La Luna Rechazada Y El Rey Vampiro

Mi unión con el rey vampiro, pensada como un mero trámite y alianza, se tornó en un enigma fascinante. Ambos sabíamos que el destino no nos había unido como almas gemelas, pero los dioses, con su peculiar sentido del humor, decidieron intervenir. Donde nuestros dientes se posaron, surgió un símbolo nuevo, una fusión exquisita de nuestros linajes. Debo admitir, su belleza me dejó sin aliento: una danza perfecta entre la ferocidad del linaje lobuno y la elegancia del vampiro.

El vampirito comparte mi desconcierto. Ambos observábamos las extrañas marcas en el lugar de nuestras mordeduras, sin comprender cómo es posible su aparición. Fue él quien, impulsado por la urgencia, decidió buscar respuestas. Se dirigió al consejo de ancianos, preguntándoles si tienen alguna explicación lógica para este fenómeno. Las marcas no tienen sentido, no somos almas gemelas destinadas. Su alma gemela yace muerta, víctima de su traición, y la mía me había rechazado con desdén. ¿Qué significado oculto pueden tener estás marcas, entonces?.

El consejo de ancianos se sumió en un murmullo denso, un intercambio de miradas cargadas de preocupación y sabiduría ancestral. Finalmente, el líder se levantó, avanzando hacia nosotros con paso firme. Su presencia impone respeto, y en su mirada se refleja la intensidad del momento. Solo esperó que sus palabras borren las sombras que nos atormentan a ambos.

__Antiguos pergaminos susurran sobre la posibilidad de que incluso las uniones dispuestas por los dioses, aquellas que no nacen del encuentro de almas gemelas, puedan transformarse en tal vínculo. Sin embargo, estos relatos, envueltos en el velo del tiempo, carecen de testimonios reales, convirtiéndose así en meras leyendas. Leyendas que, como faros en la oscuridad, alimentan la esperanza de hallar un amor incondicional, un refugio seguro en la compañía de otro, aunque el destino no los haya unido desde el principio__.

La mano de Kael aún aprisiona la mía, y yo me aferró a su tacto como si fuera un salvavidas, mientras las palabras del líder de los ancianos resuenan en mi cabeza, desafiando toda lógica. ¿Podría ser cierto? ¿Acaso somos almas gemelas, unidas por un destino que los dioses jamás habían trazado?, pero que aún así contra todo pronóstico se ha vuelto realidad.

__La única explicación posible, Majestades, reside en la voluntad divina. Sus marcas, grabadas a juego en su piel, son testimonio de la aceptación de su unión, a pesar de que sus almas no se reconocieron en un principio. Ahora, los dioses les brindan una segunda oportunidad, un regalo celestial que compensa el desencuentro de sus primeros amores__.

Segunda oportunidad, almas gemelas, el gruñón rey vampiro y yo... Las palabras resonaron en mi mente como un trueno, un golpe seco que amenazó con arrebatarme el aliento. Si no fuera por el agarre firme de Kael, mis piernas habrían cedido, incapaces de soportar el peso de la revelación.

Mientras me recupero de la impresión, observo de reojo a Kael. El pobre ha perdido todo el color, su palidez habitual se ha intensificado hasta un tono casi fantasmal. Una sonrisa amenaza con escaparse de mis labios, pero la gravedad del momento exige compostura. Ya habrá tiempo para las risas.

__Nuestra unión... los dioses la han sellado__. Murmuró Kael, con la voz quebrada por la incredulidad. Es un hecho imposible, una realidad que se abre paso entre la sorpresa y la confusión. ¿Cómo afectará esto a nuestra alianza? El plan inicial era separarse una vez alcanzados nuestros objetivos, pero ahora, ligados por un lazo divino, el divorcio se vuelve impensable, salvo por la muerte. Y aunque el humor ácido del vampiro ya me esta a punto provocarme una gastritis crónica, la idea de eliminarlo, por muy tentadora que fuera, no parece una solución viable ni justificable.

__Los dioses han aceptado esta unión, ahora solo la muerte tendrá el poder de separarlos__. Proclamó el líder de los ancianos, su voz resonando con solemne autoridad. Kael, visiblemente abrumado, intentó articular palabra, pero su boca se abre y cierra en vano. Su agarre sobre mi mano se intensificó, un reflejo involuntario de su turbación. Ante la creciente presión, le di un pellizco discreto, una advertencia silenciosa. Sus ojos se abrieron de sorpresa, pero al instante comprendió la razón de mi acción y relajó su agarre, permitiendo que la tensión se disipara.

__¿Será posible que los dioses, en su infinita sabiduría, hayan decidido entrelazar nuestros destinos, a pesar de la barrera de nuestros linajes? ¿Acaso somos almas gemelas destinadas a una segunda oportunidad, unidas por designio divino?__. Pregunté al líder de los ancianos, buscando comprender la naturaleza de un vínculo tan imposible de ser real.

__Aunque infrecuente, los anales registran un puñado de parejas predestinadas de linajes diferentes. Sin embargo, el veneno del prejuicio suele corromper estos lazos, llevando a muchos a renunciar a su destino divino por la tibieza de una unión diferente a la soñada y enseñada por sus familias. Pero vuestra historia es distinta, pues el hilo que os une ha sido tejido por los dioses, un lazo irrompible que desafía las convenciones__.

Un huracán de emociones me sacude, oscilando entre la risa incrédula y un posible llanto de asombro ante la ironía del destino. Los dioses, con su caprichosa danza de hilos, nos han unido a Kael y a mí de una forma que desafía toda lógica. Sin embargo, en lugar de resistencia, una llama de aceptación arde en mi interior. Este vínculo, lejos de ser una imposición, se siente como un decreto del alma. Y ahora, con una determinación feroz, estoy dispuesta a desatar todos mis instintos para reclamar al vampiro que, por derecho divino, me pertenece.

Tras la explicación del origen de nuestras marcas, la multitud estalló en gritos, celebrando la bendición divina sobre nuestra unión. Los deseos de felicidad, amor eterno y una descendencia abundante llenaron el aire, tiñendo las mejillas de mi esposo con un rojo intenso. Intentando en vano disimular su rubor, pero la mención de futuros hijos lo ha tomado por sorpresa. Aún lucha contra la realidad de nuestro deseo mutuo, negándose a aceptar el anhelo que lo impulsa a reclamarme en la intimidad.

Con una sonrisa decidida, tomé la mano de mi esposo, aún ensimismado por el reciente descubrimiento de las marcas, y lo conduje hacia el centro del salón. La suave melodía que inunda el palacio nos envolvió mientras nos deslizámos en un vals, nuestros pies moviéndose al unísono, como si la música misma nos guiara. Lentamente, su agarre en mi cintura se hizo más firme, despertando de su ensimismamiento, y en ese instante, sentí la conexión profunda que nos une. A lo lejos, Enzo y Sam nos observan, levantando sus pulgares en señal de aprobación, y un suspiro de alivio escapó de mis labios. Había actuado justo a tiempo, evitando que la tensión se convirtiera en el blanco de sus burlas. Ahora, en el centro de la pista, la magia de la danza nos envuelve, alejando por un momento las sombras de la incertidumbre.

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Holis 👋🏼👋🏼👋🏼.

Por aquí les dejo otro capítulo antes de irme a dormir 💤.