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Redención Nuestra

Redención Nuestra

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Oficina / Malentendidos / Romance de oficina / Mujer despreciada
Popularitas:366
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Rose estaba decepcionada del sentimiento llamado amor y por mucho tiempo no creyó en el ni lo buscó hasta que se involucró con él.

Silvain James es un hombre de una familia rica y poderosa pero que tenía más suciedad que el desagüe de la ciudad. Tampoco creía en el amor hasta que se involucró con ella.

Ambos terminaron casándose bajo las condiciones y amenazas del abuelo de Silvain. Juntos tienen que lidiar con la familia James y sus intrigas por la herencia de la compañía y riqueza que dejaba en vida el patriarca de la familia.

Entre sus días de casados y evitando los esquemas de esas personas, surge un secreto que podría causar grandes controversias y el fin del amor entre Rose y Silvain.

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Capítulo 7

Las familias de la alta alcurnia, siempre arreglaban matrimonios para salvaguardar sus intereses políticos, sociales y económicos. ¿Matrimonios por amor? Casi ninguno, y ni todos duraban a pesar de tener la bandera del amor, así que, era mejor proteger el lugar en la alta sociedad antes de abandonar los lujos con los que se creció, y en una familia como los James-Kahlo, una familia distinguida por al menos cinco generaciones, no era excepción. Lo más terrible de los matrimonios arreglados eran los engaños dentro del matrimonio, y el sufrimiento de los hijos, los escándalos y los divorcios. Pero el dinero no debía faltar, sin ese recurso nada valía para esas familias.

Toda la familia James estaba en la sala, sonriéndose, y esperando al invitado más indeseado de la familia, porque les recordaba, que a pesar de haber sido un problemático, había logrado triunfar y convertirse en un destacado hombre de negocios, mientras que los primos del indeseado, habían sido solo mediocres, despilfarradores o simplemente mujeriegos, tenían el apellido James por los suelos.

Entonces, mientras se disparaban dagas entre ellos e indirectas, apareció la pareja recién casada. Todos se quedaron deslumbrados por cómo se destacaban, y más aún la mujer al lado de Silvain. Era bella, con una mirada sensual y un cuerpo de infarto que muchas mujeres envidiarían; piernas largas, trasero generoso, y un porte elegante, con una sonrisa cautivadora. Parecía más ella una dama de alcurnia que las propias damas de James.

Los hombres quedaron fascinados con ese espécimen de mujer, y se sintieron envidiosos y celosos de que ese Silvain pudiera tener una mujer tan destacable como ella, en seguida, los comentarios sardónicos no se hicieron falta.

-Querido Silvain – habló Gina, la tía mayor, aunque ya tenía más de cincuenta aún se veía joven – ¿De dónde sacaste a esta mujer? no recuerdo haberla visto en ninguna familia de renombre.

-Sí primo – comentó uno de los hijos de Gina – De haberlo sabido, hubiera aceptado la propuesta del abuelo de casarme con ella.

Silvain ya sabía que estaban tratando de cabrearlo, lo conocían por ser impulsivo y a veces explosivo, pero hoy iba a tragarse el fuego solo para evitar darles alguna clase de razón sobre Rose. Sabía que ella no era de ninguna familia de abolengo, y aunque no entendía como se había vuelto ahijada de su abuelo, no iba a permitir que la insultaran.

-Primero que nada, buenas tardes – mencionó primero – Pensé que al ser de tan distinguida educación, al menos conocerían lo básico, veo que no es así.

Tanto la tía como su hijo, hicieron una mueca al ser señalados, querían desprestigiar a la mujer y salieron mal parados. Gina se aclaró la garganta con incomodidad y más aún al ver la burla de las demás mujeres, y se sintió indignada.

-Y ella es mi esposa, Rose Milton.

-Buenas tardes, mucho gusto – Rose mostró una sonrisa, y dejó a todos los hombres embobados. Menos a Louis.

Los hijos de George crecieron sin una madre ya que George no se volvió a casar, y cada quién creció a su modo. Louis fue el mayor, él sí conoció a su madre, aunque no la recuerda del todo y menos al descubrir el cuerpo de su madre sin vida en la habitación del bebé, que en ese entonces era su hermano menor, Jon, el padre de Silvain; aunque tenía una impresión de la belleza de su madre. Y ver a Rose frente a él, sintió un atisbo de duda. Por alguna razón se sintió nervioso, y se secó el sudor de su cabeza media calva ante lo que su cerebro estaba pensando. Miró en dirección de su padre y no parecía asombrado, se preguntaba si solo era su imaginación o una coincidencia de la vida.

