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HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

HE RENACIDO PARA CAMBIAR LA HISTORIA.

Status: Terminada
Genre:Romance / Padre soltero / Traiciones y engaños / Reencarnación / Completas
Popularitas:33.9k
Nilai: 5
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

Lila, una médica moderna, pierde la vida en un ataque violento y reencarna en el cuerpo de Magdalena, la institutriz de una obra que solía leer. Consciente de que su destino es ser ejecutada por un crimen del que es inocente, decide tomar las riendas de su futuro y proteger a Penélope, la hija del viudo conde Frederick Arlington.
Evangelina, la antagonista original del relato, aparece antes de lo esperado y da un giro inesperado a la historia. Consigue persuadir al conde para que la lleve a vivir al castillo tras simular un asalto. Sus padres, llenos de ambición, buscan forzar un matrimonio mediante amenazas de escándalo y deshonor.
Magdalena, gracias a su astucia, competencia médica y capacidad de empatía, logra ganar la confianza tanto del conde como de Penélope. Mientras Evangelina urde sus planes para escalar al poder, Magdalena elabora una estrategia para desenmascararla y garantizar su propia supervivencia.
El conde se encuentra en un dilema entre las responsabilidades y sus s

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Capítulo 3: Primer encuentro con el conde.

Los pasillos del castillo eran tan imponentes como fríos. Las paredes, tapizadas con tonos apagados, reflejaban un esplendor antiguo que el tiempo no había logrado desvanecer. Las lámparas de aceite estaban colgadas con precisión, sus llamas suaves titilaban como si compartieran secretos.  Retratos de expresiones severas adornaban los muros; sus miradas parecía que me seguían, curiosas, como si supieran que no era parte de este lugar.

Avanzaba con determinación, aunque mis pasos eran inciertos.  Tenía que recordar cada pasillo, cada escalera, cada vuelta. Familiarizarme con el castillo era crucial si quería sobrevivir en esta historia… y cambiar su destino cruel.

Tenía un recuerdo vago de que la cocina estaba en el primer piso, pero todo lo que me rodeaba parecía estar hecho para confundir. Era como si las paredes jugaran con mi sentido de dirección, moviéndose cuando no las miraba y burlándose de mi lógica contemporánea. Acelere el paso por un largo corredor, el sonido de mis zapatos resonando sobre el frío mármol.

Y entonces, sucedió.

Choque de lleno contra algo sólido. Vivo. Cálido. Firme como una muralla de piedra.

—¡Ay! —grité, tambaleándome hacia atrás.

—¿Podría mirar por dónde va, señorita Belmonte? —La voz era grave, autoritaria… y fría.

Levanté la mirada. Y ahí estaba él.

Freddy Arlington. El conde.

Llevaba un abrigo largo de lana negra con detalles de terciopelo, lo que lo hacía parecer aún más alto y amenazante. En una mano sostenía guantes de cuero y en la otra, una carpeta de documentos. Su postura era la de un general, un hombre endurecido por las batallas y marcado por el duelo. Su rostro era como una escultura viviente: mandíbula firme, labios duros, y una mirada fría, gris como el plomo. Aquellos ojos… me traspasaban, como si supieran que no era del todo la persona que aparentaba.

—Lo siento, señor —dije, apartando la vista—. Buscaba la cocina… aún me estoy adaptando. Tengo algunos recuerdos, pero no son muy claros.

Frunció el ceño, como si mis palabras no tuvieran lógica.

—Parece que se ha recuperado de su resfriado —comentó con un tono seco.

Asentí con timidez.

—Sí, gracias. Sus remedios han funcionado bien.

No respondió de inmediato. Simplemente me miraba.  Con atención. Como si quisiera resolver un enigma. Finalmente, asintió levemente.

—Cuide de mi hija. Esta noche llegaré tarde.

—Sí, señor. Así lo haré —respondí, inclinando la cabeza respetuosamente.

Se alejó con pasos firmes. Su abrigo se movía detrás de él, como una sombra leal. Y yo me quedé quieta, sintiendo cómo algo vibraba profundamente en mi pecho. No era miedo… era algo diferente. Sorpresa, tensión… ¿admiración? O tal vez… eran los ecos de lo que Magdalena, la verdadera Magdalena, sentía por él.

"Este cuerpo lo amó," pensé, mientras me tocaba el pecho. "Lo amó desde la distancia, en silencio, y murió sin jamás tocarlo. "

Me dirigí a un espejo que estaba colgado en la pared. Me observé: mi cabello estaba recogido sin estilo, mi piel era muy pálida, tenía una expresión impasible y llevaba un vestido gris y rígido que se sentía más como un castigo que como una prenda.

No constituía una amenaza. Tampoco era una mujer. Solo era una sombra.

—Este cuerpo requiere algo más —murmuré—. Una nueva versión de Magdalena Belmonte podría sobrevivir esta vez… incluso destacarse.

Con renovada resolución, bajé al primer piso. Pasé junto al salón de té, donde las cortinas de lino se movían con la brisa que entraba por las altas ventanas. El aire olía a flores frescas y madera encerada. El comedor estaba impecable, aún vacío. Sobre la larga mesa descansaban candelabros con restos de cera derretida de la cena anterior.

