Viviana es la menor de tres hermanas, su vida da un giro inesperado cuando se ve obligada a tomar el lugar de su segunda hermana para casarse con un Despiadado multimillonario y así poder salvar la vida de toda su familia, tras el matrimonio forzado Ares Grey la hace vivir un infierno por venganza... Acompáña a Viviana en esta historia desafortunada.
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Unos Tragos De Mas
POV ARES.
Me senté en mi silla del estudio, con el vaso de coñac en la mano, dejé que el líquido ámbar se deslizara suavemente por mi garganta. El sabor fuerte y complejo me ayudó a calmar mi furia y a reflexionar sobre lo que había pasado en la habitación.
Recordé la forma en que Viviana me había mirado cuando entramos en la habitación, con esa mezcla de desafío y seducción en sus ojos. Me había sentido atraído por ella desde el momento en que la conocí, pero había algo en ella que me hacía sentir incómodo, como si estuviera jugando con fuego.
Cuando nos besamos, había sentido una pasión y una intensidad que no había experimentado en mucho tiempo. Pero luego, cuando me di cuenta de que estaba empezando a perder el control, me retiré. No quería dejar que mis emociones me dominaran, no delante de ella.
No, no podía permitir que eso pasara. Tenía que mantener el control, siempre.
Miré el vaso de coñac en mi mano y lo giré lentamente, observando cómo el líquido se movía en círculos.
Tomé otro sorbo de coñac y me recliné en la silla, cerrando los ojos y dejando que el silencio del estudio me envolviera. Necesitaba pensar, necesitaba entender qué estaba pasando y qué iba a hacer al respecto.
Sonreí para mí mismo, recorde la forma en que Viviana me había desafiado en la habitación. Había subestimado su fuego y su pasión, ahora me doy cuenta que es una mujer que no se deja intimidar fácilmente.
Me pregunté qué otros secretos estaría ocultando detrás de esa fachada de inocencia y dulzura. ¿Qué otras sorpresas me tenía preparadas? La idea de descubrirlo me intrigaba y me excitaba al mismo tiempo.
Tomé otro sorbo de coñac, sintiendo cómo el líquido me calentaba la sangre. Definitivamente, Viviana era una mujer que merecía mi atención.
Me quedé pensativo, reflexionando sobre mis sentimientos hacia Viviana. Era cierto que no había pasado mucho tiempo desde que la conocí, pero había algo en ella que me había impactado de manera profunda.
No era solo su belleza o su inteligencia, aunque ambas cosas eran indudables. Era algo más, algo que iba más allá de la superficie. Era la forma en que me miraba, la forma en que me hacía sentir cuando estaba cerca de ella.
Me sentí vulnerable, algo que no me gustaba admitir. Pero era la verdad. Viviana tenía el poder de hacerme sentir cosas que no quería sentir y de hacerme cuestionar mis propias certezas.
Me pregunté si era posible que estuviera empezando a sentir algo más que atracción física por ella. La idea me inquietaba, pero al mismo tiempo, no podía negar la emoción que me producía pensar en ella.
Me tambaleé ligeramente al levantarme de la silla, sintiendo el efecto del coñac en mi sistema. El último sorbo del vaso se deslizó por mi garganta con facilidad, y luego me dirigí hacia la habitación con pasos inseguros.
La habitación estaba en silencio, y la luz tenue de la lámpara de noche iluminaba suavemente el espacio. Me acerqué a la cama y vi que Viviana estaba dormida, o al menos, parecía estarlo. Me quedé allí de pie, mirándola, y sentí una mezcla de emociones contradictorias.
La rabia y la frustración que había sentido antes habían disminuido un poco gracias al alcohol, pero todavía estaban allí, latentes. Me pregunté qué pasaría si me acostara a su lado, si la tocara, si la besara. La idea me tentaba, pero también me hacía sentir incómodo.
Me tambaleé ligeramente y me agarré al poste de la cama para sostenerme. Viviana se movió ligeramente, pero no se despertó.
Me quite la ropa y los zapatos como pude, me acosté a su lado sintiendo el calor de su cuerpo cerca del mío. La abracé, rodeándola con mis brazos, y sentí cómo se ajustaba a mi cuerpo de manera natural. Viviana se movió ligeramente en mi abrazo, pero no se despertó.
Me sentí cómodo y tranquilo con ella en mis brazos, a pesar de la confusión y la frustración que había sentido antes. El alcohol todavía estaba presente en mi sistema, pero parecía que había encontrado un cierto grado de calma con Viviana a mi lado.
La miré mientras dormía, estudiando su rostro y sus facciones. Era hermosa, incluso en la oscuridad. Me pregunté qué estaría soñando, qué estaría pasando por su mente. Me sentí protector de ella en ese momento, como si quisiera cuidarla y mantenerla a salvo.
