🔥 JUEGOS PICANTES: Volver A La Soltería 🔥
Cuatro mujeres.
Un pacto:
Nada de lágrimas por idiotas.
Solo risas, copas en alto…
Y nuevas reglas en la cama.
El juego cambió.
Y ellas están listas para ganar.
JUEGOS PICANTES: Volver a la soltería.
Una novela para reír, gozar y recordar quién manda.
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22. ¡Estoy jodida!
POV. LOLA
Contraté los servicios de Monic para defenderme del mantenido de Milton.
—Lola, por el momento le darás la custodia temporal de tus hijos al mantenido.
—¿Pero… por qué? —protesto, sintiendo un nudo de rabia en la garganta.
—Primero, porque por primera vez ese idiota sabrá lo que es lidiar con sus hijos, y ellos aprenderán a valorar a su madre.
—Buen punto —respondo, bebiendo el último sorbo de mi cerveza.
—En segundo lugar, vamos a solicitar una audiencia para la indemnización. Pero, conociendo al malnacido de mi ex, apuesto a que ya hizo algún trato sucio con sus amigos jueces.
—O sea… ¡estoy jodida!
—No del todo. Según lo que me contaste, tu casa tiene ciertas cláusulas. Eso nos dará tiempo.
Monic frunce el labio.
¡Mierda! Sé que está por decir algo que no me va a gustar.
—Habla, mujer, que la paciencia no es mi mayor virtud.
—Por ahora, no te podrás librar de la pensión del mantenido. Conociendo al maricón de mi ex, seguro ya manipuló los exámenes en medicina legal.
—Pero podemos pedir que los repitan y refutarlos, ¿no?
—Sí, y eso haremos. Pero mientras tanto… tendrás que seguir manteniéndolo.
—¡Puta madre! —grito, levantándome de golpe.
—Cálmate —dice Lety, apoyando una mano en mi brazo.
—¡No entienden! Ese maldito perro me dejó en la puta calle. Desde que se cruzó en mi vida, todo mi trabajo ha sido para él. Cada centavo que gano termina en los bancos. No tengo de dónde sacar un peso más… Lo único que me falta es pararme en una esquina y vender mi cuerpo. Pero con la suerte de mierda que tengo, seguro termino en la cárcel por prostitución… o con un demente que me rompa toda y ni siquiera me pague un puto peso.
Odio la mirada de lástima que me lanzan, pero ni modo.
"Yo también me tengo lástima… por idiota."
—Chicas, tengo un negocio en mente —dice Leticia, frotándose las manos con una sonrisa traviesa—. No solo recuperaremos lo que perdimos, nos vamos a divertir… y haremos pagar a esos malditos perros de nuestros ex.
—Me encanta cómo suena eso —comento, Entrecerrando los ojos—. Necesito romperles las pelotas.
—Chicas, son casi las tres de la mañana. Sé que somos unas desempleadas, pero creo que debemos irnos a nuestro nuevo hogar —menciona Marilyn con timidez.
Todas asentimos.
—Señoritas, es hora de cerrar el bar —nos dice un mesero, con una sonrisa amable mientras nos invita a salir.
—Debemos reunir para pagar al conductor elegido —dice Monic, sacando su cartera.
Empiezan a buscar en sus billeteras y lo único que encuentran son unos cuantos centavos. Estoy a punto de ofrecerme a pagar cuando una voz masculina interrumpe:
—Chicas, escuché que necesitan un conductor elegido.
Al levantar la mirada, nos encontramos con un hombre rubio que no deja de mirar a Leticia.
Es alto, fácilmente de 1.90 metros, con una complexión fuerte y bien definida, como si pasara horas esculpiendo su cuerpo en el gimnasio. Su porte firme y seguro le da una vibra de autoridad, casi como la de un policía.
Su cabello rubio y ondulado luce perfectamente arreglado, y sus intensos ojos azules parecen analizarlo todo con una mezcla de curiosidad y diversión.
Leticia parpadea, sorprendida, pero rápidamente recupera la compostura.
—¿Y tú quién eres? —pregunta, cruzándose de brazos.
El rubio sonríe aún más, inclinándose un poco hacia ella.
—Duban Maccinni, capitán del equipo de bomberos de la ciudad, a su servicio, bella dama —dice, extendiendo su mano.
Lety se queda en shock.
Le doy un codazo.
—¿Lo vas a dejar con la mano extendida?
Nos miramos entre nosotras. Ella reacciona.
—Qué pena. Leticia Casallas, desempleada, pero futura CEO de… —Hace una pausa y nos mira—. Ellas son mis socias: Lola, contadora; Monic, abogada; y Marilyn, ingeniera de sistemas.
—Mucho gusto, señoritas —nos saluda con una inclinación de cabeza—. ¿A dónde las llevo?
—A la zona industrial de la 30 —digo.
—Perfecto. Conozco bien la zona. Hay un gimnasio justo enfrente, entreno ahí todos los días —comenta con una sonrisa seductora.
Llegamos al coche. Monic le entrega las llaves y, sin dudarlo, mandamos a Lety de copiloto. La pobre está súper nerviosa.
Antes de subirme, me acerco a su oído y le susurro:
—Creo que él sí está bien dotado. Podrías probar lo que es un verdadero hombre.
Ella me fulmina con la mirada.
—¡Lola!
Me encojo de hombros y subo en el asiento trasero con las otras dos chicas.
Esto se pone cada vez mejor.
Milton