Angelice Alcott, una mujer de elegancia impecable y bondad inquebrantable, ve su matrimonio desmoronarse tras dos años de frialdad y distancia. La llegada de Judith , el primer amor de Joseph Hawthorne, y la noticia de que espera a su hijo, desatan una tormenta de desprecios y manipulaciones. Judith, consumida por celos y ambición, busca hundir a Angelice, incluso inculpándola falsamente.
La tragedia se intensifica cuando Joseph destruye la fortuna de los Alcott, llevando a su padre al infarto, pero tambien a su madre a una muerta accidental. En medio del dolor, Angelice halla refugio en un amigo recién llegado, pero Joseph, cegado por los celos, la somete a una noche de violencia que resulta en un embarazo no deseado y un aborto forzado, lo que la sume en una desesperación que la lleva al suicidio. Sin embargo, su intento falla y aparece Damian Lancaster, un magnate con una enemistad feroz hacia los Hawthorne. Y sólo algo los une 𓊈EL DESEO DE LA VENGANZA𓊉
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Capítulo 11
...Eran las 12 de la noche, y Joseph había llegado a casa. Apenas tenía la suficiente fuerza como para mantenerse en pie, mientras subía las escaleras tambaleándose aún con el olor del alcohol sobre su ropa. Cuando llegó al pasillo, una de las puertas de las habitaciones se abrió lentamente revelando la figura de la persona que salía de ella, era Judith, quién rápidamente se acercó a él sin dudar y lo sostuvo. Pero Joseph, se apartó de ella con aparente torpeza sacudiendo su cabeza en un intento de despejar su visión. Su mente estaba nublada y, cuando abrió los ojos le jugó una mala pasada. No lograba visualizar a Judith en ese momento. En su mente la figura que se presentaba ante él era la de Angelice; de pronto su expresión se transformó por completo llevándolo a suplicar con desesperación— Cariño….—musitó, con una voz agotada y llena de tristeza —¿De verdad no puedes perdonarme?...
...Pero Judith, permaneció en silencio por unos momentos sintiendo como el enojo en ella surgía en su interior, ante aquella comparación que le resultaba tan molesta. Sin embargo, logró disimularlo con gran maestría, no pronunció ninguna palabra alguna, simplemente tomó el brazo de Joseph y lo pasó alrededor de sus hombros y, con suavidad lo condujo hacia la habitación. Debido a la borrachera Joseph no puso resistencia, al contrario, se entregó a la situación, ya que en su mente totalmente confusa; sentía que su esposa era quien lo estaba acompañando. Judith lo ayudó a recostarse sobre la cama y, con movimientos precisos y cuidadosos empezó a desbotonarle la camisa. Cada botón que deshacía parecía un acto deliberado con una calma que indicaba que para ella ese momento era algo personal, casi sagrado. Una vez que retiró toda su ropa, ella se quitó la segunda bata que la cubría y se acomodó a su lado mirándolo con una expresión de una posesión intensa, mientras pensaba en una sola cosa.｟“Él debe ser mío ”｠ se repitió, convencida de que no había lugar para ninguna otra posibilidad , para lo que tenía en mente....
...A la mañana siguiente, Angelice se despertó antes que los demás. Salió de su habitación y comenzó a caminar por el pasillo, pero antes de siquiera llegar a bajar las escaleras sus pasos se detuvieron de golpe. Ante sus ojos apareció Joseph, quién salía de la habitación de Judith, pero no la sorprendió para nada; luego detrás de él apareció la figura de Judith quién salió arreglando su ropa con una calma sorprendente. La situación la dejó completamente paralizada, mientras los observaba con una expresión que carecía de emoción. Sus ojos se centraron en el torso desnudo de Joseph sin parpadear, él sintiendo la tensión en el aire se acercó rápidamente a ella en un intento por aclarar la situación. Sin embargo, ella simplemente se apartó de él con determinación —Nada de lo que haga es de mi incumbencia —afirmó, con un tono gélido antes de darse la vuelta y descender las escaleras....
