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Entre Las Garras De La Villana

Entre Las Garras De La Villana

Status: Terminada
Genre:Dominación / Reencarnación / Mundo de fantasía / Romance oscuro / Completas
Popularitas:274.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Amilkar

Cheryl solía ser una chica común, adicta a las novelas románticas y a una vida sin sobresaltos… hasta que murió. Ahora ha despertado en el cuerpo de la mujer más odiada de su historia favorita. Pero ella no piensa repetir el final.
Entre seducción, traición y poder, Cheryl jugará con las reglas del imperio para cambiar su destino. Porque esta vez, la villana no está dispuesta a caer.

NovelToon tiene autorización de Amilkar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Bruja

En lo alto de la torre más fría, la piedra rezumaba humedad y olvido. Las cadenas colgaban de los muros y las ratas correteaban entre las grietas del suelo. La princesa Aery, ahora prisionera, se encontraba sentada en el rincón más oscuro, su cuerpo cubierto de heridas, su vestido hecho jirones, pero sus ojos... sus ojos seguían ardiendo. Un destello iluminó la celda. A través de la pequeña ventana circular, un rayo cruzó el cielo con un rugido atronador. Otro le siguió. Y otro. Como si los dioses estuvieran librando una guerra sobre las arenas. Aery se puso de pie, caminó lentamente hasta la ventana. Apoyó las manos en la piedra fría y alzó la mirada.

—Rhazir… —susurró.

Sonrió. No con dulzura. No con resignación. Sonrió como una loba que siente el olor de la libertad entre el viento. Él venía. Lo sabía. En el salón del trono, el emperador de Diamond alzaba su copa de oro, rodeado de nobles, músicos y víboras disfrazadas con túnicas de seda. La música sonaba, las risas eran estruendosas, y los rostros estaban bañados por el vino.

—¡Mañana morirá la traidora! —proclamó el emperador, alzando su copa—. ¡Y el Imperio será purgado de su debilidad!

Los aplausos retumbaron. Pero fuera, más allá de los muros, los truenos no cesaban. Las nubes negras giraban en el cielo como un presagio antiguo. Y algunos comenzaron a murmurar que los dioses no estaban complacidos. Al amanecer, la celda fue abierta con violencia. Cuatro soldados entraron. Dos de ellos habían sido parte de su guardia personal en tiempos mejores. Ahora la miraban con desprecio.

—¡De pie, bruja! —escupió uno, arrojándola al suelo.

Aery cayó, pero se levantó sin ayuda. Se sacudió la sangre del labio y mantuvo la cabeza en alto.

—Creíste que me verías llorar —le dijo al soldado con voz firme—. Pero olvidaste que nací entre llamas.

Uno de ellos la golpeó con la empuñadura de la lanza. Aery soltó un gemido, pero no cayó. Al contrario, clavó los ojos en él.

—¿Tú? —le dijo, reconociéndolo—. Luchaste a mi lado en el Bosque de Okarin. ¿Así pagas lo que hicimos por este imperio?

El soldado apartó la mirada. El otro la tomó del brazo con fuerza.

—Te veré colgar —le murmuró al oído.

—Y yo veré tu imperio arder.

La arrastraron por los corredores del castillo, entre los nobles que la miraban con odio fingido y miedo genuino. Pero Aery no bajó la cabeza. Caminó erguida, con la sangre bajando por la ceja rota, con los pies descalzos sobre el mármol, como si fuera ella quien iba a dictar sentencia. La puerta del castillo se abrió de par en par, y Aery fue empujada hacia el exterior. El sol de la mañana se asomaba tímidamente, pero las nubes de tormenta no se habían marchado. El aire olía a tierra mojada… y a odio. Las calles empedradas de Diamond estaban repletas de ciudadanos expectantes. Hombres, mujeres, niños. Algunos gritaban. Otros escupían. Una mujer le arrojó un puñado de sobras de pan mohoso. Un anciano le lanzó una manzana podrida.

—¡Traidora! —gritaban.

—¡Bruja!

—¡Mereces morir como tu madre!

