ENTRE LAS SOMBRAS

DOMINIC

Baje del coche tranquilamente mientras me acomodaba mis lentes de sol, hoy era un día medianamente frío, bien por mí.

Estire mi cuerpo y con Sabueso por detrás comenzó a inspeccionar el lugar junto a los demás hombres, cuando tuve el reporte de que todo estaba bien, avance hacia la entrada.

Justamente Kitty venía bajando de las escaleras con la cabeza mirando hacia el suelo, bien pude avisarle que íbamos a toparnos, pero no lo hice.

Quizá quiera el contacto de nuevo.

Cuando su cuerpo se topó bruscamente con el mío ella retrocedió rápidamente.

—Supongo que me extrañaste. —Bromee.

Kitty levanto la vista y me miró, tenía sus ojos inyectados en sangre y sus mejillas mojadas, apreté mis puños enterrándome las uñas en las palmas de las manos. Fruncí el ceño.

—¿Quién te hizo esto?

¿Por qué demonios me enoja que una completa desconocida esté llorando? ¡Solo nos dimos un beso, basta!

—Hola. —Dijo en un hilo de voz. —Tú eres el del bar, mmmh Dom, ¿verdad?

Ella tiene demencia o soñé lo que pasó anoche.

—Sí, soy Do-Des. —Dije rápidamente.

¡Basta ya Dominic, ¿ahora hasta quiero decirle mi nombre?! ¡Ya se me salió una vez decírselo!

—¿Do-Des? —Preguntó curiosa, ladeó su cabeza confundida.

—Bueno, soy Dom. Para ti, Dom. —Le sonreí. —¿Por qué lloras?

—Mi vida es muy complicada para contársela a personas desconocidas en medio de un pasillo. —Intento sonar animada.

—Lo del lugar lo podemos solucionar, ¿te invito un café o una copa? Tengo un departamento a unos kilómetros de aquí. —Dije viendo el sitio.

—No, gracias. —Dijo.

—Nunca dejaremos de ser desconocidos si no nos conocemos, ¿no es eso obvio? —Ella se encogió de hombros.

—Supongo que sí. —Dijo mirándose las manos.

—¿Entonces?

—¿Qué me asegura que no me vas a secuestrar?

Oh, si quisiera en este momento lo haría...

—Una amistad se basa en la confianza, querida Kitty. —Ella hizo una mueca.

—Supongo que está bien tener un amigo. -Dijo mientras caminaba hacia la puerta. —Y no me llames Kitty, aquí no.

—Agradeceré que me dijeras tu nombre entonces.

La guíe hasta la camioneta que estaba aparcada frente a su edificio y ella la miro detalladamente, después me miró a mi confundida, pero aún así subió el coche y el chófer comenzó a conducir a unos cinco kilómetros de ahí estaba un departamento que Colin compro hacía un tiempo, ahí llevaba a sus chicas. Rezaba para que no estuviera ocupado y funcionó, pues al llegar estaba vacío.

Kitty repaso todo el apartamento con la vista, pero no hubo otra reacción, fue directamente al sofá y se sentó esperándome, yo hice lo mismo.

—¿Quieres algo de tomar?

—Agua, por favor.

Hice una seña con la mano a Sabueso y este me tendió ambas bebidas, Kitty la tomo y la posicionó sobre la mesa frente a ella, jugueteaba con las manos mientras estaba erguida, así que opté por hablar yo.

—Bueno, entonces es hora de que nos conozcamos. —Comencé. —Me llamo Dominic, pero tú puedes llamarme Dom, tengo treinta años, nací aquí y trabajo en mis negocios, ¿qué tal tú?

Dime tú jodido nombre de una vez...

—Bien. —Se aclaró la garganta y me miró. —Yo-yo tengo veintidos años, nací aquí y soy bailarina y mesera, pero eso ya lo sabes. —Dijo ella.

—Olvidaste el nombre, ¿cómo te llamas? —Dije interesado.

Lo dudo por un momento, pero al fin cedió.

—Melody, Melody Parker. —Dijo ella.

Melody...

—Tienes un nombre muy bonito, Melody. —Admití.

—Mi mamá lo saco de una revista de chismes. —Intento sonreír pero le salió una mueca. Yo reí.

—Eligio bien.

—¿Y tú, como te llamas? Digo, solo se que eres Dominic.

—Solo Dominic, por ahora.. —Acorte. No quiero que conozca mi apellido.

—Es lindo. —Agregó sin importarle mucho. —¿y tú...?

Antes de que terminara de hablar, lo hice yo ya que sabía que me pediría mi apellido.

—Entonces oficialmente somos amigos. —Levante mi vaso y ella igual, haciendo un brindis con agua.

