Mientras regresaba contento después de haber hecho una buena compra, la vida de Fabián terminó en un accidente.
Pero su vida no terminó ahí, sino que despertó en el cuerpo de uno de los personajes del libro que había leído, era un personaje que se consideraba carne de cañon en el mundo de las novelas bl (boy's love), así que tendría un final trágico al ser usado como objeto de sacrificio.
Y para cambiar ese destino, Fabián tenía que cambiar un poco la trama de la historia, y lo que debía hacer, era divorciarse.
Tenía varios planes, desde la A hasta la Z, solo que antes de que pudiera completar todos sus planes, su esposo, el alfa Vadim Meyer, lo descubrió.
Sin una salida, Fabián decidió contarle a Vadim los planes que tenía su familia contra él para poder divorciarse finalmente, creyó que el alfa estaría de acuerdo, pero la reacción del alfa no fue la esperada...se veía más bien consternado, y luego simplemente se rio.
"Ja ja ja, tu deber es cuidarme, gracias por preocuparte por mí"
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Capítulo 1
"Procura mantenerte callado como siempre, no es necesario establecer una relación cercana, en silencio y obediente, así es como debe ser"
El hombre aconsejaba con una sonrisa mientras arreglaba la corbata de la persona a quien se dirigía.
Esta era la primera vez que se mostraba amable, ya que se llevaría a cabo un acontecimiento importante que favorecería a su familia, o más bien, salvaría a su familia y a él mismo.
"Mira el lado bueno, finalmente serás de utilidad y ayuda para la familia, es algo bueno, somos una familia después de todo y debemos apoyarnos en momentos de necesidad, además..."
Miró el hombre al joven de pies a cabeza, este era de su misma estatura, con facciones duras, de contextura más grande comparado a otros de su mismo género.
"¿Qué mejor oportunidad tendrías de conseguir a un alfa de esa categoría?, es algo bueno para ti que sea de esa manera, porque sería difícil para alguien que se ve como tú encontrar un buen alfa, ¿lo sabes verdad?, un alfa prefiere a un omega menos grande que tú", esbozó el hombre una sonrisa.
"Pero un omega es un omega, así que aprovecha eso, funcionará, utiliza tu ciclo de calor para tu beneficio, si logras tener un heredero para ese hombre, todos saldremos ganando, especialmente tú, ja ja ja ja", rio el hombre.
Lleno de risas, el hombre continuó acomodando el traje del joven meticulosamente.
Era bueno que el joven fuera obediente y callado a pesar de su estatura y físico, un omega con complejo debido a su apariencia y burlas constantes por parte de su propia familia.
Saida Gale, el hijo omega de la familia Gale, quien sería entregado hoy como esposo a un sofisticado y exclusivo alfa.
El hombre que reía con regocijo era su tío mayor por parte de su padre, Martín Gale, un hombre alfa cerca de los cincuenta años de edad, quien había encontrado la solución al problema familiar al entregar a su sobrino como esposo.
Ambos se encontraban en un gran salón, esperando la orden para pasar al salón principal en donde se reunían los padres de Saida con el alfa quien sería su esposo.
"Es una gran casa", el tío Martín dio un recorrido por el salón, tocando los marcos de las grandes ventanas que se veían más caras que su propia casa, ni hablar de la mueblería, estos valdrían más que todas las casas de todos sus parientes vivos.
"Vivirás una buena vida", sonrió el tío Martín, solo que detrás de esa sonrisa se escondía su verdadera cara.
Un alfa de casi cincuenta años de edad, quien en sus años de vida no había conseguido grandes riquezas ni gran estatus como se esperaba de un alfa dominante, en su lugar, se vio envuelto en grandes deudas y la ruina de la empresa familiar que dirigía junto con el padre de Saida, otro alfa que se negaba a aceptar la realidad de su bancarrota, un alfa orgulloso quien ahora agachaba su cabeza frente al futuro esposo de Saida.
El tío Martín tenía un hijo omega también, solo que no aceptaría humillarse frente a ese alfa, por lo que sugirió a Saida para llevar a cabo el matrimonio.
El tío Martín era muy previsorio, ya que años antes al prever la caída de la empresa familiar, dejó a su hermano menor el puesto de presidente, así que le correspondía a su hermano menor entregar a su hijo como esposo y también tratar con ese alfa.
