📚¡UN CEO! ¿DE PADRASTRO?
Él guarda una venganza.
Ella, un pasado que no la deja en paz.
Valentina es madre soltera y ha aprendido a sobrevivir en silencio.
De noche baila bajo luces artificiales de un club, ocultando su nombre, identidad y su dolor.
Todo su mundo se pone de cabeza cuando empieza a trabajar como secretaria del CEO más reconocido del país, mientras lucha por salvar a su hija enferma.
El amor es un lujo que no puede permitirse... o eso creía.
Armando Garza, frío, calculador y poderoso, tiene un solo objetivo: una venganza .
Pero su mundo perfectamente controlado se tambalea cuando una pequeña empieza a llamarlo “papá”...
Y cuando sus días se entrelazan con los de Valentina, la mujer que nunca debió cruzarse en su camino.
El deseo será inevitable.
El peligro, constante.
Y el pasado... letal.
¿Podrán amarse entre secretos, traiciones y mentiras?
¿Podrán forjar otra historia o su futuro ya está escrito?
Una novela con temas sensibles. No apta para todo público.
NovelToon tiene autorización de Frida Escobar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
El plan hacia la venganza.
NARRADO POR ARMANDO
Mi padre y yo nos mantenemos tranquilos.
Sabemos cómo conservar la calma en momentos así.
Me giro para darle la cara al padre de Alexa.
—¿Por qué más sería? ¿Usted qué cree?
—Sé que no te gustan estas reuniones —me responde, mirando de reojo a mi padre.
—Mi hijo ya se va. El compromiso ya fue anunciado, no tiene nada más que hacer aquí —dice mi padre, hablando por primera vez.
—Solo porque mi hija se encaprichó contigo, porque créeme que si fuera por mí, jamás permitiría que tú y ella se casaran.
Me burlo de él con una sonrisa cargada de ironía, pero mi padre coloca su mano en mi hombro para contenerme.
—¿Está seguro que solo es por eso? —le digo—. ¿Va a decirme que no le interesa lo que tengo?
El hombre aprieta los puños. Sé que no lo aceptará nunca en voz alta, pero sus ojos lo delatan.
—Padre, te pedí que dejaras en paz a Armando.
La voz de Alexa nos interrumpe. Llega junto con mi madre y aprovecho para darles la espalda. Camino hacia la salida, mis padres me siguen. Antes de subir al carro, Alexa me alcanza y me abraza con fuerza.
—¿Por qué eres así conmigo? ¿Por qué de un tiempo para acá te volviste así? ¡Tres años de noviazgo, Armando!
—Entonces rompe el compromiso —le digo, con el estrés reventándome la paciencia.
—Solo los primeros meses fuiste lindo conmigo. Solo una vez hemos tenido relaciones…
Ignora todo lo demás y clava esas palabras como si fueran reproche. Agradezco que mis padres ya estén dentro del carro y no escuchen.
—Es así, o entre tú y yo ya no habrá nada.
—Nunca me he quejado de nada —responde aferrándose—. Me conformo con saber que eres mío y que nadie me alejará de ti.
No digo más. Entro a mi carro y arranco. Ella se queda de pie, observándome marchar. No necesito ver a mi madre para saber que va molesta.
Al llegar a casa de mis padres, mi madre baja azotando la puerta con furia contenida. Mi padre desciende con calma y, antes de irse, se asoma por la ventanilla para hablarme.
—Me dices lo que Julián averigüe.
Asiento. Lo observo alejarse.
El odio de mi padre hacia la familia de Alexa lo consume. Hasta que no los vea en la ruina no descansará. Durante las visitas a la cárcel, era lo único que repetía. Y cuando salió, ya tenía un plan.
Conduzco hasta el departamento de Violeta, la mujer con la que Alexa siempre me cela. Toco la puerta y, al abrir, sus ojos se iluminan sorprendidos.
—Adelante —me dice, haciéndose a un lado para dejarme pasar.
Me siento en el sillón y ella me sirve un vaso de vodka. Luego se acomoda a mi lado, su mano sube por mi pierna hasta presionar mi erección bajo el pantalón.
—Meses sin verte… te extraño —susurra en mi oído.
Se desliza hasta quedar arrodillada entre mis piernas, sus dedos buscando el cierre de mi pantalón. Apenas alcanzo a acariciar sus labios cuando mi celular vibra: Julián.
—¿Qué ocurre?
—Estoy en tu departamento.
—Salgo para allá.
Cuelgo. Violeta se sienta en el sillón, con un gesto de molestia.
—¿Vendrás después?
No respondo. Salgo de su departamento sin mirar atrás. Ella fue mi primera secretaria hace cinco años. Siempre supo lo que quería y aceptó estar conmigo sin compromiso alguno. Yo ya tenía un plan y nunca me desvié de él. Meses llevaba sin verla.
Pero lo de Julián es más importante.
Cuando llego, lo encuentro esperándome afuera de mi penthouse. Entramos juntos. Se sirve vodka y lo bebe de golpe, sonriendo como un idiota.
—¿Y bien? —le pregunto.
Se sirve otro.
—Lo único que sé es que mi mejor amigo me ha estado ocultando cosas. ¿Sabías que la tía de Alexa es abogada?
—¿Eso fue lo único que averiguaste? —respondo con frialdad.
—Sí.
Le doy la espalda, decepcionado, pero sus siguientes palabras me hacen girarme con el rostro serio.
—Ah, no… otra cosita. ¿Sabías que fue ella quien entregó las pruebas para que tu padre fuera a prisión?
Se acerca dejando el vaso en la mesa.
—Si me dices qué ocurre, yo te diré qué más averigüé.
—No me gusta que me amenacen.
—No es amenaza. Si de verdad soy tu mejor amigo, dime, ¿qué está pasando?
Lo miro a los ojos. No veo burla esta vez, solo insistencia. Suspiro.
—Hace años, cuando mi padre fue arrestado, solo había dos socios: él y el padre de Alexa. Una vez recibió cierta invitación para hacer negocios sucios, pero la rechazó. No pasó ni un año cuando la empresa tuvo problemas y apareció información que lo incriminaba. La tía de Alexa fue la abogada encargada de ayudarlo, pero no movió un dedo. Después de cinco años, cuando mi padre aceptó la culpa, entonces sí lo ayudó a salir. ¿Y adivina quién prosperó durante esos cinco años? Exacto: ellos.
Julián abre los ojos sorprendido.
—Ahora entiendo por qué aguantas a Alexa… nadie más la soporta.
—¿Qué información tienes realmente?
Él sonríe y se encoge de hombros.
—Nada, solo lo dije para que me contaras.
Lo fulmino con la mirada, mientras él se ríe a carcajadas, disfrutando de mi enojo.