Beatriz sufre una gran desilusión amorosa y deja de creer en el amor; sin embargo, el día de la boda de su exnovio conoce a un hombre que parece dispuesto a hacerla cambiar de opinión.
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Capítulo 9
La orquesta cambia el tono, las luces se suavizan y todos entienden que es hora del primer baile del príncipe con su "novia". Emir se vuelve hacia mí, con la mano extendida con una sonrisa que es una invitación y un desafío al mismo tiempo.
Emir:_Habibti, vamos a mostrarles por qué somos el tema de la noche.
Beatriz:_No sé bailar vals. — advierto, levantando la barbilla.
Emir:_Suerte la tuya que yo sí sé. — Toma mi mano antes de que pueda negarme y me lleva al centro del salón.
Las miradas nos siguen como si cada paso fuera una declaración oficial. Empresarios, políticos, princesas… y, por supuesto, Nadine, que parece lista para transformar la copa de champán en arma blanca.
La música comienza. Emir me jala por la cintura con firmeza, el toque cálido y seguro.
Emir:_Relájate, confía en mí.
Beatriz:_Te dije que no confío en hombres.
Emir:_Y yo te dije que eso solo me deja más interesado.
Él gira, guiándome con ligereza, pero cada vez más cerca. Siento el perfume amaderado, el calor de su cuerpo. Y odio admitir que me gusta la sensación.
Beatriz:_¿Estás intentando seducirme? — pregunto, intentando sonar impasible.
Emir:_¿Intentando? Habibti, eso es natural para mí. — Su sonrisa es puro atrevimiento. — Estás resistiéndote… pero tu cuerpo ya me dice otra cosa.
Beatriz:_Arrogante. — digo, aunque mis dedos ya se aferran a su hombro.
Emir:_Realista. — Se inclina, el labio casi tocando mi oreja. — Y confieso… adoro verte luchar contra esto.
Suelto una risita corta para disimular el nerviosismo.
Beatriz:_Eres exactamente el tipo de problema que no necesito.
Emir:_ Entonces vamos a aprovechar la noche entera… antes de que huyas.
La música termina, pero él no suelta mi mano de inmediato. Hay un momento silencioso, lleno de algo que ninguno de los dos quiere nombrar. Alrededor, los aplausos son casi distantes.
Del otro lado del salón, Malik y Nadine observan, cada uno con sus propios planes. Y en un rincón más sombrío, Khalid sigue atento, con los ojos ora en el príncipe, ora en Nadine… como si supiera que algo mucho mayor estaba a punto de explotar.
Después del baile, Emir me lleva hasta la mesa principal como si estuviéramos en un desfile. Cada paso acompañado de miradas curiosas, susurros y copas levantadas en saludo. Mantengo la sonrisa educada, pero por dentro mi mente es una lista de preguntas sobre qué diablos estaba haciendo allí.
_¿Gustando de la atención, habibti? — pregunta Emir, inclinándose hacia mí mientras un camarero sirve el primer plato.
Beatriz:_No. — respondo seca. — Y deja de llamarme así.
Emir:_Como quieras… mi novia. — Él guiña un ojo, malicioso. — Por cierto, estás radiante.
Beat:_¿Estás intentando desestabilizarme?
Emir:_No. Solo estoy observando… y gustando mucho de lo que veo.
Fingido que me concentro en el plato, pero su voz es como música de fondo imposible de ignorar. Y él lo sabe.
Del otro lado de la mesa, Malik observa en silencio, con la expresión calculada de un hombre que ya ha decidido el destino de todos, menos el de su propio hijo. Nadine, a su lado, se inclina con una sonrisa ensayada.
Nadine:_Majestad, si lo conozco, el señor tiene algún plan.
Malik:_Aún no lo sé, estoy calculando, deguste el banquete y no se preocupe y diga a sus padres que nuestros planes de boda están mantenidos, daré un jeito de ponerle juicio en la cabeza a ese loco.
Mientras tanto, Emir se inclina hacia mí en la mesa, con el codo apoyado de forma displicente, como si ignorara completamente el peso político que nos rodea.
Emir:_Te ves hermosa cuando intentas ignorarme.
Beatriz:_Y tú eres insoportable cuando intentas agradarme.
Emir:_ Entonces fuimos hechos el uno para el otro.
Siento su pie tocar el mío bajo la mesa. Lo miro rápido, lista para soltar un "ni lo pienses", pero él solo sonríe como si tuviera todo el tiempo del mundo… y toda la paciencia para hacerme ceder.
Beatriz:_Esto no es un juego, Emir.
Hablo solo para que él escuche.
Emir:_¿Y quién dijo que lo era?
Él sonríe como un niño que acababa de ganar un juguete nuevo.
La cena ya se había convertido en un desfile de sonrisas forzadas y conversaciones adornadas con segundas intenciones. Necesitaba un minuto lejos de aquello. Disimulé un bostezo, murmuré un "con permiso" a Emir y seguí hasta el baño femenino.
El espacio era tan lujoso como el resto del hotel, mármol hasta el techo, iluminación suave y un perfume caro en el aire. Estaba en el lavamanos, retocando el lápiz labial, cuando la puerta se abrió y, como en una película mala, Nadine entró.
Se acercó, apoyó las manos en el mostrador y me examinó por el espejo con ese tipo de sonrisa que es más amenaza que simpatía.
Nadine:_Entonces… tú eres la novia de Emir. — dijo ella, con un tono que rezumaba ironía.
Beatriz:_Es lo que todo el mundo dice. — respondí, sin dejar de arreglarme el cabello.
Nadine:_Sabes, no sé cómo es en Brasil, pero aquí… ciertas personas simplemente no pertenecen a ciertos lugares. — Su voz estaba cargada de veneno.
Me giré despacio, mirándola a los ojos.
Beatriz:_Mira, Nadine… no tengo la menor idea de lo que crees que sabes sobre mí. Pero una cosa es cierta, estoy donde Emir quiere que esté. Y, en este momento, el lugar es al lado de él.
Su sonrisa vaciló.
Nadine:_¿Realmente crees que esto va a durar?
Beatriz:_No necesito creer nada. — me encogí de hombros. — Es simple, él me eligió. Tú… no.
El silencio que vino después fue pesado. Nadine respiró hondo, forzando otra sonrisa falsa, pero sus ojos ardían.
Nadine:_Aprovecha mientras puedas, querida.
Beatriz:_Ah, puedes estar segura. — sonreí de vuelta, dulce como azúcar y cortante como vidrio. — Siempre aprovecho, principalmente en la cama.
Salí primero, dejando su perfume y la rabia en el aire. Y, en el fondo, tuve certeza de que aquella mujer haría de todo para quitarme del camino. Pobrecita, si supiera que no represento ningún peligro para ella.