Rindiendome A Tu Piel

Will se encontraba en el mueble mirando hacia la ciudad, la luz era cálida, en ese instante su celular sonó.

Lo tomó en su mano, era su primo Sebastian.

—Dime.

Dijo al contestar.

—Pensé que se te escucharía mejor, pero los minutos te destruyen.

Dijo Sebastian en la llamada.

—¿Llamaste para algo importante?.

Preguntó Will tomando el trago que tenía en su mano.

—¡Si!, tu mesera de carita de ángel es toda una diabla, tiene otro trabajo en un club muy exclusivo, es nuevo, brinda un espectáculo sensacional creo te va a gustar, te envié la dirección.

Dijo Sebastian y cortó la llamada.

Will observó la dirección que llegó en el mensaje y sonrió. Se puso su camisa y su chaqueta. Puso el vaso en el escritorio y salió del club directo a la dirección.

Salió por el interior del club con intención de ver a Vannesa antes de irse.

Observó la barra y no la vio, se acercó a Mario.

—¿Y Vannesa?.

Preguntó.

—Salió huyendo del miedo.

Contestó Mario.

Will lo observó, Mario no miraba, sólo preparaba unos tragos.

Will suspiró y salió de allí en el camino mientras manejaba su auto su mente tenía una pelea mental si ir a él club o ir al apartamento de Vannesa.

Llegó a una calle que decidía su destino se detuvo un instante y las palabras de Vannesa resonaron en su mente.

*Recuerdo*

Él la miró a los ojos, y vio la determinación en ellos. Mientras ella decía las palabras.

He tomado una decisión, y es mejor que sigamos nuestros caminos separados, no quiero hacerte daño de nuevo, pero es mejor que mantengamos la distancia, mi corazón está roto, pero se que es lo mejor para ambos, *Te amo*, pero creo que es hora de dejar ir', no quiero perderte del todo, déjame estar en el *harén* seré una empleada más.

Al escucharla decir esas palabras el mundo a su alrededor pareció quebrarse. El cielo se oscureció, las estrellas se apagaron, y el viento susurró un lamento. Pero Will no se rebeló, no luchó. Simplemente aceptó, con un dolor que parecía consumirlo por dentro. Asintió con la cabeza y salió del apartamento sin mirar atrás, quedando pactado la decisión que ella tomó.

*Presente*.

Will suspiró profundamente su corazón sintió esas palabras como el día que fueron dichas.

Tomó el volante y condujo directo al club.

Cuando llegó al club no había filas, era un lugar cerrado el portero le pidió identificación y él le dio una identificación exclusiva.

El hombre lo observó.

—¿Rol?.

Preguntó el hombre.

—Amo el tipo 3.

Contestó Will.

El hombre sacó una manilla especial y se la colocó en el lado izquierdo a Will permitiendo su ingreso.

Amo tipo 3.

La manilla dada a Will.

Will ingresó y dentro del sitio, encontró un ambiente mejor del que esperaba, las manillas tipo 1, 2 y 3 brillaban en el ambiente.

Eres un lugar tranquilo, amplio, diversos fetiches y diversos salones de visualización al fondo.

El guardia le informó al administrador quien acababa de llegar y el hombre bajó personalmente a brindar su atención.

—Señor García es un gusto que nos visite.

Dijo un hombre llegando hasta Will extendiendo su mano.

Will observó sus muñecas no vio manillas y luego su traje y decía *Lució* administrador.

—Que bien mantiene el lugar, muy organizado.

Dijo Will extendiendo su mano.

—Así dicen, pero es gracias a las chicas que ponen todo su empeño en realizar un excelente trabajo.

respondió halagando a sus trabajadores el hombre.

—Aparte de él, baile en la tarima, los roles ¿que más ofrecen en el lugar?.

Pregunta Will paseando sus ojos por todo el lugar.

—Las bailarinas ofrecen bailes en un cubículo privado, solo bailan al cliente, lo que suceda allí es decisión propia de los involucrados, solo necesita su consentimiento, ellas deciden hasta dónde llevar el acto.

Comentó el hombre profesionalmente.