...El dulce y envolvente aroma del café comenzó a esparcirse por el aire llenándolo por completo. Con cuidado , Angelice se sirvió una taza humeante y se sentó a la mesa para desayunar disfrutando de la calma que la rodeaba, pero después de unos minutos los pasos de Joseph y Judith descendiendo las escaleras resonaron y ,pronto aparecieron en el comedor tomando asiento frente a ella. Joseph, observaba la expresión de su esposa sintiendo una punzada de incomodidad percibiendo su desinterés y la distancia emocional que los separaba en ese momento —Huele muy bien ¿Qué hiciste de desayunar? —preguntó, pero Angelice continuó sin prestarle atención . Él en un intento de llamar su atención cambió su estrategia —¿Cariño..? ...
...Aquella palabra logró hacer que Angelice interrumpiera su concentración, levantando la vista hacia él dedicándole una mirada fría y llena de indiferencia. Y en lugar de llamarlo por su nombre, optó por pronunciar su apellido con una firmeza casi desafiante —Señor Hawthorne, si desea usted desayunar sabe perfectamente donde está la cocina y el refrigerador. Puede levantarse de su asiento e ir allá; sacar los ingredientes y prepararse su propia comida. No soy su niñera y mucho menos su empleada— le dijo, dedicándole una media sonrisa. Lo que hizo que Joseph apretara los puños con fuerza dejando que su enojo se manifestará en cada rasgo de su rostro, aunque no pronunció ninguna palabra dejando que el silencio se adueñara de él. Judith por su parte, se tomó la molestia de intervenir con una dulzura que carecía de sinceridad.—Angelice, no es necesario que te comportes así con Joseph. Después de todo, él todavía sigue siendo tu esposo. ...
...Angelice esbozó una sonrisa pero esta era gélida y desprovista de una pizca de calidez— No, ya no lo es. He solicitado y firmado los papeles del divorcio, él es quien se rehúsa afirmar. Así que en realidad, nada de lo que él haga o deje de hacer debería ser motivo de preocupación para mí. Si realmente te preocupa entonces ve y prepárale tú el desayuno, después de todo…Eres la madre de su hijo ¿No?. ...
...Sin decir nada más, se puso de pie y sin darle ninguna mirada se marchó dejando a Judith con la palabra en la boca y, a Joseph con un enojo reprimido. Ante esto Judith lo miró y hablo— Si quieres puedo prepararte el desayuno—comentó , pero Joseph inmediatamente respondió— No es necesario, ya me voy a trabajar. Con eso se puso de pie y salió de la casa, dejando a Judith en el mismo lugar con los puños apretados sobre la mesa sintiendo la tensión en el aire. ...
...Dos horas más tarde, Angelice decidió bajar a la sala principal al oír el sonido de la puerta abrirse. Al bajar se detuvo abruptamente , cuando vio a Margaret entrar. Sin pensarlo dos veces, se acercó a ella y la envolvió en un abrazo sincero y apretado — Qué bueno que volviste nana, no tienes idea de cuánto te he extrañado— expresó, con sinceridad. Margaret le devolvió el abrazo con un gesto que demostraba su ternura y protección por ella , acariciando su espalda con suavidad— ¿Qué pasa mi niña? ¿Ha sucedido algo mientras no estaba? — preguntó Margaret, con preocupación a lo que Angelice se mantuvo en silencio durante unos segundos ;aferrándose a ella con más fuerza luego se separó y la llevó hacia el sofá dónde se tomó el tiempo para explicarle toda la situación. Le contó con todo y detalle lo que había pasado durante los últimos días, Margaret por su parte la escuchó atentamente sin interrumpirla ni una sola vez. Sin embargo, cuando Angelice terminó de contarle , Margaret se levantó de manera repentina con una expresión tensa y su rostro enrojecido por la indignación qué burbujeaba en su interior. ...
... —¡¿Cómo se atreve a hacerte esto?!—exclamó, con vehemencia impregnada de rabia— ¡¿Acaso no es un ser humano? ¿no tiene ni una pizca de vergüenza?! ¡Y todavía se atreve a amenazar!...¡Ese hombre es peor que un animal!. ¡Pero ya verá cuando regrese! ...
