Ella una joven doncella que creció en un orfanato… Se convierte en una joven princesa que si tiene familia y no está sola como lo pensaba.
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19. Presentación
El gran día había llegado, nobles de todo el imperio comenzaban a llegar, los ministros se encargaban de darles la bienvenida al palacio real, bellas melodías se escuchaban hasta el palacio de la princesa donde ella estaba siendo preparada para su gran noche.
— En serio es necesario todo esto —preguntó, viendo varias botellas de aceites, perfumes, flores
— Así es su, hoy debe de lucir espectacular —Dice, levantando una esponja y dándome una sonrisa
Mis manos temblaron por lo que vendría después, me bañaron dos veces, primero en agua y aceites, más tarde en perfume, comienzo a toser por olor varias cosas a la vez, mi cuerpo no aguanta a estar de pie, es como si hubiera trabajado una semana sin descanso.
— Venga alteza recuéstate un rato —me tomó de la mano para guiarme— Chicas ya saben qué hacer—dice Ester, ay no ahora que sigue
Ellas comienzan a pasar aceite de menta por mi espalda, piernas, cabeza, después comienzan a darme un masaje por todo el cuerpo, relajo mi cuerpo, se siente tan bien.
— Bien hemos terminado, mientras usted come algo la vamos a peinar arreglar el vestido —asiento a lo que dice, me pasan un filete de pescado, con arroz blanco y puré de papa, claro y un jugo de fresas.
Mi cuerpo tiembla ligeramente, estamos a punto de entrar al salón de fiestas, voy agarrada de mi padre y hermano, el vocero nos anuncia.
— VAN ENTRANDO SU MAJESTAD EL EMPERADOR, SU MAJESTAD EL PRÍNCIPE HEREDERO, Y SU MAJESTAD LA PRINCESA, INCLÍNENSE ANTE ELLOS —Termina de decir, haciendo una reverencia
Bajamos las escaleras lentamente los nobles hacen una reverencia hacia nosotros, caminamos hasta llegar donde están nuestros tronos, siento que mi espalda está sudando de los nervios, al estar de frente.
— Les Presento a Mi hija la princesa Misuky Álora Dawson Roosevelt, después de tantos años desaparecida al fin está con nosotros, espero que la sepan guiar y puedan apoyar —Termina de decir
— Bienvenida, Princesa estamos a su servicio —responden todos en coro haciendo una reverencia
La música comienza a sonar, algunos nobles se acercan a preguntar dónde vivo o qué era de mi vida, les resumí una parte omitiendo el hecho del príncipe del reino donde crecí, mi padre me presenta a algunos delegados de otros reinos, pero no hay del reino donde crecí, no es como que quiera verlos saben.
La noche ya avanzaba, la pista de baile se había abierto con mi primer baile con padre, él me guía en los pasos, formando un baile sutil y elegante, cuando la pista quedó libre varias parejas pasaron a bailar y era el turno para bailar una pista con mi hermano, él me guiaba de manera sutil y sencilla casi como si no quisiera que la música acabara.
Me quedé sola mientras ellos conversaban con algunos nobles y yo aprovecho para acercarme a la mesa de postres y bebidas. Estaba comiendo una galleta cuando alguien más estiró su mano frente mío, al voltear era Asher, él me sonríe tiernamente esperando que tome su mano.
Y así lo hice, comenzando a caminar hasta llegar a la pista, posó sus manos en mi cintura y yo las mías en su cuello, la melodía era suave con un estilo romántico mezclado con violín, cada sonido era una mezcla de lo especial que era este momento de su vida, tenía una familia casi completa, había encontrado un prometido esposo que la apreciaba y le demostraba con acciones su cariño, aunque tuviesen poco tiempo de conocerse esa cercanía surgió como una pequeña chispa en sus corazones.
El salón estaba en un completo silencio por parte de los nobles que admiraban como la joven pareja disfrutaba de un momento especial, varias jóvenes miraban a la pareja con asombro, admiración por ver tan hermoso baile, susurraban de la hermosa pareja que hacían y que si en un futuro no muy lejano serían prometidos, sus palabras no estaban alejadas de la realidad.
Al separarse él la guió a una mesa que estaba apartada ahí se sentó junto a ella mientras una doncella les servía algo tomar y algunos aperitivos.
— Gracias por bailar conmigo —menciona él sonriendo
— No hay problema, siempre cumplo mis promesas —le digo, algunas quizás no
— Yo también las cumplo, y como muestra de bienvenida quiero darte un pequeño obsequio, iré a buscarlo mientras espérame en el balcón de enfrente —menciona
Mientras espero que él venga, cierro los ojos disfrutando de cálida brisa que ofrece la noche, respiro profundo notando que un ligero olor a vino se mezcla en el aire, abro los ojos por la abrupta presencia de tres chicas, a simple vista se ven como si tuvieran mucho que decir, una de ellas se acerca a mí, su manera de caminar es tan elegante que me hace dudar hasta de mi existencia, pero que tendría yo que ver con ellas.
— En que les puedo ayudar señoritas —Preguntó, sonando educada al momento de hablarles
— Para haber crecido como plebeya, sabes cómo hablar educadamente —Menciona soltando una pequeña risita cargada de burla
— Es cierto, pero aun así parece que ha aprendido mañas, mírala como baila Con el joven archiduque tan pegada como miel, que no sabe que una pareja no puede bailar así amenos que sean esposos o en dado caso prometidos —Menciona una
— Concuerdo contigo y más sabiendo que pronto será El prometido de Bayly —comenta la última del grupito
— Debes de mantenerte alejada de mi prometido, aun siendo una princesa no puedes interferir en asuntos de otras familias nobles, ¿comprendes princesa? —Dice la tal Bayly
— Pues para ser señoritas de la alta sociedad son tan maleducadas, no han hecho una reverencia a mí la princesa de este imperio, puede que tengan razón de que creía como plebeya, pero eso no quita que por mis venas corre sangre real —Les digo viéndolas seriamente, quizás antes había agachado la cabeza cuando los nobles del reino donde crecí se burlaban de mí por solo ser una doncella, dado el caso ahora es diferente
Al salir me dan una mirada como diciendo esto aún no acaba, unos minutos después entra Asher trayendo una pequeña cajita en sus manos, me pregunta sí que querían las chicas que salieron, solo le dije que solo me dieron la bienvenida, él me miró acusadoramente en su mirada se veía que no había creído mi pequeña mentira, pero aun así decidió no preguntar más.