Aery caminaba con la mirada al frente, aunque el corazón se le apretaba con cada insulto. Su cuerpo dolía, pero su alma ardía más. De repente, sintió el crujido del látigo. Un sonido seco, cruel. El cuero le cortó la espalda, haciéndola tambalear. El soldado que la llevaba la sostuvo con fuerza.

Aery giró el rostro, vio al hombre que había lanzado el golpe desde la multitud. Lo reconoció: un noble menor, uno de los que había jurado lealtad a su padre años atrás. Algo se quebró en ella. Con un rugido, se soltó del agarre del soldado por un instante y, con los grilletes todavía en las muñecas, se lanzó sobre el agresor. Lo golpeó con fuerza en el rostro, haciéndolo caer al suelo entre gritos. La gente quedó en silencio. Un segundo. Dos. Luego, los soldados se abalanzaron sobre ella y la redujeron con brutalidad. Aery escupía sangre, pero se reía con el rostro levantado.

—No soy una oveja —murmuró, jadeando—. No moriré como una.

Más tarde, en la gran plaza imperial, el emperador se alzó en el balcón central. Su túnica negra ondeaba con el viento, y su corona resplandecía bajo la tenue luz del día.

—El Imperio ha sido mancillado por la sangre de traidores —declaró con voz firme, haciendo eco en los muros—. Y hoy, una hija desleal pagará el precio.

Aery fue presentada, encadenada, su cuerpo cubierto de golpes, pero sus ojos aún desafiaban al mundo.

—Será ejecutada al anochecer —continuó el emperador—. Pero antes… los dioses disfrutarán.

La multitud rugió de emoción. Los nobles descendieron por los escalones, muchos riendo, ansiosos. Era la hora del "cazador sagrado": una práctica antigua, cruel y bárbara, donde prisioneros eran liberados en los bosques cercanos y cazados como animales por los nobles, usando flechas ceremoniales. Entre ellos iban viejos soldados, disidentes políticos, mendigos acusados falsamente. Aery los vio. Los conocía. Algunos habían sido parte de la resistencia. Gente valiente. Ahora, eran presas. Todos los aliados de Aery estaban allí listos para ser ejecutados, entre ellos el joven que trato de ser justo con ella antes de ser apresada, pero este no mostraba arrepentimiento, por el contrario, le sonrió a la chica, como alguien que ya había aceptado su destino. La princesa se obligó a no llorar.

—Algún día, esto será polvo. —dijo entre dientes—. Y ese día... yo regresaré con fuego.

Desde la distancia, un trueno hizo vibrar el suelo. Nadie en la plaza pareció notarlo, salvo Aery. Ella lo sintió. Él venía. Rhazir venía.

1
enith yojana garcia martinez
Y se van a ir de bruces cuando sepan quien es la emperatriz, una fuerte, inteligente y una vibora
enith yojana garcia martinez
Una cosa de locos la personalidad de ambos,
Esperanzaard
excelente, tuvo de todo
Jess
Que espectacular está historia... Gran final..
Luciana Bazán
me encantoooo!
birrahelada
Excelente de principio a fin
Marisa Lizbeth Maguiña Mejia
Me encantó 😊
Michel Diaz
Yo esperaba que Aery arrasará con todas en la fiesta de te, pero tenía que llegar Rhazir a arruinar la diversión.
Michel Diaz
Son el uno para el otro. 💜
Michel Diaz
Ya percibía que Rhazir era intenso, pero no me imaginé que tanto.
Michel Diaz
Ya quiero ver la humillación que Aerys la va a hacer sufrir 😈😈
Michel Diaz
Probablemente el segundo príncipe. Parece el más desagradable.
Michel Diaz
Me agrada está suegra.
Margarita Castillo Lopez
excelente trabajo
Fabi Gonzalez
MUY BUENA!!
Isadora Razo Gutiérrez
me encanto la historia 👏👏👏👏👏
Natt 💙
Uriel necesita a su sádica
pero si la tiene cerquita con Almudena 🤭
Natt 💙
trae la realidad bien alterada esta chica 🤭🤣🤣🤣🤣🤪
Zaniah
Me sentí en clases de Expresión oral y escrita en el tema de teatro 🥹
Sandra Agüero
Excelente. Felicitaciones autora
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