Paloma está determinada en robar al novio de su hermana mayor y para ello está dispuesta a poner a todo el mundo en contra
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Capítulo 17
Paloma
Estaba en plena clase, cuando Noah me llamó y como nunca lo hace, salí de la clase a responder y por fortuna, porque me avisó de que el parto de Elisa se adelantó y por su voz, sabía que tenía que correr, así que después de tomar mis cosas, le pedí al entrenador de mi equipo que me acercara al hospital y mientras tanto, busqué información en internet para saber qué esperar.
Afortunadamente y aunque hubo que esperar mucho tiempo, finalmente pudimos ver a Elisa y Mateo pudo ir a ver a su hijo, aunque él tendrá que estar internado por el momento.
Mateo, una vez que llegó de ver a Mael, nos dijo que era tan pequeño que no sabía cómo podía estar vivo, pero las enfermeras lo tranquilizaron y le dijeron que era un tamaño normal para niños prematuros.
Para ese momento, Noah ya había llegado y estaba hablando con sus padres, así que aproveché el momento para ir por un café para todos.
Estaba en la cafetería al otro lado de la calle, cuando Noah me llama.
-¿Dónde estás?- pregunta, nada más contestar.
-Al frente- digo. Él suena un poco ansioso, así que supongo que esta situación también lo afectó mucho.
-Voy para allá- dice, cortando y ni siquiera esperando una respuesta de mi parte.
Cuando llega, ya he pagado y estoy esperándolo. Él llega trotando y cuando me ve, me reprende inmediatamente por no pedir ayuda, antes de tomar el café y llevarlo él mismo.
-Si te vas, tienes que avisar. Todos se preocuparon cuando desapareciste- dice.
-Sólo salí por un momento, no pensaba irme sin avisar- digo, preguntándome si él también estaba preocupado cuando desaparecí, pero me digo a mí misma que si eso es así, seguramente se preocupó como un amigo y que no debo tener esperanzas.
El hecho de que hayamos estado conviviendo de buena manera, no quiere decir nada, ya que siempre nos llevamos bien en el pasado.
Pasamos un tiempo más, junto con el resto, antes de que nos dijeran que debíamos irnos, que no le darían el alta a Elisa, al menos por los siguientes días.
Así que todos nos retiramos, menos Mateo, quien insistió hasta que le permitieron quedarse en la habitación de Elisa, argumentando que ella estaba inestable por la preocupación por su hijo.
Así que el resto nos fuimos y por primera vez, Noah me llevó de pasajero en su moto, algo que había deseado por tanto tiempo, que ya había perdido la cuenta, pero ese siempre fue el lugar de Michelle, no el mío.
Cuando llegamos a la casa de Noah, esperando descansar del exaltado día, encontramos a Michelle, de entre todas las personas, esperando en la sala.
Así que al final no terminaron. Pienso decepcionada, pero no sorprendida.
-¿Por qué vienen llegando juntos?- pregunta, sin levantarse de su lugar en el sillón y mirándonos acusatoriamente.
-¿Qué haces aquí?- pregunta Noah.
-Viene a ver cómo estaba Elisa- dice Michelle.
-Ella no está aquí- responde Noah, con una voz plana.
-No me dio tiempo para ir al hospital. Además, esos lugares me dan urticaria.
-Voy a…- digo, haciendo un movimiento a la habitación que ocupo.
-No tienes que irte, esta es tu casa- me detiene Noah con una mirada, así que me quedo allí, aunque el ambiente es extremadamente incómodo. - Elisa está bien y mi sobrino también ¿Cómo te enteraste?
-Uno de nuestros amigos en común me llamó- dice y al ver la cara de confusión de Noah, veo que parece no saber qué amigo se pudo enterar.
-Creo que deberías irte Michelle- dice Noah entonces.
-¿Qué? ¿Todavía no se te pasa el enojo? Te di espacio este tiempo, pero ya es suficiente, deja de comportarte como un mocoso- lo dice sonando molesta. -Estás actuando como una dama pura, cuando estás jodiendo a mi hermana y aún así, lo estoy dejando pasar porque yo también lo hice, pero ya es ridículo.
-Yo nunca haría eso y aunque lo hiciera, no es problema tuyo. Nosotros terminamos y no te debo explicaciones- dice Noah, pero yo ya estoy harta. No tengo tanta paciencia como para aguantar que lo insulte en su casa. Me adelanto y tomo a Michelle del brazo, para a continuación, arrastrarla hacia la puerta.
-¡Suéltame!
-No voy a aguantar que vengas a insultar a Noah en su propia casa- se lo digo, soltándola, pero tomando y revisando en su bolso.
-¿Y qué te metes tú? No vienes a cuento. No eres más que una fracasada que tiene que vivir de las sobras de su hermana- me insulta -Y devuélveme eso.
-Puede que Noah sea más educado que yo y no lo quiera decir, pero no tengo ese problema- digo, encontrando por fin las llaves de la casa de Noah, que ya reconozco, porque las utilizo todos los días, -Ya no eres bienvenida aquí- le digo, devolviendo su bolso y cerrando la puerta en su cara.
-¡No te creas tanto! ¡Lo mío, siempre será mío!- la escucho gritar y golpear, pero al no tener respuesta, pronto se va.
Mocosa ella.