"Bien por ti, querido sobrino, no olvides el favor que tu tío te está haciendo y sé generoso en el futuro ¿de acuerdo?"
Ante las palabras de su tío, el joven Saida solo se dedicó a asentir con la cabeza gacha y la espalda encorvada con timidez.
La puerta se abrió en ese momento, entrando un hombre mayor y elegante para llamar a las dos personas.
"Diríjanse al salón principal, es momento de presentarse"
"De acuerdo", fue el tío Martín el que se dispuso a salir primero, "sígueme", ordenó a Saida para que lo siguiera.
"Espere, por favor"
El hombre mayor quien acababa de entrar detuvo los pasos del tío Martín con elegancia y dijo:
"De ahora en adelante, el joven Gale será el Señor de esta casa, no puede dirigirse a él de esa manera ni darle órdenes"
"... Oh, claro, claro", dándole paso a su sobrino con una sonrisa, el tío Martín salió después de él.
"No olvide cerrar la puerta, por favor", ordenó el hombre mayor.
"Claro", sin perder su sonrisa, el tío Martín cerró la puerta y fue detrás de las dos personas.
El pasillo hacia el salón principal era amplio, lleno de reliquias muy bien conservadas y acomodadas sobre muebles de igual valor.
Saida fue dirigido hacia el salón principal, en donde la vista era más glamorosa aún, todo tenía un estilo colonial según el gusto de su propietario.
"Estaré a cargo de su cuidado, comidas, vestimenta, todo lo que requiera", habló el hombre mayor quien caminaba unos pasos detrás de Saida, "no se limite a pedir lo que necesite, me presento, soy Sebastián"
En respuesta, Saida solo asintió como siempre.
Al llegar finalmente al salón principal, se vio a tres personas en el lugar.
Dos de ellos eran los padres de Saida, un hombre alfa y un hombre omega, ninguno de los dos habló, parecían esperar las órdenes del tercer hombre que estaba en el lugar.
Con la mirada gacha, Saida fue llevado al centro del salón por Sebastián, en donde fue puesto frente al alfa.
Como si fuera un objeto que era puesto para observación para ser comprado o no, el alfa evaluó a Saida con detenimiento.
La sensación que transmitía ese alfa, era como estar en medio de la oscuridad, con miles de agujas que parecían atravesar su cuerpo y ojos que lo miraban con bestialidad.
"Servirá", la voz del alfa despertó al joven omega de la tétrica ilusión.
Al obtener la aprobación del alfa, los padres y tío del joven omega suspiraron aliviados.
Como tenía la cabeza agachada, Saida solo podía ver los zapatos del alfa, este se levantó del sofá al siguiente instante y caminó hacia él.
Lo siguiente que se escuchó, fue la suave risa del alfa.
"Que omega tan particular y antiestético, no habrá problemas ni accidentes, eso es bueno"
"¿Eres tan obediente como dicen tus padres?", preguntó el alfa poniendo nerviosos a los padres y tío de Saida.
"Si es así, entonces se obediente y no intentes nada estúpido, ya que la idea de tu afectuosa y devota familia de que tú lleves a mi heredero es algo que nunca va a ocurrir, debes saber la razón con solo verte al espejo"
Con esas palabras, las esperanzas de los padres y tío de Saida se vinieron abajo.
Sabía que no debía hacerlo y solo debía asentir como siempre, pero el joven omega levantó la vista para ver al alfa, pues tenía curiosidad.
Con lo primero que se encontró, fueron con esos par de ojos dorados que lo miraban fijamente, llamativo e intimidante al mismo tiempo.
La trama de la historia no debía arruinarse por ahora, así que el joven se quedó callado por el miedo que le generaba el alfa, pero más por una razón...
Este maldito alfa era demasiado guapo, molestamente guapo.
Vadim Meyer, un Alfa dominante extremo, ahora ese hombre era su esposo.
Fabián, quien ahora llevaba el nombre y vida del joven omega Saida Gale, tenía como esposo al alfa extremo Vadim Meyer, el apodado demonio blanco, de quien debía divorciarse antes de que muriera a manos de este mismo.
Fabián estaba decidido a no tener el mismo final que el personaje de quien poseía su cuerpo y vida ahora, y para su suerte, Fabián sabía todo lo que acontecía en el libro al cual había transmigrado.