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Editando Mi Propia Historia.

Editando Mi Propia Historia.

Status: Terminada
Genre:CEO / Completas / Aventura de una noche / Reencuentro / Dejar escapar al amor / Amor-odio
Popularitas:5.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Loloy

Abigaíl, una mujer de treinta años, quien es una escritora de novelas de amor, se encuentra en una encrucijada cuando su historia, la cual la lanzó al estrellato, al sacar su último volumen se queda en blanco. Un repentino bloqueo literario la lleva a buscar a su hombre misterioso e intentar escribir el final de su maravillosa historia.

NovelToon tiene autorización de Loloy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capítulo 7

La tarde caía lentamente sobre la ciudad, y la luz anaranjada del atardecer teñía las paredes de la oficina con una calidez engañosa. Nicolás Herrera permanecía junto a la cafetera, con una taza humeante entre las manos, mientras observaba cómo su amigo recorría la sala en silencio, con las manos en los bolsillos y el ceño fruncido.

—¿Sabes qué es lo que más me llama la atención? —dijo finalmente Nicolás, sin mirarlo—. La forma en que te altera su presencia.

Erick se detuvo, girando apenas la cabeza.

—No me altera.

—Claro —respondió Nicolás con una sonrisa ladeada—. Por eso llevas una hora dando vueltas como si quisieras borrar el piso.

Erick soltó una leve risa sin humor y se apoyó contra el respaldo de una silla.

—No es que me altere… es que me intriga. Hay algo en ella que no me deja tranquilo.

—Lo noté. —Nicolás le dio un sorbo a su café—. Es discreta, pero no tímida. Inteligente, aunque evita sobresalir demasiado. Se hace notar sin esfuerzo, y eso no es común.

—¿Te cayó bien?

—Me pareció interesante —respondió sin comprometerse—. Hay algo en su forma de hablar… como si eligiera cada palabra con pinzas. Y eso, mi querido amigo, lo hacen las personas que ocultan algo o que se protegen de todo.

Erick no dijo nada. Se limitó a mirar por la ventana, donde las luces de los edificios comenzaban a encenderse una a una.

—No me parece casual que una mujer así termine justo aquí, en este momento.

Nicolás se le acercó despacio, como si no quisiera romper el frágil hilo del pensamiento de su amigo.

—Yo tampoco creo en casualidades —agregó en voz baja—. Pero tampoco en certezas sin pruebas. Así que, si quieres descubrir quién es, vas a tener que esperar... y observar.

—¿Y tú qué vas a hacer?

Nicolás sonrió con un dejo de picardía.

—Yo sólo estoy disfrutando del misterio. Pero si resulta ser esa mujer que te quitó el aliento hace cinco años… bueno, va a ser interesante ver qué hace ahora que te tiene cerca.

Erick lo miró de reojo, incómodo por cómo lo conocía tan bien.

—¿Te parece que juegue?

—No. Te digo que estés atento. Porque si ella es quien creo que podría ser… ya está jugando contigo.

Erick no dijo nada más y solo se mantuvo en silencio pensando en todo lo que le había mencionado su amigo.

***

La puerta se cerró detrás de ella con un suave clic, y Abigaíl por fin soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo. Dejó las llaves en el cuenco junto a la entrada y se deshizo de los tacones que le habían hecho la vida imposible durante el día. Caminó hacia la sala, exhausta, pero con el rostro iluminado por una mezcla de confusión y algo que aún no se atrevía a nombrar.

—¡Abby! —gritó una voz desde la cocina—. Ya era hora, estaba a punto de mandarte un mensaje de rescate.

—Diana... —respondió Abigaíl con una sonrisa débil al aparecer en el umbral.

Su mejor amiga desde la universidad la recibió con una copa de vino y un abrazo apretado. Se sentaron en el sofá, y sin necesidad de preámbulos, Diana la miró con ojos bien abiertos.

—Suéltalo todo.

Abigaíl tomó un trago largo antes de empezar.

—El trabajo es exigente, eso ya lo sabía. Lo que no esperaba era pasar el día entero junto a él... Amiga, no creo poder con esto. Estoy segura de que sospecha quién soy.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —preguntó Diana, curiosa.

—Porque creo que envió a su mejor amigo a investigarme.

—¿Qué? ¿Cómo así?

—Sí... lo que escuchaste. Hoy, durante mi descanso, el abogado Herrera se acercó y me hizo algunas preguntas. Sutiles, pero lo suficientemente directas como para darme cuenta de que sospecha.

—¿Sospecha qué? ¿Que tú eres la mujer de hace cinco años? ¿O que escribiste una saga erótica reviviendo esa noche?

Abigaíl palideció. Tomó la botella de vino, se sirvió otra copa y bebió de un solo trago.

—Cállate esos ojos. Ni se te ocurra repetir eso en voz alta. No creo que Erick sea uno de mis lectores… y mucho menos el abogado.

—Está bien, tranquila. Yo solo decía. Entonces, ¿crees que te recuerda?

—Tal vez. Pero hoy su amigo me preguntó directamente si tenía tatuajes...

—¿Y qué respondiste?

