Un Amor Inesperado

Liam

Desde que sus Ojos miraron los mios, no había podido dejar de pensar en ella. En Sarah. En cómo se reía con la boca medio tapada, como si tuviera miedo de que el mundo la escuchara demasiado. En cómo se le enredaba el pelo después del mar, y en cómo me miró anoche, justo antes de ese beso . Como si ella también lo sintiera. Como si lo nuestro no fuera una idea absurda, sino algo que, simplemente ya estaba ocurriendo

No podía dormír bien. No por nervios, sino por ganas. De verla otra vez. De decirle algo más. De quedarme con ella aunque fuera un rato más. Así que cuando todos estaban en sus cuartos durmiendo , cuando su hermano estaba soñando ya , me acerqué a su cuarto. Toqué la puerta, bajito. Dos veces

—Sí —su voz sonaba tranquila, pero cuando abrió y me vio, sonrió como si llevara todo el día esperando eso

—Quieres salir un rato

—Ahora

—Ahora. Si quieres. Caminamos. Un rato. Nadie se va a dar cuenta —agregué, bajando un poco la voz

Miró por encima de mi hombro, como si ya estuviera viendo el peligro de su hermano apareciendo. Luego, sin decir nada, asintió y cerró la puerta. Cuando volvió a salir, llevaba una camiseta blanca de esas que le quedaban sueltas, pantalones cortos y el pelo en una trenza rápida. Natural. Hermosa sin buscarlo

—Vamos

Tomamos la salida de atrás. La que da al callejón, donde nadie mira. Caminamos por las aceras tranquilas del barrio, dejando atrás la casa y el riesgo. Yo llevaba las manos en los bolsillos para no buscar la suya. Ella caminaba a mi lado en silencio. Hasta que sonrió

—Pensé que ibas a arrepentirte

—Y perderme esto—le respondí

Ella me miró, y bajó la mirada enseguida. Pero estaba sonriendo. Llegamos al parque cerca del mar. No había mucha gente , suspire que gente iba a ver si ya estaba muy de noche todos dormian. Solo habia una pareja en una banca lejana y un señor corriendo con audífonos. La luz de la luna daban a todo un aire suave, como si el mundo estuviera en pausa. Nos sentamos en una de las bancas de madera, justo frente a donde el mar se veía inmenso. El sonido de las olas era lo único que se atrevía a hablar

—Siempre vengo aquí cuando no quiero pensar tanto —dijo ella mirando al frente

—Y hoy no quieres pensar

—Hoy no quiero esconder lo que siento —respondió bajito

Me quedé en silencio. No sabía si decir algo o simplemente mirarla. Al final, hice lo segundo. La miré. Con todo lo que tenía. Porque ya no podía no hacerlo

—Puedo hacerte una pregunta —dije

—Sí

—Qué pensaste la primera vez que me viste

Sonrió con los labios, no con los ojos. Como si la respuesta le diera un poco de vergüenza

—Que eras demasiado guapo para ser el mejor amigo de mi hermano. Y que probablemente ibas a ser insoportable

— Y

—Tuve razón en ambas cosas —rió

—Cruel pero honesta

—Y tú —preguntó entonces—. Cuándo empezaste a mirarme distinto

—Cuando me di cuenta de que eras más que la hermana de mi mejor amigo. Cuando empezaste a mirarme tú así. Ella bajó la mirada, sus dedos jugueteando con una cuerda de su pantalón. Luego levantó los ojos, despacio. Y ahí estaba. Otra vez. Eso que no decía nada, pero lo decía todo Me acerqué un poco. Ella no se apartó

—Si seguimos así, alguien se va a dar cuenta —susurró.

—Ya lo sé - le respondí.

—Y qué hacemos

—Lo que estamos haciendo ahora. Poco a poco

Nos quedamos en silencio, otra vez. Pero esta vez, el silencio no fue distancia. Fue puente. Y entonces, sin planearlo, sin que ninguno lo propusiera, nos acercamos un poco más. Y nos besamos. No fue como el primero. Fue más lento. Más suave. Como si quisiéramos grabarlo en la memoria, sin prisa. Como si por fin estuviéramos diciendo lo que no podíamos decir en voz alta. Cuando nos separamos, ella apoyó la cabeza en mi hombro

—Me asusta un poco

—A mí también

Nos quedamos ahí hasta. Cuando el viento empezó a enfriar, nos levantamos y volvimos por el mismo camino. En silencio. En calma. Al llegar a la esquina de su casa, nos soltamos las manos

—Nos vemos adentro

—Nos vemos - respondió

Y ella entró. Yo me quedé unos segundos más, mirando la puerta cerrarse. Con el corazón lleno. Con miedo, sí. Pero también con certeza

Esto estaba pasando. A escondidas del mundo, sí. Pero pasando

Volví caminando lento. Aún sentía el roce de su mano, el sabor de su boca tranquila, y el eco de lo que no dijimos. Era raro. Todo era tan sencillo con ella, y al mismo tiempo, parecía prohibido. Pero si el mundo tenía que quedarse afuera un rato más. No pensaba soltarla ahora. Cuando entré por la puerta principal, Me encontre a un Noah adormilado con un vaso de agua me saludó con un gesto desde el sofá

—Dónde estabas bro

—Fui a caminar un rato —respondí sin mentir, pero sin contar. __Y tu porque no estas durmiendo - lo mire

--- No es obvio rio - medio sed asi que baje a tomar agua , pero ya tengo sueño otra vez asi que , hay te ves - sonrió y subio al cuarto

Quede mirando a Noah subir las escaleras , de doruk el hermano de sarah no habia ni la mas minima señal el si estaba en el septimo sueño , rei bajito y Subí las escaleras con calma, y antes de llegar al pasillo, me encontré de frente con ella

Sarah salía de la cocina con un vaso de agua en la mano. Se detuvo al verme, y sonrió apenas, como si nos acabáramos de encontrar en otro universo. Pasé junto a ella. No dijimos nada. Solo cruzamos miradas. Y cuando ya estábamos espalda con espalda, ella murmuró

—Fue mi beso favorito

No me giré. Pero sonreí mientras caminaba hacia mi cuarto. El mío también pensé