Dos vidas marcadas por cincunstancias dificiles, dos personas que se enfrentan a una realidad triste y dolorosa, marcada por la traicion, la enfermedad y la muerte, sacaran fuerzas de donde no tienen ninguna y renaceran de sus propias cenizas, esta es la historia de Aurelio Martinez y Saray Salazar.
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cap 12: Crueldad
Saray continuaba cosechando éxitos con su empresa de calzado, cada colección era un boom.
Comenzó su nueva colección para caballeros, aunque el calzado de dama especialmente los tacones eran los que más ganancia generaban.
Todo marcaba como un reloj en la fábrica, el mejor cuero era seleccionado para cada pieza, los estrictos estándares caracterizaban a dicha compañía, por ello su calzado era de la mejor calidad.
Cada diseño brindaba elegancia y un porte unico a quien los luciera, el valor de cada par de zapatos no era economico, aunque habian opciones mas accesibles para quienes buscaban elegancia a un menor costo.
El calzado deportivo tampoco se quedaba atras, siempre brindafo calidad por encima de todo.
En la colección de hombres también incluirían cinturones y billeteras con diseños únicos y personalizados a gustos de cada cliente.
La vida de Saray parecía ser maravillosa, pero pocos conocían su pasado y los fantasmas de estos en su vida.
De tras de su carácter frío se escondía mucho dolor, traumas y secuelas producto del desprecio de quienes debían amarla y cuidarla.
Era tratada por una psicóloga por sugerencia de Gloria y ella le decía que debía confiar.
Pero como hacerlo cuando te han lastimado tanto.
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En el hogar de los Martínez un nuevo día comenzaba y este parecía igual de oscuro como el clima de esa mañana.
Aurelio le ha tocado enfrentarse solo a su enfermedad, su esposa e hijo quienes en un comienzo lo apoyaron le dieron la espalda cuando dejo de proporcionarles dinero.
Notaba movimiento fuera y una extraña inquietud se instaló en su pecho.
Coral ingreso a la habitación principal en la cual dormía solo desde hace dos meses.
Su mirada era fría cargada de desprecio, nos vamos dijo como si hablara del clima.
Aurelio la miro sus ojos conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir.
Estoy harta prosiguió su voz no demostraba ni un atisbo de culpa o remordimiento, no me case para cuidar a un desahuciado, No pienso desperdiciar mi tiempo, mi juventud y mi belleza al lado de un hombre que tienen los días contados, las duras palabras calaron dolorosamente.
Alfonso la secundo afirmando con su cabeza, lo siento padre, pero no puedo cuidar de ti dijo sin darle muchas vueltas con total indiferencia.
La vida de Alfonso se resumía en jugar videojuegos y salir con sus amigos no pensaba acabarse la vida cuidando a un enfermo menos contemplando la idea de limpiar vómito o cambiar pañales, aunque Aurelio no había llegado a esos extremos.
La triste situación tuvo lugar una mañana cuando mayor debilidad física tenía; hacía 3 días que fue su segunda quimioterapia y el dolor tanto físico como emocional estaba en su punto más alto.
Verlos partir con todas sus maletas fue uno de los momentos más dolorosos de su vida.
A su mente llegaron fragmento de todos los años de sacrificio, de amor incondicional, de privarse de tantas cosas por cumplir sus caprichos y ahora cuando más los necesitaba simplemente era dejado de lado como un gran estorbo.
Espesas lágrimas surcaron sus mejillas mientras los veía subirse a la camioneta lujosa aparcada frente a la acera de su humilde hogar.
Coral le dio un beso a su amante con toda la intención de que su esposo moribundo la observara, un dolor desgarrador se instaló en su pecho dónde había quedado el amor que hace unos meses le profesaba dónde había quedado esas palabras de aliento cuando les dio la terrible noticia.
Lo superaremos juntos habían prometido y solo unos meses más tarde se marchaban destrozándole el alma.
Cerró la cortina como si se tratara de un escudo el cual pudiera ayudarlo a protegerse del dolor que le causaba su familia.
Alfonso miró en su dirección e hizo un gesto de indiferencia como si al que dejaran atrás no fuese el mismo que le dio la vida, aquel que le cambió los pañales y lo alimentó cuando su esposa se negaba a tenderlo y alegaba estar deprimida, el que lo enseñó a caminar, a andar en bicicleta, lo acompañó a sus actividades escolares, quién lo apoyó desde las gradas en cada uno de sus partidos de fútbol.
Dónde quedó el niño de ojo brillante que le decía mi superhéroe dónde quedó el joven que compartía sus problemas pidiendo un consejo ahora simplemente lo desechaba porque no les era útil.
Aurelio llegó a la cama con dificultad, era tan grande el dolor que el respirar era doloroso, se sentó en la orilla con piernas temblorosas, se sujetó el estómago grandes arcadas lo hicieron vomitar y el sabor amargo de la bilis se extendió en su boca.
Sus lágrimas eran como un río desbordado, el dolor físico era indescriptible, pero el dolor en su corazón lo era aún peor.
Se acostó en posición fetal y lloro hasta quedar inconsciente.
Su cuerpo entero se estremecía aun dormido.
Su vida era tan miserable para ellos, la soledad de cernía sobre el cómo una espesa bruma.
No supo cuantas horas paso allí, pero cuando abrió nuevamente los ojos empezaba a oscurecer.
No había comido en todo el día y no se había tomado sus medicamentos.
El olor a vómito inundaba la habitación provocando nuevamente arcadas.
Saco fuerzas de donde no sabe, pero hizo un esfuerzo gigantesco por ponerse de pie.
Camino hasta cómoda se sirvió un vaso de agua y trago los analgésicos.
Tomo una manzana y la comió de forma mecánica.
Espero un poco sentado en el sillón, se encontraba muy mareado y lo último que quería era caerse, si eso ocurriera moriría sin que nadie se enterara.
Cuando el mareo paso un poco fue al baño, busco desinfectante y un trapeador y con dificultad limpió lo mejor que pudo.
Se duchó y volvió a la cama.
Talvez fue el agotamiento por el gran esfuerzo realizado o la tristeza tan profunda, pero se quedó dormido a pesar de haber dormido todo el día.
El sonido incesante de su celular lo despertó a la mañana siguiente.
Contestó y la voz masculina le dijo que era un abogado enviado por Coral y estaba afuera.
Camino hacia la ventana y vio a un hombre trajeado frente a su casa.
Las llaves están bajo la maceta dijo con voz rasposa.
El abogado corto la llama y entro minutos después.
Le dio mucho pesar encontrar a ese hombre enfermo en un estado tan lamentable.
Lo ayudo a tomar un baño, le preparo una sopa de verduras, le ayudo a bajar al piso inferior, dejándolo en la habitación de invitados.
Aurelio agradeció tal gesto.
El abogado le dejo los medicamentos cerca y una jarra con agua.
Con pesar le informo el motivo de su visita y le dolió ver lágrimas brotar de los ojos de Aurelio.
Firmaré dijo aceptando la carpeta y el bolígrafo.
La señora no peleará por nada, la casa y el auto son suyos señor Martínez, Aurelio asintió.
El abogado se marchó con gran tristeza en todos los años ejerciendo no había llevado un divorcio tan triste.