Curvas del Destino
Una historia de amor, coraje y renacer.
Lina Song perdió a su madre a los 16 años y terminó en un orfanato, donde su sobrepeso la convirtió en blanco de burlas y humillaciones. Al cumplir 18, con esfuerzo y el apoyo de trabajadores sociales, consigue empleo como auxiliar de limpieza y luego en una cafetería para poder pagar su renta.
Allí conoce a Daniela Ling, hija de un millonario, quien se convierte en su mejor amiga y la ayuda a ingresar a la universidad. Todo parece mejorar… hasta que aparece Luzbel Shao, un joven poderoso y arrogante que no tarda en hacerle la vida imposible. Pero lo que inicia como acoso se convierte lentamente en una pasión imposible de ignorar.
Cuando el primer amor de Luzbel regresa y Lina descubre que está embarazada, su mundo vuelve a romperse. Decide huir y empezar de nuevo… lejos del dolor y los secretos.
¿Podrá el amor sobrevivir a la distancia, el poder y las heridas del pasado?
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Una noche para brillar... y provocar celos
Fiesta en la mansión Meg.
Música electrónica suave de fondo
10:30 p.m.
El salón brillaba con luces doradas y violetas que danzaban sobre los invitados como luciérnagas artificiales.
Yo estaba de pie frente a la mesa de bebidas, observando la variedad de cócteles con curiosidad, aunque no sabía si debía tomar algo con alcohol.
No quería hacer un papelón, y mucho menos en mi primera fiesta universitaria.
- ¿Te gusta la piña colada? – me pregunto una voz masculina a mi lado –
Yo gire con cautela, encontrándome con un chico alto, de cabello castaño claro y ojos verdes como bosque tras la lluvia.
Tenía una sonrisa fácil, de esas que ponen nerviosas a las chicas, aunque sin la intensidad abrasadora que solo Luzbel parecía poseer.
- Eh… sí, me gusta. ¿Y tú?
- Me encantan – me respondió mientras servía dos vasos – Soy Iván, por cierto.
- Lina – conteste yo, aceptando el vaso que me ofrecía –
- Lina… Que nombre tan suave. Te queda muy bien – me dijo con galantería, inclinándose ligeramente hacia mí – No te había visto en la universidad antes. Y créeme, si lo hubiera hecho lo recordaría.
Yo reí, incomoda, pero halagada.
Mi mente aún estaba procesando todo: mi look, la fiesta, los murmullos… y ahora un chico que me elogiaba sin ningún filtro.
- No suelo ir a fiestas – admití – Es… mi primera.
- ¿En serio? Pues entonces tengo el honor de acompañarte en tu debut – Iván alzó su vaso como brindis – Por una noche inolvidable.
Yo apenas alcance a rozar mi vaso con el suyo.
Cuando sentí… algo.
Una mirada.
Instintivamente, mis ojos se movieron entre la multitud.
Lo encontré.
Era Luzbel Shao.
Apoyado contra una columna, su copa casi vacía en una mano, y una expresión en su rostro que no supe cómo interpretar.
¿Molestia? ¿Celos? ¿Desprecio?
Lo que fuera, me estaba observando con fuego en la mirada.
Mi estómago se tensó.
Voltee la vista rápidamente, tratando de que Iván no notara nada.
- ¿Estas bien?
- Si, solo… hay mucha gente – respondí yo, forzando una sonrisa. –
- Te ves preciosa esta noche. No sé si alguien ya te lo dijo – añadió el, acercándose un poco más –
Y ahí estaba: ese clásico acercamiento.
Iván era encantador, pero yo sentía que la mirada de otro me seguía como sombra.
Daniela apareció de la nada, jalándome con una energía contagiosa.
- ¡Vamos a bailar, ya es hora de que brillemos en la pista!
- ¿Estás segura?
- ¡Estoy absolutamente segura! – Y sin darme opción, me llevó al centro del salón donde las luces giraban con intensidad –
Ambas comenzamos a movernos al ritmo de una canción pop que encendió a todos.
Yo, tímida al principio, me deje llevar poco a poco por la energía de mi mejor amiga.
Reía, giraba, mis caderas seguían el ritmo, y por primera vez esa noche… me sentí libre.
No la chica pobre, no la becada, no la mesera. Solo Lina, la joven mujer que merecía este momento.
Desde lejos, Luzbel me observaba sin ocultar ya su expresión.
Cada vez que Iván se me acercaba demasiado, el apretaba, más la mandíbula.
Había mujeres rodeándolo, pero no les prestaba atención.
Su copa estaba intacta, sus manos en los bolsillos, su cuerpo rígido.
La mirada fija solo en mí.
…………………………….
Conversación breve entre Alexander y Luzbel.
- Tu “amiga” está robando miradas – dijo Alexander, acercándose con una sonrisa –
- Lose – respondió Luzbel, sin quitarle los ojos de encima a Lina – Pero hay miradas… que no quiero que le roben.
…………………………..
Daniela y yo salimos a los jardines de la mansión a tomar aire.
El jardín iluminado tenía un ambiente romántico y fresco.
Iván nos alcanzó con tres botellas de agua.
- Para las reinas del baile- bromeo, entregándonos una botella a cada una –
Daniela, intuyendo el ambiente, puso excusas y se alejó un poco, dejándonos solos.
- ¿Te divertiste? – me pregunto Iván, sonriendo –
- Mucho más de lo que imagine.
- Me alegra. Porque sinceramente, jamás pensé encontrarme con una chica como tu aquí. Tan… distinta.
- ¿Distinta cómo?
- No estás fingiendo. No necesitas llamar la atención. Y aun así, es imposible no verte.
Yo me quedé sin palabras.
No estaba acostumbrada a ese tipo de cumplidos. Por alguna razón, siento mi corazón tamborilear.
- Se que es muy directo, pero… ¿Puedo pedirte tu número?
Yo dudé unos segundos.
No porque Iván no me gustara, sino porque… una parte de mi esperaba otra cosa.
Una palabra, una interrupción, una señal.
Y entonces, justo en ese momento, Luzbel se acercó.
-
Los pasos de Luzbel sonaban como truenos silenciosos entre el césped.
Su mirada no era amable.
Tampoco furiosa.
Era… intensa.
Iván noto su presencia y se tensó de inmediato.
- ¿Problemas? – me pregunto, en voz baja, acercándose más a mi –
Yo solo trague saliva.
No sabia que decir, que sentir. ¿Por qué este hombre me miraba así, como si estuviera a punto de arrancarme de los brazos de otro?
Pero Luzbel no dio nada.
Paso a mi lado, como si solo estuviera cruzando el jardín por casualidad, aunque sus ojos no se despegaron de mi ni un segundo.
Yo sentí un escalofrío recorrerme la espalda.
- ¿Todo bien? – repitió Iván, al notar mi distracción.
- Si… solo fue… raro.
- No te preocupes. Solo soy yo. A veces causo esas reacciones – bromeo él, intentando romper la tensión. – Entonces… ¿me das tu número?
Yo sonreí, un poco menos segura esta vez…
- Está bien – dije, dándoselo mientras sentía la mirada de Luzbel clavada en mi nuca.
De vuelta en la fiesta, Daniela me abrazó y me dio un beso en la mejilla.
- ¡Eres la reina de la noche, te lo dije! ¿Viste como todos se voltean a mirarte?
- Si… pero uno de ellos me miro diferente – respondí en voz baja –
- ¿Iván?
Yo negué con la cabeza lentamente.
- Luzbel