El abuelo se levantó con ayuda de su mayordomo y saludó con entusiasmo a Silvain y a Rose, se sentía bastante feliz de ver a los dos juntos, hacía tiempo que no se sentía en paz como en estos momentos, poco sabía que estos momentos felices, serían los últimos en experimentar.

...****************...

La primera impresión sobre Rose fue de que era una mujer arribista justo como lo fue la madre de Silvain, una mujer vulgar de la plebe, con la esperanza de ascender en una familia de renombre. Pero no era más que una arrabalera, desprestigiando el apellido familiar y aun no entendían cómo Jon se casó con una mujer de tan bajo nivel, de todas formas, con la llegada de Silvain, la mujer había consolidado su lugar en la familia, para luego perder el prestigio al ser descubierta con un amante. Por supuesto que el mismo Jon era igual, pero al ser de la familia, no salía perdiendo y terminaron por divorciarse.

Y ver a Rose, era casi como ver a esa mujer. Se preguntaba si Silvain la había escogido por recordar a su madre.

-Sabes, te pareces a la madre de Silvain – mencionó Tina, la segunda tía de Silvain – Una mujer bella, salida de la nada. Logró atrapar a Jon – la miró con desprecio, pero Rose no se sintió intimidada.

-Ah, debe hablar de experiencia propia, ya que escuché que su familia solo eran dueños de una farmacéutica en quiebra. ¡Qué ganga haberse casado con un James! – tomó un sorbo de su copa de vino.

La mujer se quedó de piedra, sintiendo su rostro enrojecerse de la ira, y ante la burla de las demás, sintió que la habían desnudado. Ese era un hecho que se conocía, pero nadie tenía la osadía de recordárselo, aunque parecía que esta mocosa no tenía miedo a las consecuencias.

-Qué descarada – murmuró.

-No merezco tal halago – mencionó Rose con una sonrisa burlona – En todo caso usted merece más esos elogios.

La mujer mayor, tomó la mano de su hija y se fue del lugar, estaba que reventaba de ira y no quería armar un escándalo y menos cuando su suegro estaba presente, tenía miedo de enfadar al anciano y perjudicar a Raymond.

Rose sonrió, sintiendo desprecio por todas estas personas, que creyendo que por tener dinero, tenían el derecho de humillar a las personas y solo porque no nacieron con una cuchara de plata. Y aunque ella había luchado, escalando para alcanzar nuevas alturas, no era alabada ni admirada, sino despreciada, como si una mujer no pudiera llegar lejos con méritos propios, pero estas ancianas estaban demasiadas complacidas por el dinero otorgado de sus esposos, no tenían crédito alguno más que el haberse casado con una familia distinguida.

Las demás mujeres se quedaron calladas un momento, no es que no quisieran echar tierra a la nueva mujer, pero parecía que ella había venido con todo y no querían que ventilaran sus trapitos sucios al sol. La vergüenza de ser objeto de burla no valía la pena por un poco de arrogancia, pero no se darían por vencidas, en algún momento podrían encontrar algo con que hacerla sentir que no era bienvenida.

Del otro lado de la sala, estaban los hombres alabando a Silvain por sus nupcias y por tener a tan hermosa mujer a su lado, aunque ninguno guardó la lascivia en la mirada de ellos ante la mención de la mujer. Silvain sintió asco de solo estar entre ellos, su hipocresía junto con la podredumbre de la mente de esos hombres, sentía que se le pegaba como viscosidad, tan maloliente y horrible.

-Es una mujer destacable. Ella es la nueva jefa de finanzas de J&K, en Nueva York – se bebió un sorbo del vaso de wiski.

-Ya sabemos cómo llegó a ese puesto – mencionó Jon, el padre de Silvain y el silencio luego de ese comentario fue espeso.

Silvain se detuvo de dar otro sorbo y sintió una ira descomunal agolparse en su cabeza. Dejó su vaso en la mesa de bar de la sala con fuerza, emitiendo un ruido que dejó a los hombres un poco asustados. Conocían al chico, a pesar de verse tranquilo, en realidad estaba un poco loco. Era violento, golpeaba a todos sin importar si fuese su propio padre, es más, todos sabían que lo odiaba. Así que todos se hicieron sordos y no comentaron más, solo miraban a los lados, intentando que el ambiente no se pusiera más tenso.

-Repite eso – murmuró Silvain y todos sintieron que habría una pelea.

Pero todo fue salvado con el anuncio de la comida. Todos suspiraron de alivio, y aunque Jon se mostró despreocupado, sintió el leve impulso de salirse de la casa. ¿Le tenía miedo a su hijo? Por supuesto, una vez lo amenazó con un cristal roto de la botella que casi le revienta en la cabeza, pero el sentido común de Jon, era demasiado bajo para continuar pisando la línea de su hijo.

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