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Mí Dulce Debilidad.

Mí Dulce Debilidad.

Status: Terminada
Genre:Romance / Mafia / Amor a primera vista / Completas
Popularitas:9.9k
Nilai: 5
nombre de autor: GiseFR

Lucia Bennett, su vida monótona y tranquila a punto de cambiar.

Rafael Murray, un mafioso terminando en el lugar incorrectamente correcto para refugiarse.

NovelToon tiene autorización de GiseFR para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 4

El teléfono vibró sobre el escritorio de Rafael.

No era una llamada común.

Era una alerta prioritaria.

Rafael tomó el dispositivo en un solo movimiento.

Leyó el mensaje, frío y nítido:

"Lo encontramos. El traidor fue visto entrando en "'The Reading Nook'."

Su sangre se congeló.

Lucía.

Sin perder un segundo, Rafael se puso de pie, su silla retrocediendo bruscamente contra el suelo.

Se colocó su abrigo oscuro y caminó hacia el ascensor privado. Mientras descendía, ya estaba dando órdenes rápidas a su hombre de confianza, Victor:

—Movilicen dos autos. —Su voz era cortante, precisa.— No llamen la atención. Perímetro de tres cuadras. Nadie entra, nadie sale. Yo me encargo de adentro.

—¿Armas visibles?

—Negativo. Bajo perfil.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Rafael ya era una sombra decidida, avanzando entre sus hombres que se ponían en movimiento con la eficiencia de un ejército entrenado.

No era solo un traidor.

Era ella.

Era Lucía.

Y no iba a permitir que nada ni nadie la tocara.

---

Mientras tanto, en la librería...

Lucía sonrió amablemente al extraño mientras este hojeaba un viejo volumen de historia militar.

El hombre fingía distraerse entre páginas amarillentas, pero de pronto, de manera casual, preguntó:

—¿Siempre tan tranquila esta librería?

Lucía asintió, limpiando con calma un pequeño estante cercano.

—Sí, es un lugar muy tranquilo. A veces incluso demasiado.

El hombre sonrió, pero sus ojos permanecieron fríos.

—Aunque supongo que no siempre, ¿no?

—agregó, como si recordara algo—. Escuché... que hace poco alguien buscó refugio aquí. Un tipo grande, elegante. Ojos azules oscuros.

Traje caro.

Parecía importante.

Lucía sintió su estómago dar un pequeño vuelco.

Sabía perfectamente a quién describía.

El desconocido la observaba atentamente, como si quisiera pescar cualquier temblor, cualquier parpadeo.

Lucía, aún sonriendo, cerró el estante con suavidad.

—¿Ah, sí? —preguntó, fingiendo curiosidad—. No estoy segura. Vienen muchos clientes diferentes... A veces turistas se pierden buscando la calle principal.

El hombre soltó una pequeña risa nasal, incrédulo.

—¿Un turista en traje de diseñador?

Lucía se encogió de hombros, como si no diera importancia al detalle.

—Aquí cerca hay un hotel de lujo —dijo, improvisando con agilidad—. Puede haber sido uno de esos hombres de negocios que creen que las librerías pequeñas son pintorescas.

El traidor la miró unos segundos más, largos, evaluándola.

Finalmente, cerró el libro con un golpe seco y caminó hacia el mostrador.

—Me lo llevo —dijo simplemente.

Lucía pasó el escáner por el libro, manteniendo la misma expresión serena, aunque podía sentir su corazón golpeteándole en el pecho.

—Serían quince dólares —indicó, con voz dulce.

Mientras cobraba y envolvía el libro, Lucía lanzó una mirada rápida hacia la ventana.

La calle seguía igual de gris.

La campanita de la puerta colgaba inmóvil.

Afuera, solo transeúntes apurados y sombrillas de colores.

Pero en el fondo, algo en el aire había cambiado.

Algo estaba por romperse.

