En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 4 Fénix enjaulado
Elian estaba divertido, ella era hermosa y con temperamento, sin embargo, también su corazón se estremeció, la tristeza lo invadió al recordar…, sin embargo, debía seguir con su plan, debía tener a Dely Anahary Valerian cerca y lograr su objetivo, de lo contrario todo habría sido en vano.
—Dragón lascivo, no te atrevas a propasarte —dijo ella molesta y desconcertada, ese tipo era realmente muy cautivador y sexi.
Elian sonrió divertido, ella podía intentar resistirse, pero ahí estaba, frunciendo el ceño, con un pequeño puchero y hasta ahora no hubo ninguna cachetada y menos una rabieta.
—Pichoncita, lo hago por tu bien, ahora eres un problema, no sabes comportarte, eres majadera, así que te quedas conmigo y punto, esta noche hablaré con tu tío y tu hermano, el fénix debería saber que eres ingobernable y ellos te permiten ser una malcriada, yo no pienso dejarte —dijo sentándola en el sillón para ponerse de pie y retirarse, debería poner todo en orden, su pequeño asistente será puesto bajo su custodia o todos podrían morir por su imprudente accionar.
Mientras esto pasaba, una de las doncellas encargadas de Dely que ocultar su identidad escuchaba detrás de la puerta, ella corrió desesperada para avisar al rey regente y al joven fénix.
Jonier era la parte intelectual, era muy inteligente, así como lo eran los fénix varones, además que también podrán renacer, y las mujeres eran quienes tenían el fuego y el renacimiento.
Pero una gran característica de los Fénix varones, era que ellos no se casaban, no tenían familia, por alguna razón, nunca lograban encontrar su gran amor y por la sencilla razón de que debían cuidar a sus hermanas por el resto de su vida, sumergidos en una vida solitaria.
Gisela entró al despacho del rey regente, vio que no había nadie y reportó de inmediato, creando casi un infarto en el pobre hombre.
—Majestad, la niña Dely está en problemas, está con el rey dragón y parece que la ha descubierto, sabe que es una niña y no un niño, realmente estoy preocupada —dijo Gisela con una mirada de pánico.
Jonier estaba con ellos, pero miró la situación más impávido de lo que debería, aun así siguió a su tío con cara de circunstancia, quería ver ese espectáculo, estaba seguro de que esa majadera no tardaría en hacer una tontería.
Serafín tocó la puerta con toda su fuerza, no podía evitar estar preocupado, capaz y la está estrangulando ahora mismo.
Sin embargo, dentro de la habitación, Dely está roja hasta las orejas, y que Elian le ha puesto una bata para que se tape, ella estaba desnuda envuelta en sábanas, así que inmediatamente abrió la puerta, su alto cuerpo tapaba la habitación, pero cuando vio ahí a los Valerian, esbozo una sonrisa, claro que acudiría a salvar a esa malcriada, esa pichoncita era una revoltosa.
—Rey Dragón, que hace en la habitación de mi hijo —dijo tratando de mantener la fachada y ver lo que ese joven sabe, Elian es joven, pero no lo es para ser un Rey.
—Rey regente, si te refieres a la hermosa pichoncita que se disfraza de niño, ella está bien, puedes pasar, hablaremos de esto definitivamente —dijo entrando dejando la puerta abierta, tendrían una larga conversación.
Ambos entraron y fue cuando Jonier vio a Elian y ambos solo se miraron por unos segundos, rompieron el contacto visual, pero parecía que en esa mirada ellos habían tenido una larga conversación, que nadie más advirtió.
—Dely, Dely…, mi niña, mi sobrina querida —Serafín se acercó para abrazar a su pequeña revoltosa, Dely era lo más preciado de su clan, era un fénix y ellas tenían el fuego.
Dely se aferró a su tío quien había sido un padre para ella, realmente los había cuidado con amor y esmero, al ser el gemelo de su madre, Serafín solo había cambiado de protegido, ahora serían sus amados sobrinos quienes eran su prioridad, obviamente, como todo Fénix varón, no se casó ni tuvo hijos, así que hacer pasar a ese supuesto hijo como un desliz era fácil, pero ahora todo se había arruinado.
—Tío, el dragón ya lo sabe, sabe quién soy —murmuró mientras mira a Elian con molestia, claro que estaba ofendida, ella era una princesa y ese rey descarado la tenía acorralada.
Serafín miró a Elian y solo negó con la cabeza, ahora las cosas serían más difíciles, pero nunca se imaginó lo que diría el rubio arrogante que tenía enfrente.
—Serafín Valerian, quiero decirte lo que va a pasar, sé que revelar la verdad sobre Dely Valerian sería como condenar a la muerte a tu reino, así que, por el bien de los clanes, las cosas van a ser así:
—Primero, ella no se separa de mi lado, no quiero que se meta en problemas, aunque ella me odie por ser un Dragón, eso ahora no importa, ustedes son demasiado consentidores, ella hace lo que le da la gana, y desde que he llegado lo he visto claramente, estará bajo mi protección, no quiero que interfieran cuando deba amonestarla por pasarse de la raya y si, la voy a regañar si no se comporta, ustedes no tienen autoridad sobre ella y ahora necesitamos mantenerla lo más oculta posible, al menos hasta que ese bastardo del juez se vaya con ese maldito ejército, aunque mi ejército es reducido tranquilamente, podremos deshacernos de ellos.
—Segundo, haré que el juez de Almas se aleje un poco, quiero una reunión con las cabezas de los clanes que ya hayan llegado, hay cosas que aclarar, si no manejamos la misma información, podrá dividirnos y doblegarnos, así que quiero esa reunión para mañana, el joven Jonier es muy hábil en temas de diplomacia, y que se haga cargo, esta noche llega el resto de mi delegación.
—Tercero, quiero que te contactes con el clan Brown, son alquimistas y quiero que hagan algo para mí, esa será la única salida y espero, por el bien de todos nosotros que esto acabe pronto —dijo el Rey Dragón mientras que los Valerian estaban mudos, sin embargo, Jonier dio un paso adelante mirándolo con recelo, pero no con desconfianza.
—Rey Elian, haremos las diligencias correspondientes, solo le pido una cosa, no la lastime, no la moleste, no quiero que la haga sufrir —dijo Jonier mirándolo con frialdad, mientras que Elián asiente y luego se acerca a esa malcriada para levantarla en sus brazos y llevársela.