Esther es una mujer llena de luz, apasionada por el ballet y la vida. Su mundo parece perfecto al lado de Lucas Belmonte, su esposo y el amor de su vida. Pero todo cambia en un instante cuando un trágico accidente automovilístico le arrebata al amor dejándola rota, perdida y convencida de que jamás volverá a amar.
En busca de sanar sus heridas, Esther emprende un viaje por el mundo, decidida a reencontrarse consigo misma. Cada lugar, cada rostro, cada paso la confronta con su dolor, pero también le abre puertas a nuevas emociones, aprendizajes y posibilidades.
¿Será capaz de reconstruir su vida? ¿Podrá abrir su corazón otra vez y volver a amar?
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¿¡Un Nuevo Comienzo!?
...El aire olía a lavanda y pan recién horneado. París parecía más tranquilo aquella mañana, como si supiera que Esther estaba a punto de despedirse....
...Durante días había evitado hacer la maleta. Caminaba por su apartamento una y otra vez, rozando los objetos como si fueran reliquias: las tazas de los domingos, el cojín donde Lucas dormía en el sofá, el marco con una foto de ambos en Montmartre, bajo una lluvia ligera. Cada cosa tenía el peso dulce y cruel de los recuerdos....
...Pero esa mañana, algo en ella se sintió distinto....
...Esther preparó café, se vistió con un vestido blanco sencillo y salió a caminar....
...Pasó frente al café donde se conocieron, y miró las sillas vacías con una sonrisa triste. Caminó por la Rue des Martyrs, donde solían comprar flores. Se detuvo frente a la ópera y, sentada en los escalones, sacó una carta de su bolso....
...La había escrito días atrás: un adiós, un agradecimiento, una promesa....
...“Te amaré siempre, pero necesito volver a vivir. No para olvidarte, sino para llevarte conmigo sin que me duela respirar.”...
...Con cuidado, dobló la carta y la dejó bajo una baldosa suelta que solo ellos conocían. Era su forma de decir: gracias, amor. Ahora debo irme....
...Esa noche, cerró su apartamento. No con lágrimas, sino con un suspiro profundo. Como quien entiende, ha llegado el momento de partir....
...La luz de Lisboa era distinta: dorada, líquida, como una caricia tibia....
...Cuando el avión tocó tierra, Esther sintió vértigo y alivio a la vez. Hacía años que no pisaba su ciudad natal. Y aunque sus recuerdos eran difusos, algo en el aire le resultaba familiar....
...Sus padres la esperaban en el aeropuerto con sonrisas temblorosas y ojos brillantes. El abrazo con su madre fue largo y silencioso. Un refugio....
...Nombre: Clara Silva...
...Edad: 46 años ...
...Ocupación:Hogar...
...Nombre: Antonio Silva...
...Edad: 49 años...
...Ocupación: Carpintero...
^^^—¡Bem-vinda a casa, filha! —susurró su padre, acariciándole la mejilla.^^^
...La casa estaba en Alfama, con paredes blancas, persianas azules y un balcón que miraba al Tajo. Al entrar, el aroma a canela y madera antigua la envolvió....
...Todo estaba en calma....
...En su habitación, encontró una pequeña sorpresa: una caja con cintas de ballet antiguas y una foto suya de niña, bailando descalza en el patio. Lloró. No de dolor, sino de ternura. De memoria....
...Esa noche, sentada en el balcón con una copa de vinho verde, escuchó el murmullo de la ciudad. Las calles cantaban. El mar respiraba. Y, por primera vez en mucho tiempo, Esther no pensó en el pasado con tristeza, sino con gratitud....
...Lisboa no era una solución. Pero sí, era un comienzo....
...El segundo día amaneció cálido y sereno. La brisa del Tajo entraba por las ventanas abiertas, trayendo el canto lejano de las gaviotas....
...Esther se despertó temprano. Bajó descalza a la cocina, donde su madre preparaba café con calma y su padre leía el periódico en silencio, como cada mañana....
^^^—Dormiste mejor anoche —dijo su madre, sirviéndole una taza.^^^
...Esther asintió, sentándose a la mesa....
—Creo que sí.
...Su padre alzó la vista. Le sonrió de esa manera en que a veces se dice todo sin palabras. Y fue suficiente. Pero en los ojos de sus padres, Esther no era una mujer rota. Era la hija que regresaba buscando abrigo....
...Después del desayuno, su madre sacó un viejo álbum de fotos. Sentadas juntas en el patio, pasaron página tras página: una niña feliz, tutús improvisados, pies siempre descalzos....
^^^—Siempre fuiste movimiento —susurró su madre^^^
^^^—Inclusive cuando no bailabas, algo en ti danzaba.^^^
...Esther sonrió, con los ojos llenos de agua....
...A media tarde, alguien llamó a la puerta....
...Era Beatriz....
...Llegó con una maleta, una sonrisa luminosa y un vestido que parecía abrazar el sol....
—¡Minha menina! —exclamó la madre de Esther, envolviéndola en un abrazo.
^^^—Olá, família! —saludó Beatriz, en un portugués torpe pero encantador^^^
^^^—Estoy lista para respirar con ustedes.^^^
...El reencuentro fue cálido, lleno de risas, historias absurdas del vuelo y esa manera suya de llenar los espacios sin forzarlos....
...Esa noche, cenaron en la terraza. Su padre preparó bacalao con nata y descorchó vino con generosidad. Las velas parpadeaban, y las voces se entrelazaban como música....
...Esther los observaba: Beatriz bromeando con su madre, su padre hablando de Lisboa como si recitara un poema. Y ella... por primera vez en mucho tiempo, se sentía parte del presente. No es prisionera del pasado....
...Cuando la noche cayó por completo, Beatriz y Esther se quedaron solas bajo las estrellas....
^^^—¿Sabes qué es lo más bonito de estar aquí? —preguntó Beatriz.^^^
—¿Qué?
^^^—Verte volver a ti. Poco a poco. Como quien regresa del invierno y recuerda cómo se siente la primavera.^^^
...Esther la miró, con un nudo dulce en la garganta....
—Gracias por no soltarme.
^^^—Jamás lo haría. Eres mi hogar también.^^^
...En Lisboa, todo parecía latir con otro ritmo. Más suave, más suyo. Y, sin darse cuenta, Esther empezaba a seguirlo....
