Mi Tío Kostas

Kostas se reunió en un restaurante junto a Agustín, su amigo Shaun Feng y su hermana Frida. Pues ese día volvía Frida a Suiza con su esposo, el magnate de las telecomunicaciones Alfred Meier, y se querían despedir de ella.

En el momento en que los meseros llegaban con su comida, a Kostas le llegó una llamada a su celular. Vio que era de Athina y se sorprendió al pensar que algo había pasado, por lo que se excusó con sus amigos y se dirigió hacia un lado de la mesa donde había un gran ventanal. No se fijó de que era una videollamada y la contestó de manera desprevenida.

Cuando iba a poner su celular en la oreja, alcanzó a ver a su adorado tormento muy sonriente con una sexi pijama de: ¿Las chicas superpoderosas?

—Hola, tío. ¿Estás ocupado? —preguntó Athina, fingiendo inocencia de haber interrumpido algo importante.

—Hola, muñeca. —Este apelativo derritió a Athina. Era la primera vez que Kostas se dirigía a ella de manera cariñosa. —Estoy en un restaurante con unos amigos. Tranquila, no interrumpes algo importante.

Kostas veía a Athina absorto; se imaginaba cómo sería estar allá en esa habitación con su "muñeca". En ese momento no cayó en cuenta de lo embelesado que me estaba. Seguía en su burbuja...y, eso hacía: miraba a Burbuja, a Bellota y a Bombón.

—Tío, hoy llegué del instituto y me dio mucha tristeza, pues no te encontré en casa. Yo te quería ver y papá me contó que ya llevas un mes en Estados Unidos. ¿Eso es por lo que no volviste a contestar mis mensajes? ¿Has estado muy ocupado? —Athina le reprocha y él no sabe qué contestar. Ni él mismo sabe por qué no le respondió sus mensajes.

—Sí, he estado muy ocupado. —Solo atino a contestar eso.

—Me imagino, pero vas a venir a mi cumpleaños, ¿cierto? Tío, me lo prometiste. Prometiste llevarme a una barakia. Mira que si no vienes, tendré que decirle a Constantin que me lleve y yo quiero ir contigo. —Athina le hace un hermoso puchero. Kostas inmediatamente se pone serio y lo que no se imaginó Athina es que no es por su puchero que se puso así, sino por el hecho de imaginarse a Athina bailando con su sobrino. —Mira, este es el vestido que escogí para ese día.

Athina se levanta de la cama y le muestra un hermoso vestido de fiesta al que le falta tela en sitios específicos. Esto descoloca a Kostas aún más de lo que ya estaba con el pijama de Athina; se la imagina en ese vestido y hombres lujuriosos mirándola con deseo.

—¿Y dónde está el pedazo de tela que le falta, o es una blusa? —Athina se ríe divertida.

—Tío, es así. Es un diseño exclusivo de Isadora.

—Ese vestido está muy pequeño, ¿crees que Athanassiau te lo va a dejar poner? —Kostas la interroga y Athina suelta una carcajada.

—Tío, este vestido me lo compró mi papá con la asesoría de Alondra. Es más gusto de él que mío. Yo no estoy acostumbrada a usar este tipo de vestidos, pero la ocasión lo amerita, y está muy lindo. ¿Cierto? —Athina está feliz, está causando en Kostas el efecto que deseaba.

—Sí, está bonito. —En ese momento es llamado por Frida, pues ya lo habían esperado mucho para empezar a comer.

Kostas, ¡se nos va a enfriar la comida!

Frida se ríe junto a sus acompañantes por su maldad.

—Tío, te necesitan. Luego hablamos. —Athina se despide, sin darle tiempo a Kostas de hacerlo, pues corta la llamada.

—Kostas, disculpa a mi hermana. Como puedes ver, es una imprudente. —le dice Agustín al Kostas llegar a la mesa.

—No se preocupen, ya iba a cortar la llamada. —Fue lo mejor, esa niña lo tenía volando su imaginación.

Kostas empieza a comer, y ya no tenía el mismo ánimo con el que llegó. Los demás conversaban animados y él solo respondía lo necesario. Se había comprometido con Athina, pero también tenía el deber moral de terminar lo que le prometió a su amigo Mariano.

Estaba en un dilema, ¿qué va a hacer?

Athina estaba muy triste y decepcionada. ¿Quién era la mujer que le habló a su tío Kostas en ese restaurante? ¿Sí llegará a tiempo para su cumpleaños? ¿Sí podrá seguir con su plan?

Con esos interrogantes se duerme y, mientras ella lo hace, Kostas sigue en su dilema: ¿terminar su trabajo en Dallas o viajar a Atenas al cumpleaños de Athina?

Al día siguiente, Athanassiau despierta a su princesa con un delicioso desayuno.

—Feliz cumpleaños a la niña más hermosa de toda Grecia. —Athanassiau entra con el desayuno y una muy somnolienta Athina se despierta y se sienta en la cama.

—Gracias, papito, qué bella sorpresa. Esta vez eres tú en persona el que me entrega el desayuno. —Su padre pone el desayuno en su regazo.

Cuando Athina estaba en el instituto, él le hacía llegar en su cumpleaños un desayuno sorpresa con un obsequio y un gran ramo de girasoles, que es la flor favorita de Athanassiau y ya fue declarada por Athina como la suya. Pero esta vez tiene la fortuna de dárselos en persona.

Aún recuerda cuando fue contactado por la abuela de Athina para informarle que tenía una hija, que su mamá había muerto y que en su lecho de muerte les confesó que él era su padre. Le pidió que lo buscara y se hiciera cargo de ella.

Athanassiau no contestó nada, desconfiaba de esa confesión. ¿Cómo diez años después de su viaje a Patmos le van a decir que tiene una hija? Así que contactó a su abogado para que le hicieran a la niña una prueba de ADN y así tomar una decisión. En efecto, la prueba salió positiva; Athina es su hija y no había a quién reprocharle que no le dijera de su existencia desde que fue concebida.

Sin decirle nada a nadie, Athanassiau fue a conocerla, y la niña se veía muy aprehensiva con su presencia. Así que habló con la abuela de cómo sería su cuidado, pero esta le exigió que se la llevara. Al parecer, para esa anciana, Athina era un estorbo. De esta manera, Athanassiau, al ver que la niña lo veía como un extraño y ante el rechazo de la abuela, le propuso a la niña ir a un internado o irse con él. La niña decidió el internado, pero que lo quería conocer poco a poco. Esto le pareció muy sensato a su padre e hicieron una promesa: que en las vacaciones viajarán juntos al lugar que ella desee conocer y a Athina le pareció una idea genial. Así, mientras su hija adquiere valiosos conocimientos, en vacaciones se conocían como padre e hija.

—Papito, ¿en qué piensas? —la voz de Athina lo sacó de sus pensamientos.

—En lo afortunado que soy de que hayas llegado a mi vida. Te amo, mi niña, estoy muy orgulloso de ti. —Padre e hija se funden en un abrazo. —Hice reservas para cenar en el Thea Terrace. Te va a encantar.