Alma Rota: El Despertar De Aria

Punto de vista de Aria

Llegué a mi casa después de un día con Ethan, flotando en una felicidad que temía que se rompiera. Pero el sueño duro poco tal y como lo había previsto, mis padres estaban en la sala esperando a que entrara para empezar con el sermón.

—¿Qué hacías con ese muchacho? ¿Por qué llegas a esta hora? —Pregunto mi mamá haciendo que me sintiera culpable.

—El solo me ayudó con un problema que tuve en la escuela.— Expliqué.— No quería venir a casa y bueno el se ofreció a llevarme a un lugar tranquilo para despejar un poco la mente.

—Si tienes problemas en la escuela aquí estamos tus padres para ayudarte, no tienes que ir con un extraño a contarle tus cosas.

Mi mamá, Alma. Estaba furiosa; su tono de voz la delataba.

—Con ustedes no puedo hablar sin terminar en una discusión contigo, mamá.p

El silencio de mi padre era como una advertencia, sabía que había hecho mal en irme todo el día sin decirles nada.

Subí a mi habitación encerrándome en el baño a llorar, me sentía viviendo una vida que no me correspondía, aunque entendía si preocupación por mí y que ellos me amaban había algo que me impedía ser feliz. Cómo si una parte de mí estuviera dormida y quisiera despertar.

Perdí en el tiempo que estuve bajo el agua de la regadera sintiendo cómo el agua se mezclaba con mis lágrimas. De repente el tiempo pareció detenerse en un instante y pude sentir un destello de luz saliendo dentro de mí, era una luz blanca que vibraba con las gotas de agua al son de una melodía que solo yo podía escuchar. Lo extraño era que mis ojos permanecían cerrados.

Cuando abrí los ojos me sentí renovada, la confusión e impotencia que sentí hace unos minutos desapareciera dándole paso a una inmensa paz. Relajada y renovada salí de la ducha como si en una nube flotara, me vesti con el pijama que había preparado para dormir y por un instante sentí la necesidad de mirar por la ventana con la ilusión de que el chico que me gustaba estaba del otro lado esperando a verme.

Sin embargo, todo fue una ilusión mía, ya que del otro lado no había nadie. Me senté

a observar la vastedad del cielo, las estrellas brillaban con una luz tan intensa que parecía poder tocarlas, la luna estaba en todo su esplendor como si supiera que por dentro el amor nacía en mí.

El sonido de mi teléfono llamo mi atención, lo agarre viendo que era Ethan quien me escribia, al principio no sabia que contestar, así que mire hacia su ventana para descubrir que el estaba ahí viéndome con esos ojos penetrantes como si pudiera leer mi alma.

Estuvimos hablando por mensajes como si estuviéramos uno al lado del otro, podía imaginar sus palabras susurradas a mi oído y la melancolía que sentí hace unos minutos atrás desapareció.

Después de un rato me despedí de él con la tonta excusa de que teníamos examen en la mañana y que quería estudiar un poco antes de descansar. Se que fue una tontería, pero no quería seguir haciéndome ilusiones con un muchacho que era obvio solo quería jugar conmigo. En eso Alma tenía razón.

Me fui a dormir sabiendo que al día siguiente la burbuja que cree en mí mente se rompería y Ethan volvería a ser el mismo patán de siempre.

Por la mañana salí de mi habitación, mis padres ya me esperaban en el comedor y por primera vez desde que era una niña pude hablar con tranquilidad con mi madre.

—Perdon por lo de anoche, se que tienes derecho a escoger tus amistades... Es solo que me preocupo por ti. — Dijo Alma sonando sincera.

—Yo soy quien debería disculparme, se que no debo desaparecer todo el día.

Mi mamá se levantó dándome un abrazo fuerte, realmente era lo que necesitaba para poder sentirme mejor. Después del desayuno ella se ofreció a llevarme a la escuela, lo que acepte sin dudar. El día de hoy no quería ir sola en ese lujoso auto.

En el trayecto de la casa a la escuela pude hablar de muchas cosas con ella, no solo de sus creencias sobre reencarnación ni nada de eso. Solo hablamos como madre e hija.

—¿Entonces te gusta el joven De La Fuente?— Pregunto repentinamente.

—La verdad no se que siento por él. Digo si me atrae y todo, pero creo que es todo. — Dije apenada.

—Es normal que te atraigan los de su tipo. Es un muchacho muy guapo, pero debes tener cuidado porque las personas no siempre son lo que parecen.

—Lo se, mamá. Se que antes de hacer cualquier cosa debo estar segura de que él no este jugando conmigo.

—Eres una joven muy inteligente, y bueno cuando quieras puedes invitarlo a cenar a la casa.

—Gracias mamá— Le dije dándole un abrazo.

Al llegar a la escuela mi humor había cambiado, la actitud de mi mamá no me la esperaba por lo que me sentí escuchada por primera vez. De camino a la entrada me encontré con Ethan quien me esperaba en la entrada de la escuela, caminamos juntos hasta el salón de clases. Está vez la tonta de Clara no se metió conmigo, pero si me lanzaba miradas fulminantes como si quisiera despellejarme viva.

Sin embargo, no le haria caso, pues mi día había iniciado con buen pie.

El examen llegó y el profesor pidió que lo hiciéramos en parejas, Diego uno de mis compañeros de clase se había ofrecido a ser mi pareja, pero Ethan intervino diciendo que ya habíamos quedado y que lo haríamos juntos. Estaba en una dimensión desconocida donde dos chicos discutían por ser mis parejas en este evaluativo.

La última palabra la tenía yo, así que me decidí por Ethan, aunque sabía que estaba frita, pues el no era él mejor estudiante de la escuela, de hecho sus notas eran las peores. Hasta el profesor quiso disuadirme de mi elección, pero yo había elegido y no pensaba cambiar mi decisión.

Ethan demostró tener conocimiento avanzados del tema, realizaba los problemas con tanta facilidad que pensé estaba haciendo trampa, pero era imposible porque yo estuve con el en todo momento y nunca lo ví sacar algo o usar el teléfono para copiar.

Terminamos justo a tiempo, el profesor pidió los resultados para corregir Ethan se levantó muy seguro de si mismo entregando el evaluativo. El profesor empezó a revisar poniendo cara de sorpresa, sus gestos eran de desaprobación por lo que pensé había aplazado la materia. En fin no me importaba si pasaba o no, pues el solo hecho de haber trabajado con Ethan era suficiente para mí.

—Señor De La Fuente y señorita Estrada, los espero después de las clase en mi oficina.

Ethan me miró encogiendose de hombros, el sabía algo que yo no y eso me daba mucho que pensar.