El joven de sangre pura había sido encontrado por el gran gobernante, Theo. Noah Everhart nunca podría escapar de su destino.
Encerrado en la imponente presencia de Theo Langston, su cuerpo tembló involuntariamente cuando el aire se impregnó con el embriagador aroma de sus propias feromonas. El Alfa frente a él sonrió con satisfacción, sus ojos ámbar brillando con un peligroso fulgor depredador.
—No tiene sentido correr, Noah —murmuró Theo, su voz profunda y envolvente—. Ya eres mío.
Los latidos de Noah se aceleraron. No... no hay escapatoria.
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📌 BL / Omegaverse (Chico x Chico)
📌 Embarazo Masculino
📌 ¿Kitsunes?
📌 Fantasía BL
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Capítulo 8
Noah corrió con el corazón latiendo con fuerza hacia su padre y su hermano menor, la emoción marcando cada uno de sus pasos. Sus ojos, húmedos por las lágrimas, brillaban con alivio y amor.
Black y Daiki no lo dudaron ni un segundo. También corrieron hacia él, sus brazos se entrelazaron en un abrazo feroz, lleno de desesperación contenida y alegría cruda. Los tres cuerpos temblaban por la intensidad del reencuentro. Sus feromonas, agitadas por la emoción, se mezclaban en el aire, generando una oleada densa de olores familiares y reconfortantes. El llanto era lo único que rompía el silencio reverente del bosque, un eco de emociones vivas.
Unos pasos más atrás, Theo los observaba. Caminaba despacio, sin apuro, permitiéndose absorber la escena. Su rostro mostraba una leve sonrisa, una expresión cuidadosamente moldeada para transmitir compasión y vulnerabilidad. Empezó a fruncir un poco el ceño, suavemente, como si el peso del cansancio y el dolor se le viniera encima. Sabía que en el mundo humano, mostrarse indefenso en el momento oportuno podía ganarle protección, y simpatía.
Theo había vivido siglos enteros, observando el mundo de los humanos. Había sido testigo de guerras, avances tecnológicos, cambios de pensamiento y sistemas sociales. Sabía cómo se movía el dinero, cómo operaban las jerarquías humanas, y como crear un imperio... Theo sabía absolutamente todo.
Black, todavía embargado por la emoción, aflojó el abrazo, pero sin soltarse del todo. Mantuvo una mano firme sobre el hombro de Noah, instintivamente protegiéndolo. Su nariz captó el leve aroma a feromonas desconocidas, una fragancia que no pertenecía a ningún miembro de su familia.
—¿Quién es él? —preguntó con voz grave, el ceño fruncido y el cuerpo ligeramente tensado. Su instinto de alfa protector despertó de inmediato ante el desconocido que se acercaba.
—Es Theo, papá… —dijo Noah, con voz suave pero decidida—. Fue él quien me salvó en el bosque.
Noah agarró la mano de Theo con naturalidad, entrelazando sus dedos como si ese simple gesto bastara para sellar la confianza entre ambos. El contacto físico entre un omega y un alfa extraño en un contexto así no era algo común. Black lo notó, y eso solo aumentó sus sospechas.
El padre entrecerró los ojos, evaluando cada pequeño detalle. No había rumores sobre ninguna desaparición reciente. Si ese hombre no era del pueblo, ¿Qué hacía en ese bosque? ¿Y cómo había sobrevivido allí, donde incluso los exploradores mejor entrenados se perdían?
Theo, al notar la creciente duda en el rostro de Black, actuó con rapidez. Bajó los párpados lentamente, respiró hondo, y fingió un mareo repentino. Su cuerpo flácido cayó hacia el suelo con una sincronización perfecta, como si la gravedad lo hubiera traicionado.
—¡Theo! —gritó Noah, cayendo de rodillas junto a él con expresión de puro pánico.
Daiki se apresuró a sostener al joven caído. Black retrocedió apenas, permitiendo el paso sin dejar de observar cada movimiento.