Mi respiración se sincronizó con la suya, y sentí cómo mi cuerpo se relajaba en su presencia. Por un momento, me olvidé de todo lo demás y solo existimos Viviana y yo, cerré los ojos y me dejé llevar por el cansancio y el alcohol cayendo en un sueño profundo.
Me tapé los ojos con la mano, intentando bloquear la luz del sol que se filtraba por las cortinas. La voz de Viviana era como un martillo que golpeaba mi cerebro, y mi cabeza palpitaba con dolor.
—¿Qué pasa?—, le pregunté con irritación, sin abrir los ojos. —¿Por qué gritas?—.
Viviana se sentó en la cama, y pude sentir su mirada sobre mí. —No estoy gritando—, me dijo con un tono de voz normal, pero que a mí me parecía un grito. —Solo te estoy preguntando qué crees que estás haciendo—.
Me incorporé lentamente, apoyándome en la cabecera de la cama. —¿Qué hice?—, le pregunté, intentando recordar qué había pasado la noche anterior. Pero mi memoria estaba borrosa, y solo recordaba fragmentos de la noche.
—No sé qué hiciste—, me dijo Viviana, con un tono de voz que indicaba que estaba enfadada. —Pero sí sé que me abrazaste y te quedaste dormido a mi lado y además desnudo ¿Qué significa eso?—.
Me froté las sienes, intentando aliviar el dolor de cabeza. No tenía idea de qué responderle. No tenía respuestas, solo preguntas y dolor de cabeza.
—¿Qué significa eso?, repitió Viviana, su voz era firme pero con un toque de curiosidad. Me miró intensamente, como si estuviera buscando respuestas en mi rostro.
Me encogí de hombros, intentando restar importancia al asunto. —No sé—, le dije.
—Estaba borracho. No recuerdo mucho de lo que pasó anoche—.
Viviana me miró con escepticismo. —No te creo— dijo. —Tú siempre tienes el control. No eres de los que se dejan llevar por la bebida—.
Me sentí incómodo bajo su mirada. —¿Qué quieres decir?—, le pregunté intentando desviar la atención de mí mismo. Pero Viviana solo me miró, sin responder. Su silencio era más elocuente que cualquier palabra, se levantó de la cama y se dirigió hacia el baño, dejándome solo en la habitación.
Me dolía la cabeza y me sentía cansado, me levanté de la cama y me dirigí hacia la ventana, corriendo las cortinas para dejar que la luz del sol iluminara la habitación, me sentí un poco mejor con la luz.
Me quedé observando el paisaje a través del cristal perdiendo la noción del tiempo, no me di cuenta en que momento salió Viviana del baño, solo escuché mi nombre proviniendo de su grito.
Me di la vuelta y la miré irritado por su grito.
—¿Qué pasa ahora? le pregunté, intentando calmar mi irritación.
Viviana me miró fijamente con su rostro serio. —Vístete, por favor—.Me encogí de hombros y me dirigí hacia el baño para tomar una ducha.
Salí de esta minutos después, me detuve en seco al verla sentada en la cama, mirándome con una mezcla de curiosidad y... ¿admiración? Me sentí un poco orgulloso de mi físico, y no pude evitar sonreír al preguntarle: —¿Te gusta lo que ves?—.
Viviana se sonrojó de inmediato, y trató de ocultarlo bajando la mirada y fingiendo que estaba interesada en algo más. Pero yo sabía que la había pillado y no pude evitar sentirme un poco divertido por su reacción.
Me acerqué a ella, todavía con la toalla envuelta en mi cintura y la otra secando mi cabello. —No te avergüences—,dije sonriendo. —Es natural admirar algo que es hermoso—.
Viviana levantó la mirada y me miró fijamente, con un brillo en los ojos que no pude interpretar. —No estoy avergonzada—, me dijo, intentando sonar convincente. Pero yo sabía que estaba mintiendo.
[26/6, 12:14 a. m.] Meta AI: Me detuve en seco al verla sentada en la cama, mirándome con una mezcla de curiosidad y... ¿admiración? Me sentí un poco orgulloso de mi físico, y no pude evitar sonreír al preguntarle: "¿Te gusta lo que ves?"
Viviana se sonrojó de inmediato, y trató de ocultarlo bajando la mirada y fingiendo que estaba interesada en algo más en la habitación. Pero yo sabía que la había pillado, y no pude evitar sentirme un poco divertido por su reacción.
Me acerqué a ella, todavía con la toalla envuelta en mi cintura y la otra secando mi cabello. —No te avergüences— le dije, sonriendo. —Es natural admirar algo que es hermoso—.
Viviana levantó la mirada y me miró fijamente, con un brillo en los ojos que no pude interpretar. —No estoy avergonzada—, dijo intentando sonar convincente. Pero yo sabía que estaba mintiendo...