Estuvo en silencio un par de minutos mientras observaba todo el lugar, yo miraba atentamente sus movimientos y el cómo su piel brillaba por los pequeños rayos de sol que daban en sus brazos.

—Ya recordé lo que pasó anoche cuando llegamos a mi casa y quiero que sepas que esa no era yo, de hecho bebo y fumo muy poco. —Dijo apenada.

—Esperaba tener que recordártelo. —Bromee, su cara se tiño de carmín al instante. —Pero está bien, supongo que tendremos que dejarlo para luego.

Ella me sonrió sin mostrarme los dientes y la imité.

—Eres muy bonita.

—Muchas gracias, Dom. —Dije ella.

—Ahora, ¿me dirás por qué llorabas, Melly?

—¿Melly? Nadie me ha llamado así jamás. —Dijo.

Yo me encogí de hombros.

—Será mi apodo hacia ti, ¿te gusta?

—Es lindo.

—Entonces, ¿Me dirás que te pasa?

—Problemas familiares.

—Con tu madre me imagino. —Ella asintió. —Bueno, supongo que simplemente hay mujeres que no merecen ser madres.

Cómo la estúpida de Kitty la anciana que me quería prácticamente regalar a su hija...

—O tener una familia. —Añadió, asentí.

—¿Tienes hermanos?

—No que yo sepa, aunque siempre he soñado con una hermana... A veces, siento que me falta algo, ¿sabes? Cómo si en algún momento la hubiese tenido.

—Bueno, déjame decirte que no es muy agradable. —Me sonrió débilmente. —Mi hermano es un dolor de cabeza.

Una sonrisa ronca salió de su boca y yo le mire detenidamente, ella se removió incómoda en el sofá.

Estaba tan vulnerable, realmente tenía muchísimas ganas de protegerla con mi vida... no sé que demonios me sucede.

—¿Puedo preguntarte algo? —Ella volvió a asentir. —¿Por qué trabajas en ese club?

—Por lo que trabajan todas las personas, necesidad. —Ella me miró a los ojos y su mirada me caló, suspiré sin dejar de mirarla. —En ocasiones tenemos que hacer cosas que no nos gustan para poder salir adelante, está es la mía.

—Nunca he sabido lo que es la necesidad económica pero debe ser duro.

—Eres muy privilegiado, hay personas en el mundo que dejan de comer para dárselo a sus hijos.

—Eso es muy valiente.

—Lo es. —Coincidio.

Era tan hermosa, a pesar de que llevaba unas pijamas de pans y suéter negros con una camisa blanca, se veía preciosa aún desarreglada, sus ojos color miel brillaban considerando que había llorado hacia un momento y las pocas pecas que adornaban el resto de su rostro la hacían ver exquisita.

—Gracias por traerme aquí para escucharme pero me tengo que ir. —Dijo mientras se levantaba, la imite rápidamente.

—¿Te veo hoy en el club? —Ella negó.

—Solo trabajo los fines de semana, ojalá puedas ir el jueves.

Mierda, faltan cinco días... ¡deja de pensar en eso e inventa un pretexto!

—Quizá podamos vernos antes, digo, sé dónde vives y todo eso. —Vacile. —Somos amigos, ¿recuerdas?

—Claro. —Sonrió.

Preciosa boca, preciosos dientes, preciosa ella...

Indique a Sabueso que la llevará a casa y se asegurara de que entrara y una vez ahí regresara por mi para ir a la oficina. Todo estaba saliendo de maravilla, en la mañana había tenido una dulce -muy dulce y sangrienta- plática con la otra Kitty, Colin me ayudó a explicarle el plan y ella cómo si nada lo aceptó y después la dejó ir a casa para comenzar a poner el plan en marcha.

Ahora sí Purcell, vas a acabar como lo hizo tu hija... Con tu sangre en mis manos y muerto por una de mis balas.

—¿Dónde estabas? —Dijo Colin.

—No sabía que tenía niñera. —Dije.

—¡Dominic, no es eso, soy tu jefe de seguridad!

—¡Pero no eres mi padre, hago de mi vida lo que quiera!

—¡Quiero preservar tu vida con un carajo!

—¡Pues haz lo que quieras, si quieres hasta puedes poner una cámara en el baño para que veas cuántas veces entro en el día!

—¡Bien!

—¡Pues bien!

Colin bajo furioso las escaleras y yo me repasé la cara con la mano. Suspiré. Mierda.

Hacía muchos años que Colin y yo no peleábamos y más aún, por una estupidez de ese tamaño.

NOTA

Próximo capitulo maratón de 3 caps :)