—¡Papá! ¡Salva a Theo, por favor! ¡Él me salvó a mí! —suplicó Noah, las lágrimas resbalando por su rostro. Sus feromonas se dispararon en el aire como una súplica silenciosa que ninguno de los presentes pudo ignorar.
Esa frase bastó para sellar el destino de Theo.
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La noticia de que Noah había sido encontrado corrió rápido por toda la región. Caleb, Michael y sus amigos más cercanos quisieron visitarlo, pero Black se negó por el momento. Necesitaba tiempo para asegurarse de que su hijo estuviera realmente fuera de peligro, tanto física como emocionalmente.
Mientras tanto, Theo fue llevado a la casa principal de los Everhart, recibiendo atención médica de inmediato. Fue colocado en una gran cama, en una de las habitaciones de huéspedes, con una vía intravenosa conectada a su mano. Aunque su cuerpo parecía exhausto, la verdad era que él mismo había drenado su energía deliberadamente. Había aprendido a alterar sus signos vitales, engañando incluso a los equipos médicos modernos.
Y mientras yacía en esa cama, Noah permanecía a salvo… por ahora.
La gema sagrada, que Theo había implantado en el cuerpo del joven omega, le proporcionaba una protección poderosa. Mientras la gema permaneciera en su interior, su cuerpo no experimentaría ningún tipo de dolor ni desgaste. Era como si una barrera invisible lo envolviera, manteniéndolo en un estado de equilibrio perfecto.
Pero esa calma tenía un límite claro: cien días.
Al cumplirse exactamente los cien días desde la inserción, Theo tendría que retirar la gema del cuerpo de Noah. Y solo entonces, el joven omega conocería el verdadero precio de haberla llevado consigo. El dolor que surgiría al separarse de la gema no era un simple malestar físico: era una agonía profunda, desgarradora, como si cada célula de su cuerpo se rebelara al mismo tiempo.
Ese dolor era tan extremo que podía quebrar la mente, colapsar el corazón, arrebatar la vida de forma brutal. Incluso los omegas con una alta resistencia al sufrimiento podrían no sobrevivirlo.
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La partida de Theo del Bosque Lunar no pasó desapercibida. En las alturas del cielo, donde residían los espíritus divinos, la noticia llegó con rapidez. El Gran Dios, guardián del equilibrio entre el mundo espiritual y el humano, se enfureció al enterarse.
Theo no debía convertirse en humano. Como kitsune, su destino era otro. Si adquiría una forma humana permanente, sus habilidades lo harían demasiado peligroso… El alfa era una amenaza directa al frágil equilibrio del mundo.
Y como Theo ya había roto las reglas al implantar la gema sagrada en un humano, la única solución era eliminarlo antes de que se cumplieran los 100 días. Solo así se salvaría la vida de Noah y se restauraría el orden.
—¡HERA! —bramó el Gran Dios, su voz retumbando por las capas del cielo como un trueno divino.
En un instante, una figura femenina se materializó ante él. Era Hera, la diosa de la justicia espiritual y el castigo divino. Su mirada era aguda como una lanza, su porte imponente. Se inclinó ante el Gran Dios, quien la observaba desde su trono en la Primera Capa Celestial.
—Baja a la tierra y elimina al espíritu de zorro. Ese kitsune ha cruzado los límites —ordenó con tono seco y mirada inquebrantable.
—Como desee, Gran Dios. Cumpliré esta misión con gusto —respondió Hera, con una sonrisa afilada que no prometía clemencia.
Y entonces descendió como un meteoro, su cuerpo envuelto en llamas celestiales.
El impacto de sus pies contra la tierra creó una grieta profunda, como una herida abierta en el mundo.
Hera alzó la vista, su sonrisa teñida de desdén. Había llegado la hora de la caza.
Sin perder tiempo, dio el primer paso, avanzando sin piedad hacia la casa principal de la familia Everhart.
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...Theo | Forma (3/3)...
...Forma Humana | Alfa Ultra Dominante...
...Edad: ????...
...Black Everhart...
...Padre de Noah y Daiki...
...Alfa Dominante...
...47 años...
...Daiki Everhart...
...Hermano de Noah...
...Alfa Dominante...