El Diario

Señores - la mesera llego con la cuenta en mano - el área del bar esta a punto de cerrar -

- Que hora es? - pregunta Raúl risueño guiñando un ojo en un intento burdo de coqueteo

- Casi media noche -

Asintieron, Diego pago y sin más se levantaron para salir de ahí

- Donde está la casa de esa mujer? -

- Creo que - dice Pedro - no lo recuerdo -

- Mierda Pedro ahora que - se queja Raúl

- Solo vayamos al área de casas rodantes, supongo que ahí la encontraremos -

Y así sucedió, no la encontraron precisamente, Martha los encontró a ellos

- No me sorprende verlos ebrios - dice la chica con una mueca - mi abuela me dejo muy en claro que no debo dejar entrar a nadie sin que este ella, así que esperaran aquí y si necesitan orinar, vomitar o algo háganlo de una vez antes que llegue - cerro la puerta dejándolos ahí

- Iré a orinar - dijo Diego caminando hacia la feria

- Yo tengo hambre - dice Raúl como niño pequeño -

- Quieres gusanos de nuevo? - le dice Pedro en burla

- Me creerías si te digo que en este momento no me parece mala idea - los hermanos ríen relajados por el efecto del alcohol

Diego por su parte llega al área en donde estaba el bar, a un lado se encuentran los retretes portátiles acomodados en hilera, se mete al primero que vio desocupado, sale casi de inmediato frenando en seco sus pasos

La feria está en completa oscuridad y no se ve nadie alrededor, la borrachera se le baja enseguida y traga fuerte, algo está mal y lo sabe, esos lugares jamás están vacíos, mucho menos sin una sola farola encendida

Debate un poco sobre que hacer, quedarse tal parece no es una opción, aún más al escuchar lo que parece ser unos leves pasos a la distancia

Camina despacio para ir al encuentro de sus vecinos con todos sus sentidos en alerta y da una vuelta para entrar de nuevo al área de la feria. Su corazón comienza a palpitar rápido y fuerte, la escena frente a él es digno de una película de terror

Aún pasmado siente el palpitar descontrolado de su corazón, junto con eso su respiración se acelera y aun así siente que no entra aire en sus pulmones

- Las casas rodantes - se dice a sí mismo - debo llegar a las casas -

Sale corriendo a su izquierda, si recuerda bien en esa dirección es por dónde llegó. Lamentablemente, solo pudo avanzar un par de metros cuando algo se metió entre sus piernas haciendo que diera contra el suelo rodando un poco por la velocidad en que iba

Aturdido sacude la cabeza, entre quejidos abre los ojos viendo un muñeco muy cerca de él, era impresionante lo nítido de su forma a pesar de la oscuridad

Diego traga grueso, apoya las manos y termina de levantarse sin despegar la mirada de esos ojos que a pesar de no tener vida, le calan hasta los huesos

Da dos pasos cojeando, uno de sus tobillos le molesta y lo apoya con cuidado evaluando si podrá empezar a correr de nuevo. Avanza más lento de lo que quiere, pero constante, pasa por el área de los puestos de comida y se anima un poco, está por buen camino

Atraviesa por entre las mesas apoyándose en ellas para hacer el camino más ligero

De golpe una luz a su espalda se enciende, él se queda quieto y el presentimiento de que algo malo sucederá se incrementa

Esa curiosidad morbosa que todos tenemos lo hace voltear, es un kiosco con mesas, recuerda haberlo visto e imaginarse con su novia en una agradable velada en la feria, cosa que ahora está totalmente descartado

Sus pasos ahora son hacia atrás al ver a ese ser que le observa

El dolor es el menor de sus preocupaciones, comienza a correr de nuevo cojeando ligeramente, pero decidido a no detenerse.

 Las casas rodantes están a la vista, aumenta la velocidad lo más posible y entra corriendo a la que él asegura es la casa de la gitana

Entra y cierra la puerta con fuerza, da la vuelta buscando a sus amigos y lanza el grito más aterrador que su garganta jamás ha emitido

Se pone de rodillas cubriendo su cabeza, lo toman de sus ropas y lo levantan sin esfuerzo, después siente el fuerte golpe cuando es arrojado al suelo

- Martha!!! - grita un hombre enfurecido, la chica sale de inmediato y da la vuelta a su casa siendo seguida por Raúl y Pedro - este hombre raro estaba dentro de mi casa, de seguro que viene contigo -

- Gracias Zeus - dice la chica con una linda sonrisa

- No lo quiero cerca de nuevo - vuelve a entrar cerrando con llave

- Diego - Pedro lo toma dándose cuenta de lo pálido que está

- Estás bien? - le dice Raúl ayudando a su hermano para ponerlo de pie

- Tiene algo de oscuridad a su alrededor, pero ya se está disipando - comenta Martha

- Diego, que te pasó? - le pregunta Pedro

- Llévenlo adentro - la voz de Georgina llama la atención de todos quienes sin decir algo obedecieron...