Tal afirmación ocasionó que una sonrisa de medio lado saliera de Will.

—¿Quiénes bailan?

preguntó mientras su mirada se posaba en la persona que había elegido esa noche.

Alicia iba tomando lugar en la tarima.

—Ella es una de las bailarinas, son quince en total.

Respondió él hombre mirando hacia la tarima al igual que Will.

Will, miró la muñeca de Alicia y la manilla en su muñeca sacó una sonrisa sarcástica.

Versátil, tipo 3.

—¡Puedo preguntar!, ¿por qué tanto interés, señor García?

Preguntó él hombre.

—Han hablado bien de este sitió y al saber usted quien soy captó mi atención.

Respondió casualmente.

—¡Me alaga su presencia!

Exclamó el hombre.

—¡Si le apetece, experimenté uno de los bailes privados!, le pasaré el orden de las chicas que lo realizan y su costo para ver si se anima.

Propuso el hombre con entusiasmo.

—¡No es necesario!, la bailarina que se va a presentar, está bien, que lo haga ella, su precio no me importa.

Respondió Will.

El hombre lo guió a una mesa especial.

Los bailes a los que se refería el hombre, se trata de bailes privados que se realizan en un cubículo, los clientes se encontraban ubicados a un extremo los separaba una tela semi transparente ese es su límite.

—Ya eligió, Alicia es una de las mejores bailarinas, le avisaré apenas su zona esté preparada.

Informó al hombre y salió de allí.

Una mesera llegó, Will pidió una botella y guió su vista a la tarima.

Dejándolo con la mejor vista.

Un hombre se acercó a Alicia le susurraba al oído ella sonrió ampliamente. Empezó a besarlo por todo su rostro, ocasionando que Will empuñara fuerte sus puños de la inconformidad que siente al instante.

No duró mucho en el acto, debido a que otra chica llegó y se llevó al hombre.

Alicia subió en esa tarima empoderada del lugar, la manera tan sensual que se movía, la manera que su irresistible cuerpo se tiró al suelo y acariciaba cada parte de él. Ocasionando en Will una reacción inesperada, ya que con solo ver tal espectáculo su cuerpo reaccionó y su miembro reclamó salir de su lugar.

La manera en que Alicia mostraba cada línea de su cuerpo, hacía que más de uno deseara ser su amo, y hasta sus sumiso.

Will ya había marcado cuál sería el papel que ella ejercería sin saberlo aún.

—Señor García, ¿disfrutó del show?

preguntó el hombre llegando a Will.

—¡Es algo novedoso! ¡Felicidades!! Tienen una singular forma de llegar al cliente.

Expreso Will dando vueltas al líquido que tenía en el vaso.

—Acompañeme lo llevaré a la habitación acordada para su baile.

Dijo el hombre mientras camino a uno de los pasillos.

Lo guiaba por el camino, detrás de la oficina tenía una puerta que lo llevaba al otro extremo del lugar; encontrándose con habitaciones, como si fuese un hotel.

—Está seguro que no presta otros servicios, señor Lució.

Indago will dudando la credibilidad del servicio.

—¡No!, para nada, acá todos son profesionales, responsables de la práctica.

—Las habitaciones son para que tengan la privacidad necesaria, hemos tenido que presenciar muchas cosas en este sitio, y vamos mejorando cada día más

Comunicó Lució riendo de algo que pasó por su mente.

—¿Me podría informar una de ellas?

pregunto intrigado Will.

—Darse autoplacer delante de las chicas es uno de los más populares, y la privacidad es muy necesaria para muchas personas exitosas como usted.

Dijo Lució riendo de la acción que conlleva los actos que ofrecen.

Will guardó silencio.

—Disfrute de su estadía, en este aposento.

Dijo Lució al abrir la puerta con un grado de complicidad.

Al entrar Will pudo comprender la razón de su picardía.

Era un cuerpo totalmente adecuado con cada objeto del sadomasoquismo.

Will sonrió, se sirvió un trago, se sentó en el mueble, que estaba preparado para él, a esperar la dueña de esa mirada fría.