El Hijo Del Narco

Adrián se observó en el espejo, no le gustó lo que vio, su pelo antes sedoso y brillante, se veía opaco y con la textura de un trapo de cocina.

De repente escuchó un aleteo repentino y pesado, que cortó el aire y a continuación el golpe de un sonido metálico golpear el piso, salió apresuradamente para ver el desastre.

Una gallina, al posarse sobre el recipiente en el que se almacenaba la leche lo derribó al suelo.

En ese instante vio a la anciana entrando por la puerta ,ella cerró lentamente la puerta. Hizo señas al joven y acorralaron a la gallina, ambos se acercaron lentamente al animal y en un acto de desesperación voló pesadamente y Adrián pudo atraparla.

— Ni siquiera te dije buenos días, muchacho, pero necesitábamos atrapar a esa gallina y había que hacer silencio para no asustarla en exceso.

— Soy yo el que debe pedir disculpas, pero entendí tu gesto y sonrió divertido por la situación, mientras sostenía la gallina que abría exageradamente el pico y emitía el sonido cocooo.

— Está desgraciada redamó toda la leche que era para don Pedro, mientras se secaba las manos con su delantal.

Adrián pensó "derramó" habrá querido decir, pero no se atrevió a corregirla, al ser una persona de edad, tal vez se enfadaria.

— Vamos a llevarla allá, señalando hacia el lugar, donde está el nido, la colocamos en el ahí y la tapamos con chapa para que no escape. Eso hacen las gallinas que quieren poner huevo.

— Entonces, pasará siempre lo mismo? dijo duditativo el joven.

—No, solo una vez, son bichos de costumbre, la próxima vez que quiera poner los huevos, irá directo a su nido, pasa que los otros tal vez ya estén ocupados y no desean compartir.

— Qué haremos entonces? espetó el joven mientras colocaba a la gallina en el nido.

— Tengo una caja de tomates vacía, iremos a buscar la paja para hacer el nido, solo que está lejos, vamos a caminar un montón— Dijo la anciana.

— Bueno, vamos, dijo él, me gusta recorrer el campo, sabes antes hacia el senderismo— Mientras oteaba el horizonte.

— Qué es sederismo? Preguntó curiosa la anciana.

Nuevamente se equivocó, pero no la culpo pensó el joven— Haciéndolo simple, abuela, es caminar.

Mientras iban caminando vieron varias plantas y nidos de diferentes tipos, pero a Adrián le llamó la atención una fuente de agua o naciente de agua natural, el agua era cristalina, parecía un caño roto de la que manaba agua en medio de la nada, nunca en su vida vió una naciente y le pareció extraordinario.

— Verdad que es bonita, dijo señalando el manantial la abuela— hizo una pausa y agregó —alrededor crecen diferentes tipos de flores y el agua es más fría que el exterior.

Adrián no pudo resistir la tentación y tocó el agua, lo recogió con sus manos y lo dejó escurrir lentamente, veía como se formaban suaves ondas en la superficie del agua, por alguna razón sentía que lo relajaba, estaba en contacto con la naturaleza y eso le daba sensación de paz.

Él muchacho se entretuvo varios minutos con la fuente y cuando alzó el rostro, vio que la anciana se encontraba a gran distancia.

— Cómo puede moverse tan rápido? pensó.

Apuró los pasos y alcanzó a la anciana, por fin llegaron hasta el sitio en el que se encontraba la paja y recogieron gran cantidad.

Esa paja la usarían para el nido y además alimentaria con ella a su vaca más querida, *estrellita" que estaba a punto de tener un ternero y era la esperanza de la abuela.

Al regresar Adrián estaba más atento y observó a lo lejos en medio del bosque una planta de naranja con frutas en estado de maduración, no pensaba que ese tipo de plantas crecieran espontáneamente.

Tomó un palo largo y golpeó las naranjas, lo que él no sabía es que cerca había un nido de avispas que velozmente volaron hacia él y le inyectaron su veneno en los labios, la anciana estaba lejos, asi que a ella no le pasó nada, por los lentos pasos que daba.

Llegaron a la casa y el labio de Adrián se hinchó como consecuencia del veneno de las avispas.