El traidor guardó el libro bajo el brazo, inclinándose un poco hacia ella:

—Si ese hombre vuelve... dile que lo estoy buscando.

La sonrisa que acompañó esas palabras era todo menos amistosa.

Lucía sostuvo la mirada con firmeza, sin parpadear.

—No creo que vuelva —contestó suavemente.

El hombre asintió, como si ya supiera la respuesta, y salió del local dejando una estela de frío tras de sí.

Lucía soltó el aire que no sabía que había estado conteniendo.

Y justo entonces, un auto negro se detuvo discretamente frente a la tienda.

Dentro, Rafael Murray observaba la escena a través de los cristales, el rostro convertido en mármol.

La guerra silenciosa acababa de comenzar.

Rafael no apartó la vista de la puerta de la librería.

—Sigan al objetivo. No lo pierdan de vista. No actúen aún —ordenó por el comunicador—. Quiero saber adónde va.

Una afirmación rápida llegó por respuesta.

El segundo auto arrancó con suavidad, siguiendo la figura del traidor que desaparecía entre las calles.

Solo entonces Rafael salió del vehículo.

Avanzó hacia la entrada de "The Reading Nook" como una sombra, su abrigo ondeando apenas con el viento.

La campanilla sonó tenue cuando empujó la puerta.

Lucía, aún de pie tras el mostrador, se volvió instintivamente.

Durante un segundo, ninguno de los dos habló.

Solo se miraron.

Él, con su presencia imponente, de traje oscuro y mirada indescifrable.

Ella, más pequeña, más frágil, pero sosteniendo la mirada con esa determinación tranquila que tanto había impresionado a Rafael.

Fue él quien rompió el silencio.

—¿Estás bien?

La voz de Rafael era grave, baja, casi un murmullo cargado de contención.

Lucía asintió despacio, aunque sus manos temblaban apenas sobre el mostrador.

—Sí. —Su voz sonó un poco ronca—. Pero... —vaciló— ¿quién era ese hombre?

Rafael caminó hacia ella, lento, como si temiera asustarla.

Se detuvo a un par de pasos de distancia.

Sus ojos no dejaban los suyos.

—Alguien peligroso —dijo simplemente.

Lucía bajó la mirada por un instante, como asimilando la respuesta.

Cuando volvió a levantarla, había algo distinto en su expresión: una chispa de miedo, sí, pero también de confianza hacia él.

—¿Tiene que ver contigo?

Era una pregunta valiente.

Y Rafael, que no estaba acostumbrado a la honestidad sin adornos, sintió un leve estremecimiento interno.

Se acercó un poco más, bajando la voz aún más:

—Sí.

Lucía asintió lentamente, como si ya lo hubiera intuido.

—¿Vas a decirme quién eres?

Un pequeño silencio se extendió entre ellos.

Rafael la observó como si quisiera memorizar cada detalle de su rostro.

Su instinto, su entrenamiento, todo en él le gritaba que se alejara.

Que no la involucrara.

Pero había cruzado la línea hacía mucho.

Negó suavemente con la cabeza.

—No todavía.

Lucía lo miró un momento más, leyendo en sus ojos una sinceridad cruda que no necesitaba palabras.

Entonces, sonrió.

Una sonrisa pequeña, cansada, pero real.

—Está bien —susurró—. No tienes que hacerlo.

Rafael cerró los ojos un breve instante, como si ese acto sencillo —su confianza sin condiciones— fuera algo que no merecía.

Cuando los abrió, su decisión ya estaba tomada.

—A partir de ahora, tendrás que tener más cuidado —dijo, su voz como un susurro de acero—. No hables con extraños. No contestes preguntas sobre mí... ni siquiera si parecen inofensivos.

Lucía sonrió de lado, con una chispa traviesa.

—¿No deberías decirme al menos tu nombre... si quieres que proteja tu identidad?

Por primera vez, una sombra de sonrisa asomó en los labios de Rafael.