—Evadí la pregunta... pero es obvio que lo sabe.

—No necesariamente...

Luego de que Diana la tranquilizara y le diera su punto de vista de toda esa situación, se marchó nuevamente hacia su hogar, no sin antes recordarle la fecha de entrega del borrador del libro.

Sin muchas ganas, luego de que su amiga se fuera, tomó su lapto y comenzó a escribir los primeros capítulos de su último tomó.

La historia dentro del libro de Abigaíl**

*Título: "Entre sueños y memorias"*

El sonido de las máquinas era lo único que llenaba la habitación. El cuerpo inmóvil de Samantha Porter yacía en esa cama blanca desde hacía semanas. Su mente, en cambio, había estado en otro mundo. Uno donde Eric Robledo era real. Uno donde una sola noche había bastado para transformarlo todo.

Cuando despertó, la luz del hospital le pareció insoportable. Las voces de los médicos eran confusas, y el dolor, intenso. Pero lo que más le dolió no fue su cuerpo: fue descubrir que todo lo que había vivido con él… no había sucedido. Al menos, no en esta realidad.

Había soñado con un hombre. Un extraño que la hizo sentir viva, deseada, completa. Había compartido risas, caricias, promesas en susurros. Todo había sido tan vívido que dolía pensar que fue solo un producto de su inconsciente.

Pero Samantha no estaba dispuesta a dejarlo así. No después de haberlo sentido tan cerca. No después de haber despertado cada día con su nombre en los labios.

Comenzó por reconstruir cada detalle. Su rostro. Su voz. Incluso el logo de la empresa que aparecía en uno de sus sueños recurrentes. *Robcorp*. Investigó, rastreó nombres, estudió movimientos financieros, hasta dar con la verdad: Eric Robledo existía. Y era el CEO de una de las firmas tecnológicas más importantes del país.

Desde ese momento, su propósito fue uno: estar cerca de él.

El plan no fue sencillo. Requirió meses de preparación, cambio de identidad, entrenamiento para convertirse en la asistente perfecta. Nadie debía sospechar que ella tenía un pasado con él, aunque solo viviera en su mente.

El día en que ingresó a la empresa, su corazón latía con fuerza. Llevaba gafas, su cabello recogido, y un currículum impecable. Todo estaba diseñado para que Eric no la reconociera. Pero ella… ella lo reconocería al instante.

Y entonces, lo vio.

De pie frente a los ventanales, con una taza de café en mano, su silueta era la misma que había soñado. Y en ese instante, supo que había comenzado el verdadero juego...

Abigaíl cerró la computadora portátil con un suspiro profundo. El cursor parpadeante en la pantalla era lo único que iluminaba la habitación ahora silenciosa, y el eco de las palabras que acababa de escribir seguía vibrando en su mente.

El primer encuentro entre Samantha y Eric ya estaba sobre el papel. O al menos, en ese documento oculto bajo clave que solo ella conocía. Sonrió levemente, sintiendo la adrenalina aún recorriéndole las venas. Era como volver a vivirlo… aunque en otro cuerpo, con otro nombre.

Apagó la lámpara del escritorio y caminó hasta la cocina, donde aún quedaba un poco de vino en la copa que había dejado sin terminar. Lo bebió de un solo trago, sin molestarse en encender más luces.

Estaba agotada.

El ritmo que llevaba desde que aceptó ese trabajo la estaba devorando. Había perdido práctica en eso de responder a un jefe, cumplir horarios estrictos, lidiar con miradas inquisitivas... especialmente las de **Él**.

Pero ya había comenzado esta historia. No solo la que escribía por las noches, sino la otra… la real, la peligrosa, la que tenía nombre y apellido.

Y debía seguir hasta el final.

Suspiró una vez más, se quitó los lentes y los dejó junto a la laptop. Mañana le esperaba un desayuno de negocios con Erick y algunos ejecutivos. Iba a necesitar cada gramo de autocontrol para no perderse en sus ojos o, peor aún, en sus recuerdos.

Caminó descalza hasta su habitación y se dejó caer en la cama, sin preocuparse siquiera por cambiarse. El sueño llegó rápido, como un susurro, arrastrando consigo los ecos de su pasado… y los planes para su futuro.

Porque si algo tenía claro Abigaíl, era que no iba a rendirse. Ni en su historia… ni en la vida real.

1
ocalani
simplemente fantástica y que decir de la narrativa super felicidades.
ocalani
espero no terminen cuando ella le diga que es escritora y precisamente ha escrito sobre el y si relación.
ocalani
sublime no hay más ni mejor palabra para describirlo
Analy Cazar
excelente nocela
PJLF10012003
Excelente historia, muy bien redactada y con muchos párrafos llenos de alegría /Ok//Heart//Rose/
PJLF10012003
Una de las mejores historias que he leído en la app, tienes mi voto de confianza para las demás que vengan 🤗💋
Isley García
Muy linda tu historia.!!
Ximena Gonzalez
Hermosa tu historia Amiga me encantó
ocalani
super emocionante te felicito escritora
ocalani
super me encanta la narrativa
ocalani
esta interesante esperemos a ver que pasa 😉
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