— Hazte un huevo frito, de huevo casero es mi hijo, no como el de la ciudad— dijo la abuela con cierto orgullo.

Se fueron a buscar en los nidos y encontraron varios, lo que más extrañó al muchacho es que los huevos eran de diferentes colores, incluso azules.

— Este es muy hermoso, abuela, ni siquiera quiero comerlo— lo dijo mientras miraba maravillado el huevo de color azul.

Ingresaron a la casa y la anciana, le puso ajo machacado en la herida, mientras le decía

 — Debes atender a tus alrededores, sabes que hay serpientes además de las avispas en los yuyales, no?

— Serpientes!? Exclamó asustado el joven.

— La mayoría son inofensivas, como él de color verde que encontrarás entre las hojas de los árboles, respondió la anciana.

La idea de toparse con serpientes en los árboles lo aterraba, pero trató de mantener impasible, ante tal hecho y dijo simplemente.

— Vaya es interesante eso— mientras rompía el huevo y lo colocaba en la sartén con aceite caliente.

Al ver el huevo en la sartén notó algo diferente, la parte central del huevo, es decir la yema se veía casi roja, no amarilla como las del súper, así que preguntó a la mujer.

— Por qué se ve tan rojo?, preguntó, señalando la sartén.

— Debe ser por el maíz, o el hecho de que no se usen hormonas para que las gallinas pongan huevos, por eso se vende más caro este producto.

Mientras tanto, el huevo se cocinaba lentamente y el joven bajó el plato de aluminio adornado con flores para servirse el desayuno, que consistía en abundante mandioca con huevos y si le apetecía cocido.

— Por cierto quiero que lleves leche y huevos a Daniel, para él es gratis, un viudo que perdió a su señora, cuando su hija era muy pequeña.

— Bueno le dijo y cómo lo encuentro? Preguntó el joven—.

Obviamente la mujer no sabía de GPS, así que cómo lo haría pensó para si Adrián.

— Por suerte es fácil, esta cerca de la única iglesia del pueblo, vas a reconocerlo porque tiene un portón rojo y la casa es de color verde menta, no combinan dijo, sonriendo la anciana.

Terminó de desayunar y cargó en una bolsa las provisiones y llegó a la casa, tal como la anciana le había dicho.

Encontró a una pequeña niña de unos 4 años, rubia de pelo largo y con ondas, de ojos color marrón claro, jugando con la arena, él le dijo si puede llamar a su padre, pero ella lo ignoró como si no estuviera allí.

Tocó entonces insistentemente el timbre y salió un joven moreno, de unos 23 años, de 1,90 m de estatura, recorte tipo militar, con remera ceñida al cuerpo, atlético— Adrián pensó, quién es este?

— Hola, mi nombre es Adrián, vivo con la señora Florencia, se presentó el muchacho.

— Soy Daniel, mucho gusto, respondió el moreno.

Adrián lo miró sorprendido, esperaba un hombre en sus 30 años, su mirada de desconcierto fue tanta que el otro se dio cuenta y lo puso nervioso.

Entonces sus pensamientos intrusivos lo ganaron y dijo—Tenes algo de parecido a mi difunta mujer.

El de los ojos azules, lo miró como si el hombre tuviera tres cabezas, sabía que tenía ciertas características andróginas, pero no tanto, así que dijo.

— No se cómo responder a eso, dijo sin pensarlo mucho.

Por suerte para ambos, la niña decidió ir corriendo a los brazos de su padre, gritando.

— Papi, quiero pan.

Miró con ternura a su pequeña hija y dijo— Debes lavarte las manos antes, Ana.

— Te dejó las provisiones que te envíó la abuela— tratando de alejarse de esa situación tan incómoda.

— Perdón por lo que te dije, no se qué me pasó.

— No te preocupes, a veces decimos cosas sin pensar— Se alejó rápidamente y volvió junto a la anciana.

— Cómo voy a mirar a la cara a ese joven desde ahora?—Pues la anciana cada cierto tiempo le enviaba provisiones, así que lo seguiría viendo.

No lo iba a escribir tan pronto pero me motivó el pedido de actualización jaja