Alana, una joven de 21 años, lleva tres años comprometida con Nick, el hombre que siempre creyó sería su único amor. Criada en una familia rica y protegida, su vida parece perfecta: un futuro asegurado junto al hombre de sus sueños, un matrimonio en tres meses y una graduación que la llena de orgullo. Pero todo se desmorona cuando decide celebrar en Eclipse, un bar recién abierto en la ciudad. Lo que parecía una noche común, pronto se convierte en una pesadilla al descubrir que Nick tiene un oscuro secreto, uno que podría destruir todo lo que ella creía saber.
Mientras Nick juega un doble juego, Alana empieza a cuestionarse todo. ¿Será su amor verdadero o solo una fachada? Y en medio de su dolor, un misterioso empresario, Dante, aparece en su vida, dejando una marca profunda en su corazón.
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Capítulo 10 – Secretos y Reencuentros
Sofía caminaba con paso rápido por la avenida central. Llevaba entre sus manos una carpeta con documentos que su padre, Manuel Rivas, le había pedido entregar en su empresa. No era algo urgente, pero sí importante, y con todo lo que había pasado en los últimos días, quería distraerse un poco.
Justo al girar la esquina, no se dio cuenta de que alguien venía desde el otro lado, y terminó chocando con una figura alta y firme. Los papeles casi se le escapan de las manos, pero un par de manos rápidas los sujetaron a tiempo.
—¡Cuidado! —exclamó ella, llevándose la mano al pecho por el susto.
—¿Otra vez tú? —dijo la voz masculina con una sonrisa divertida.
Sofía alzó la vista y se encontró con los ojos claros de Matías, el amigo de Dante. Aquella noche en el bar solo intercambiaron unas pocas palabras y un número, pero no esperaba verlo de nuevo tan pronto.
—Matías… —murmuró, sorprendida.
—Qué bonita casualidad. Aunque debo decir que me gusta toparme contigo. —le sonrió con galantería—. ¿Trabajas por aquí?
—No exactamente. Vine a dejar unos documentos a la empresa de mi papá.
—Entonces fue una gran coincidencia. ¿Ya te vas o aún te queda tiempo? —preguntó, notando el brillo curioso en sus ojos.
—Estoy libre ahora —respondió sin pensarlo mucho.
—Me encantaría conocerte más. Ya tengo tu número… ¿Qué te parece si salimos a cenar esta semana? Tú eliges el lugar.
Sofía asintió, sintiéndose cómoda con su presencia. Creía que era un empleado de oficina humilde y sencillo, sin saber que Matías provenía de una familia poderosa y era, además, uno de los socios silenciosos del bar Eclipse. Lo que él disfrutaba era su anonimato, y por ahora, prefería mantenerlo así.
Alana, por su parte, acababa de llegar a casa. Había pasado el día dando vueltas por la ciudad, sin saber exactamente qué hacer. Sentía que su mundo había cambiado en cuestión de horas. Al entrar, escuchó la voz de su padre llamándola desde su despacho.
—Alana, ¿llegaste hace poco? Pensé que te habías quedado en casa de Nick —dijo Leonardo Forbes mientras firmaba unos papeles.
Ella dudó. Por un segundo pensó en mantener la mentira, pero algo en su interior le exigía ser honesta.
—Estaba con Sofía —dijo, desviando la mirada. Luego, respiró profundo—. Papá, necesito hablar contigo… sobre Nick y la boda.
Leonardo levantó la vista con expresión seria. Su hija no solía ser tan directa.
—Te escucho.
—Nick me engañó. Desde hace tiempo… con otra mujer. Al principio fue porque yo no… no accedí a ciertas cosas, y luego simplemente porque podía. No le importó lo que teníamos, ni lo que estábamos construyendo.
Leonardo la miró en silencio, dejando que se desahogara.
—No quiero casarme con alguien así. Me siento humillada. No solo me fue infiel… también habló mal de mí.
El padre de Alana se levantó, rodeó el escritorio y la abrazó con fuerza.
—Hiciste bien en contármelo. Nunca permitiré que te cases con alguien que no te valore. Estoy contigo, hija.
Más tarde
Alana se dirigía a casa de Sofía. Sentía la necesidad de hablar con ella, de aclarar sus pensamientos. Iba en el coche con la ventana entreabierta, dejando que el viento despejara un poco su mente. No podía olvidar lo que había pasado con Dante. Aún sentía su piel, su respiración. No recordaba cada detalle con claridad, pero sí cómo se había sentido: segura, deseada.
—¿Por qué no puedo sacarlo de mi cabeza?
—murmuró.
Alana entró en la casa de Sofía, con la mente aún abrumada por todo lo sucedido la noche anterior. Mientras Sofía la miraba entrar, notó que algo no iba bien.
—¡Alana! —exclamó Sofía, al ver la expresión de su amiga—. ¿Qué pasa? Pareces pensativa.
Alana dejó caer su bolso al suelo y se sentó junto a Sofía, abrazando sus piernas, buscando las palabras adecuadas para explicar todo lo que sentía. Por fin, suspiró.
—Sofía, hay algo raro en todo esto. Algo no encaja… —dijo, mirando al suelo—. La noche del bar Eclipse. Recuerdo flashes de la noche, pero no lo suficiente para entender lo que pasó realmente.
Sofía la miró con preocupación y le dijo te refieres a lo que me contaste por teléfono, animándola a seguir hablando.
—No sé cómo explicarlo, pero me siento… manipulada. Después de brindarme aquel trago amargo, algo cambió. Cuando desperté, estaba en una habitación. Bueno con Dante el dueño del bar de quien te conté anteriormente, pero siento que alguien más estuvo involucrado en todo eso.
¿Y si alguien había manipulado la situación?
Alana asintió.
Sofía frunció el ceño.
—El camarero me dijo que le dejaste un mensaje para mí diciéndole que te sentías mal y que te ibas. Pero tú no recuerdas haberlo hecho.
—Exacto. Algo no cuadra.
Se miraron con seriedad. Había algo oscuro detrás de todo.
—Empiezo a pensarlo. Quizás alguien me quiso alejar de la fiesta, y hacerme daño.
—Y solo hay dos personas que tendrían razones para hacerlo: Camila… o el mismo Nick.
Alana respiró hondo.
—Sofía… no quiero enfrentar a Dante. Me da pena después de todo lo que pasó.
—Tal vez deberías hacerlo —dijo su amiga con suavidad—. Si alguien planeó esto, él tiene derecho a saberlo. Y tú también necesitas recuperar tus recuerdos…
—No sé cómo voy a enfrentarme a él, Sofía —murmuró Alana, bajando la mirada—. Me fui sin decir nada… solo le dejé una nota. Siento vergüenza.
Sofía la miró con suavidad.
—No te culpes, Alana. Estabas confundida, y hiciste lo que sentiste en ese momento. Ya habrá tiempo para arreglar los mal entendido con él si lo necesitas.
Hasta ahora he actualizado y ordenado todo hasta el capítulo 3, por lo que es posible que noten ciertas inconsistencias a partir de ahí. Les pido un poco de paciencia mientras termino de ajustar todo. De corazón, gracias por seguir aquí y por su comprensión. ¡Muy pronto seguirán conociendo más de esta historia que tanto me emociona compartir con ustedes!
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