Y entonces la encontré: la cocina.

La diferencia fue inmediata. Si el resto del castillo era un mausoleo serio, la cocina era el corazón que latía de la mansión. El calor de los fogones, el ruido de las cocineras, el sonido metálico de los cuchillos sobre las tablas… todo estaba lleno de vida.

Y en medio de ese torbellino de actividad y aromas, estaba ella.

Greta.

Una mujer de alrededor de cincuenta años, robusta, con un rostro curtido y mejillas siempre sonrojadas por el calor. Usaba un pañuelo blanco que cubría su cabello castaño salpicado de canas. Su delantal estaba manchado de harina y caldo. Comandaba la cocina como una comandante, dando instrucciones concretas sin alzar la voz, y todos la obedecían.

Entonces, un recuerdo surgió en mí. No era mío… era de Magdalena. Risas compartidas mientras hacían pan. Una taza de sopa caliente en una noche con fiebre. Un abrazo silencioso tras un día triste. Greta había sido su única amiga.

Quizás la única persona en quien podría confiar.

—Greta… qué alegría verte —dije, acercándome con una sonrisa genuina.

—¿Acaso me fui a alguna parte? —respondió sin mirarme, removiendo lo que había en una gran olla—. Sabes que no puedo dejar esto mientras estoy trabajando.

—Quería pedirte un favor.

Eso captó su atención. Me miró por primera vez, entrecerrando los ojos con desconfianza.

—¿Favor? Magdalena… rara vez hablas. ¿Qué sucede?

—Estoy cambiando —dije con sinceridad. Y no estaba mintiendo.

Ella dejó la cuchara y cruzó los brazos.

—¿Es por dinero? Porque sabes que no tengo ni para mis propias cuentas.

—No es dinero. Dentro de unos días tengo día libre. Quiero ir a la ciudad a comprar ropa. ¿Vendrás conmigo?

Greta abrió los ojos con tal sorpresa que dejó caer la cuchara en la olla. Varias miradas se giraron hacia nosotras.

—¿Tú? ¿Comprar ropa? ¡Por el cielo! ¿Finalmente dejarás de vestirte como un fantasma?

Sonreí.

—Creo que estos vestidos me hacen parecer enferma.

Soltó una risa tan fuerte que hizo vibrar las sartenes. Las otras cocineras se rieron también.

—¡Gloria al cielo! Conozco un lugar que es excelente, atractivo y asequible. Te van a observar incluso las imágenes en los pasillos, ya verás.

No pude evitar reírme con ella. Por primera vez desde que llegué a este mundo, me sentí… auténtico.

—Gracias, Greta. ¿Está lista la merienda para la señorita Penélope?

—Por supuesto, son galletas de avena y manzana, que son sus preferidas. Ojalá la pequeña vuelva a sonreír.

 Mientras me disponía a llevar la bandeja, observé el entorno. Tres cocineras, dos jóvenes auxiliares y un par de sirvientes mayores estaban lavando utensilios. Algunas de ellas me miraban con amabilidad. Otras apenas ocultaban su desdén. Magdalena había sido cautelosa. Casi imperceptible.

Yo no.

Ya no.

Hice una anotación en mi mente:

Aliada: Greta.

Penélope: depositará su confianza en mí.

El conde: reservado, lastimado… y peligroso si no se le respeta.

La trama ya había comenzado. Pero en esta ocasión, yo…Seré quien determine el desenlace.

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Virginia Sira
Excelentísima historia. Maravilloso final. Quedé fascinada con este relato. Mis felicitaciones autora.
Alicia Quintana
toda una serpiente esta mujer
Alicia Quintana
ojalá y ese conde no sea tan ingenuo
Any Estrella Santander Donoso
A llevar a cabo el cambio
✨✨Esmeralda Guzman✨✨
si, por favor así sabemos cómo surge la historia de amor entre los dos 😍😍😍🤷🤷
Elizabeth Yesenia Rojas
exelente tu historia me encantó
Iliana Curiel
hermosa historia autora, gracias me emocione mucho, me encantó /Kiss//Kiss//Heart//Heart/
Any Estrella Santander Donoso
esa es la actitud
Any Estrella Santander Donoso
Buen capitulo
Marcela Lopez
me encantó, es estupenda
Marcela Lopez
magnífica historia 😍, lindo final 🙏🤗 espero la próxima
Marcela Lopez
lindo capitulo 🥰 un bebé
Any Estrella Santander Donoso
Muy interesante
Marcela Lopez
porfin juntos, ella pudo hacer el amor 😍❤️🔥
Marcela Lopez
estupendo
Marcela Lopez
porfin
Miris
Muy buena historia.
Maria Isabel Traslaviña Davila
Muchas gracias!
Liliana Barros
No le contó porque sabía que hacía mal. Ahora Magdalena creerá que quiso jugar con ella. Bien merecido tienes el sufrimiento Conde
Liliana Barros
Jajaja y yo pensando que él se va a molestar cuando se entere de la cita de Magdalena con el Duque. El Conde no aprende más, ya le trajo muchos problemas Evangeline y encima le acepta que trabaje en el hospital, porque le dió pena. Ya verá los inconvenientes que le traerá con Magdalena 😂😂😂
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