—Tal vez.

—Hizo una pausa breve, tentado de ceder.

Pero finalmente, negó otra vez.

—Pronto.

Lucía rodó los ojos, resignada, pero divertida.

—Entonces, desconocido —dijo mientras acomodaba un libro sobre el mostrador—, si te vas a preocupar por mí, más te vale no desaparecer por tanto tiempo.

Rafael sintió, con una certeza incómoda, que esa promesa era una que ya no podía romper.

Se inclinó apenas hacia ella, sus palabras tan suaves que parecieron mezclarse con el susurro de las hojas en las estanterías:

—No pienso hacerlo.

Y con esa promesa silenciosa entre ellos, Rafael se dio la vuelta y salió de la librería, perdiéndose en la niebla de Nueva York.

Pero Lucía supo, en su interior, que esa no sería la última vez que lo vería.

No.

Era apenas el comienzo.

El viento frío golpeó el rostro de Rafael cuando salió de la librería.

El cielo comenzaba a oscurecerse, pesado de nubes grises.

Inmediatamente presionó el comunicador en su oído:

—Informe.

La voz de Víctor, su hombre de confianza, llegó entrecortada:

—Lo seguíamos a distancia. El objetivo notó la vigilancia. Provocó una colisión en la intersección de la Séptima Avenida.

Rafael apretó la mandíbula.

—¿Heridos?

—Leves. Un taxi y una motocicleta. No involucró a civiles directos. Pero lo perdimos en el caos. Tomó un callejón y desapareció.

Rafael cerró los ojos un instante, conteniendo la oleada de furia que le subía como fuego por las venas.

El traidor era hábil. Demasiado hábil.

—Quiero todo el perímetro rastreado —ordenó en voz baja, helada—. Cámaras de tráfico, acceso a grabaciones de negocios. Quiero saber adónde fue, con quién habló y a dónde planea ir después.

—Sí, señor.

Rafael bajó la mano, su mente trabajando a toda velocidad.

Él no había llegado tan lejos para perder ahora.

Y mucho menos cuando una pieza inocente, dulce y peligrosa como Lucía, estaba en medio de su tablero.

Se subió a su auto negro, cerrando la puerta de un golpe seco.

Mientras el motor rugía en la noche neoyorquina, Rafael Murray prometió para sí mismo que no volvería a cometer el error de subestimar a su enemigo.

Ni el error aún mayor... de subestimar lo que empezaba a sentir por la chica de la librería.

---

El traidor, jadeante por la carrera, se ocultaba en un edificio abandonado a unas cuadras de distancia.

Sacó un teléfono desechable de su bolsillo y marcó un número que sabía de memoria.

Tres tonos. Una voz rasposa al otro lado.

—¿Noticias?

El traidor sonrió, oscuro.

—Sí. Encontré su punto débil.

Un silencio expectante.

—La chica de la librería —añadió con voz baja—. Él se preocupó. Lo vi en sus ojos. Se movió por ella.

La risa que escuchó en respuesta fue breve y seca.

—Entonces ya sabemos dónde golpearlo.

El traidor apagó el teléfono, rompiéndolo en dos partes antes de lanzarlo a una alcantarilla.

Sonrió para sí mismo, la noche envolviéndolo como un manto.

El juego apenas comenzaba.

Y ahora, Rafael Murray tenía mucho más que su imperio en juego.

1
bruja de la imaginación 👿😇
muy bella está historia , muy diferente me encantó
Aura Rosa Alvarez Amaya
Ya valió!
Éste tipo ya la localizó
y ahora?
Adelina Lázaro
que hermosa novela 👏👏
Flor De Maria Paredes
porque no sigue la novela la dejan en lo más interesante que hay que hacer para seguir leyendo ñorfa
Flor De Maria Paredes
de todas las novelas que he leído está es la mejor muy tierna felicidad a la escritora
Tere.s
está mujer se muere ahí
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