasta sacarle brillo, me maquillé de forma sencilla pero elegante dejando a resaltar el color de mis ojos y de mis labios. No era el mismo maquillaje coqueto que usaba para coquetear con los hombres que me llamaran la atención por sus posiciones y su dinero, lo cual me trajo muchos problemas.
Me miré un segundo en el espejo y me di cuenta de que esa debía ser a partir de ese momento. Una mujer con valores, educación, que no fuera egoísta y ni nada parecido. Ya no quería ser ese monstruo cruel y despiadado. No más.
Mary me miró con sus grandes ojos esmeralda con sorpresa, pero al mismo tiempo sus ojos tenían ese brillo de curiosidad e interés, pero no pensaba decirle que había renacido luego de haber pagado el precio de mis crímenes y pecados.
Decirle eso la llevaría a pensar que me estaba volviendo loca o que ella iba a pensar que solo fue una pesadilla de la cual afortunadamente pude despertar, pensé que diría eso. Sin embargo; no me atreví a decirlo y preferí guardar ese secreto por el resto de mi vida o al menos de que fuera necesario revelar, pero rezaba para que no lo fuera.
Mary se acercó mostrándome vestidos y conjuntos bastante extravagantes y pretenciosos, lo cual me hizo pensar en que realmente fui una mujer con gustos demasiado extravagantes. No lo podía creer. Debía cambiar eso.
—Mary, tráeme aquellos conjuntos de la esquina del armario—. Mary me miró desconcertada, pero no dijo nada al contrario sonrió.
Fue por los otros conjuntos que eran sencillos y más discretos que los otros conjuntos que usaba antes.
Seguí mirando y al final elegí un pantalón negro ajustado y una blusa blanca de mangas largas con escote sencillo y unos tacones sencillos negros, tomé mi chaqueta negra y me la puse.
—Me parece tan extraño, verla usando esos colores, pero le quedan bien. Ahora vaya, señorita—. Salí de mi habitación pensando en que todo sería distinto.